El Cristo sangrante volvió a llorar el jueves 19 de septiembre cerca de las 14.15 comprobado una vez más por la dueña de la sagrada imagen, señora Silvia Arébalo Urquidi, esta vez acompañada de una voluntaria que también verificó que el rostro y el cabello estaban mojados y como en otras ocasiones el suceso provocó profunda conmoción. Su llanto de sufrimiento podría ser por las familias azotadas a consecuencia de los grandes incendios que se registran en la Chiquitanía.
“Es verdad, el Cristo volvió a manifestarse”, me dijo la señora Silvia, una hora después que me hice presente en la capilla de la calle Belzu donde se encuentra el Cristo sangrante muy cerca de la Inmaculada Virgen María que también en otras ocasiones derramó lágrimas. Oscar Alberto Mavric Arébalo, su hijo, me comunicó por teléfono sobre ese nuevo acontecimiento y le prometí que estaría lo antes posible.
Ya en la capilla, me presentó a su madre, ella y yo nos sentamos en la primera banca y comenzamos a dialogar. Silvia todavía muy emocionada casi a punto de derramar lágrimas comenzó recordando que siente fuertes inquietudes cuando está próximo a presenciar otra manifestación de la sagrada imagen del Cristo que Llora, como ése día sucedió.
“El Cristo derrama lágrimas cuando se registran grandes hechos que provocan angustia y sufrimiento. El Señor podría estar llorando por las familias destruidas por los grandes incendios en la Chiquitanía”, me dijo, luego agregó: “Debemos propiciar oraciones masivas para buscar apoyo de Dios; para que su poder haga que el fuego se extinga. Para Él nada es imposible”.
Me contó que ese jueves, bajó hacia la capilla, comenzó a limpiar y arreglar la cortina que cubre la parte trasera de la urna del Cristo. “Me acerqué a la imagen del Cristo y vi lagrimas. La tome en mis manos y efectivamente el rostro estaba mojado”. El Cristo estaba llorando. En ese instante le acompañaba la señora Angie, una ciudadana argentina que ayuda en la limpieza de la capilla y también ella quedó muy sorprendida. Angélica Barrios (Angie) es una voluntaria al servicio de Dios que además de cuidar los arreglos en el interior de la capilla vende literatura relacionada con el Cristo sangrante. Al despedirme, ella estaba en la puerta y me respondió: “Sentí tanta emoción cuando vi el rostro mojado de nuestro Señor que le di un beso en la mejilla…” Luego se acercó y agregó: “mire mis labios”.
Todos los jueves y viernes en horas de la tarde se realizan fuertes oraciones con la exposición del Santísimo siguiendo la cadena nacional religiosa que está clamando lluvia al cielo sobre las tierras de la Chiquitanía “Pedimos a Dios para que tenga piedad de nosotros. Que nuestro clamor llegue a lo más alto y Dios apague el fuego en la Chiquitanía”, expresó. Ella cree que las oraciones permitirán un cambio de mentalidad en todos incluyendo los gobernantes para que Dios colme de bendiciones a Bolivia. “Dios no nos abandonó, nosotros le hemos abandonado y tenemos que reconciliarnos con Él mediante un profundo cambio espiritual con mucha fe”, enfatizó.
El culto al Santísimo está acompañado por lecturas del Antiguo Testamento referidos a la promesa de Dios al profeta Josué sobre la conquista de Jericó, una ciudad rodeada por una muralla considerada inexpugnable que se derrumbó al séptimo día del avance del ejército israelita, mientras tronaban incesantes a rebato las trompetas y cuernos de carnero. Josué y su ejército ingresaron victoriosos a Jericó, cumpliéndose la palabra de Dios. “Para Dios nada es imposible”, me reiteró.
La familia Arébalo Urquidi comenzó un proyecto innovador para convertir la capilla en verdadero centro de recogimiento y paz espiritual. Se instalarán puertas adicionales en el principal ingreso para disminuir el ruido de la calle y lograr mayor silencio en los espacios de oración. Comprobé que la capilla está más hermosa y se escucha de fondo música suave, la que se conoce como celestial. Los feligreses pueden permanecer más tiempo en la Capilla.
Tiempo atrás circuló un rumor sobre un posible traslado de la imagen sagrada a la Iglesia de San Pedro, donde según autoridades eclesiásticas estaría mejor protegida. Igualmente se dejaba entendido que la casa de la familia sería vendida. En julio pasado Oscar Alberto Mavric Arébalo, hijo menor, ya aclaró a la revista Temas cbba que el Cristo que Llora seguirá en el mismo lugar y se declaró, entonces, firme defensor de esa decisión.
El Cristo que Llora llegó a ese lugar y se quedará allí. Él sabe porqué está allí. ¿Cuál es la decisión de la familia frente a los reiterados rumores de un posible traslado de la imagen?, pregunté. La verdad fue revelada en este dialogo. Silvia Arébalo Urquidi, propietaria de la sagrada imagen fue enfática: “El Cristo no se moverá de aquí ni la casa se venderá”.
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