LA “HORA CERO”
LA “HORA CERO”
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Integrantes de la Coordinadora Nacional por el Cambio, CONALCAM, declarando movilización para defender al presidente Evo Morales en noviembre de 2019. (Foto Reuters/David Mercado)
Desiderio Paredes
7 de agosto de 2023
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LA “HORA CERO”

Algunos de ellos denotaban nerviosismo.

En sus rostros se advertía signos casi catatónicos tras conocer la decisión del Presidente. Un silencio letárgico dominaba el ambiente donde el grupo más cercano al Jefe Estado estaba reunido analizando la extrema situación de emergencia.

Era la “hora cero” para algunos de los colaboradores.

Entendían que el final había llegado, pero no encontraban explicación lógica sobre la nueva etapa política a punto de comenzar, tampoco aceptaban que su poder escape de las manos como el agua cuando se escurre entre los dedos. Era las 11.30 a.m., día 10 de noviembre de 2019, a esa hora, ya era imposible frenar semejante determinación.

El Presidente sabe cuál es el mejor camino.

Evo, quiere evitar un posible baño de sangre entre bolivianos y su temor está justificado ante la traición de los altos mandos militares y policiales. Su resolución muy personal, meditada con muchas horas de anticipación, no tenía retorno, además, así le había advertido en la madrugada de ese día al Secretario General de la OEA. “No aceptaba un enfrentamiento entre hermanos”(1)

La presión de la revuelta ciudadana timoneada desde el Comité Cívico Pro Santa Cruz alcanzaba su clímax después del perverso informe de Luis Almagro y se levantaba como cresta de un tsunami amenazando con arrasar todo a su paso.

En el mundo de la inteligencia y seguridad de Estado, se conoce con anticipación cuando existen indicios sobre preparativos de un proceso golpista en marcha, sus ramificaciones con élites de poder vinculados a determinados mandos castrenses y grupos de civiles camuflados armados dispuestos a tomar cualquier forma de asalto y acabar con el enemigo. Es imposible calcular sobre los ingentes recursos económicos disponibles a discreción para comprar conciencias y consolidar el estatus operativo de los golpistas. El informe de Almagro es la señal para mover la ficha clave y asestar jaque mate al Presidente.

“Está en peligro su vida”, dice un importante funcionario de gobierno refiriéndose a Evo Morales y confirma su renuncia para las próximas horas a la que se sumará la dimisión simultánea del Vicepresidente. Los jefes militares y policiales que juraron lealtad al proceso de cambio impulsado por los dos mandatarios, “nos jugaron sucio”, agrega el funcionario. El golpe de estado había sido planificado con bastante anticipación.

Meses atrás, un polémico hombre de confianza del Presidente se había incorporado de nuevo al gabinete como ministro de la Presidencia tras cumplir su misión diplomática en Cuba. Antes de ser embajador boliviano en La Habana, mantenía posturas contenciosas con el ministro de Gobierno, discrepancias notables, incómodas para el Presidente. Entonces se dijo que el irreverente ministro debía estar lejos del poder político. No fue así.

Juan Ramón Quintana, retorna a su antiguo cargo con aprobación de una cumbre de movimientos sociales realizada en Santa Cruz y también con la misma venia, regresa Luis Alberto Arce Catacora, a su antiguo cargo como ministro de Economía y Finanzas Públicas, ambos considerados de línea dura para estructurar un gabinete político-electoral ante la proximidad de las elecciones presidenciales del 20 de octubre de 2019.

El ministro de la Presidencia, un ex capitán del Ejército, formado en cursos de instrucción de insurgencia y contrainsurgencia en la Escuela de las Américas del Comando Sur de los Estados Unidos en Panamá, uno de los hombres más fuertes del gobierno, era considerado factor determinante para neutralizar cualquier amenaza de la oposición. Sus admiradores lo veían como el arquetipo de la inteligencia civil-militar dentro del gobierno y confiaban en su talante para enfrentar un eventual suceso peligroso para el Presidente.

Había inspirado la creación de la Escuela Militar Antiimperialista en Santa Cruz para la formación de cuadros militares con mentalidad socialista en las Fuerzas Armadas. En ese momento se esperaba una reacción militar de apoyo al Presidente coordinado por el ministro de la Presidencia. Probablemente él conocía más antecedentes de los preparativos subterráneos del golpe con bastante antelación.

En una declaración pública se le escuchó amenazar a sus adversarios políticos: “Advierto que en Bolivia puede haber otro Vietnam”.(2) Siempre, alguien recordaba su crueldad en los enfrentamientos de Pando, en 2007, cuando fue apresado el Prefecto de entonces, Leopoldo Fernández de quien dijo “le gustaría verlo bajo cinco metros de tierra”(3) después de los trágicos acontecimientos en el río Tawamano.

El ministro más fuerte, considerado la antítesis de las corrientes moderadas del gobierno, no antelaba ninguna contraofensiva frente a los amotinados en las FF.AA. y no estaba cerca en el momento de mayor riesgo para el Presidente.

La mayor fidelidad en ese momento crucial provenía del Pacto de Unidad, COB-CONALCAM, obra del Presidente; él inspiraba, orientaba y daba línea para toda forma de movilización de las dos principales organizaciones sindicales cohesionadas como representación del proletariado boliviano.

Paradójicamente, ya no eran los obreros, menos los mineros, los principales referentes, la preeminencia correspondía a los campesinos, indígenas y originarios enalteciendo la figura de Evo como el primer presidente indígena de Bolivia y de América Latina.

Es el tiempo de los movimientos sociales sustentando un proceso de cambio con nombre de “Revolución Democrática y Cultural” radicalmente diferente a la revolución permanente señalada por la histórica Tesis de Pulacayo de 1947, documento político e ideológico de la COB vigente hasta la fecha.

La lucha armada para la toma del poder y la instauración del gobierno obrero-campesino liderado por los mineros como clase revolucionaria por excelencia para imponer la dictadura del proletariado y la instauración del socialismo, queda como simple recuerdo.

En “la hora cero” surge el pensamiento ideológico más pragmático: el bloque popular nacional contra el bloque oligárquico y la lucha es puramente electoral para conquistar el poder. Es el nuevo desafío histórico.

. Redacción:
Desiderio Paredes

Sociólogo, miembro de la Sociedad de Editores y Redactores SER Cochabamba

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