“La iglesia no conspira”, afirmó en 1974 el cardenal boliviano Clemente Maurer defendiendo el derecho de asilo cuando el Gral. Banzer ordenó el allanamiento de la Residencia Episcopal y la Iglesia Jesús de Nazareno en Santa Cruz para arrestar perseguidos políticos supuestamente enemigos de su gobierno. (Bolivia; 1971-1976 Pueblo-Estado-Iglesia, pág. 145, CEP-Lima-Perú).
Más adelante, el cardenal Maurer, en su carta al Gral. Banzer, le dice: “Cuántos gobernantes se han “refugiado” (en la Iglesia) antes de “subir”, salvando así su vida y después se olvidan y quieren ser inexorables…” (Ibídem, pág. 150)
En su larga historia, la Iglesia Católica registró momentos de ingratitud y choques con el poder político no obstante de su positiva contribución para facilitar caminos de reencuentro y pacificación. Recordemos algunos ejemplos en los últimos 50 años.
Mons. Jorge Manrique Hurtado, un obispo de acción y oración, compartió el sufrimiento de los mineros siendo obispo de Oruro (1957-1967) desempeñando su labor eclesiástica en el período más largo de las dictaduras militares, desde René Barrientos Ortuño (1964-1969) Hugo Banzer Suárez (1971-1978) Alberto Natusch Busch (1979) y Luis García Mesa Tejada (l980-1981). https://www.noticiasfides.com/
Hasta su muerte, en julio de 1995, siendo Arzobispo Emérito de La Paz, en varios períodos de la tormentosa vida política de Bolivia, encabezó misiones de paz como mediador de la Iglesia Católica. En 1978, Mons. Manrique, tuvo el coraje de suspender la celebración de las misas y administración del sacramento en protesta por los atropellos del régimen de Banzer contra el movimiento pacífico de cuatro mujeres mineras de Siglo XX declaradas en La Paz en huelga nacional de hambre. Ese masivo ayuno voluntario de miles de personas donde participaron religiosas y sacerdotes obligó al presidente militar a dictar amnistía general irrestricta permitiendo la libertad y el retorno de dirigentes políticos exiliados.
La Iglesia inspiró la fundación de la Comisión “Justicia y Paz” (1974) encabezada Luis Adolfo Siles Salinas y de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia (l976) presidida por el padre Julio Tumiri Javier. Ambas instituciones trabajaron desde la clandestinidad apoyando a los sectores populares contra la dictadura de Banzer hasta la recuperación de la democracia en 1978.
La Doctrina Social de la Iglesia Católica toma en cuenta la Encíclica Rerum Novarum (“de los cambios políticos”) del Papa León XIII (1891) y las recomendaciones de las conferencias episcopales de Medellín (1968) y Puebla (1979) esta última ya señala su posición en América Latina: “Opción preferencial por los pobres”. https://www.google.com/
La Iglesia Católica transitó su camino profético con dificultades frente a gobiernos caracterizados por su deriva autoritaria y en su historia tiene mártires por la democracia como el padre Mauricio Lefevbre, asesinado durante el golpe de Estado de 1971 y el jesuita Luis Espinal, director del semanario “Aquí”, torturado y asesinado en 1980 por paramilitares del Gral. Luis García MesaTejada. Ambos sacerdotes predicaron la Teología de la Liberación y lucharon a lado de los campesinos y trabajadores como Iglesia del Tercer Mundo. La Bolivia democrática de hoy le debe mucho a su sacrificio.
En 1985, el Arzobispo de La Paz, Mons. Edmundo Abastoflor acompañó la dramática “Marcha por la Vida” desde Oruro a La Paz de miles de mineros despedidos por el gobierno de Víctor Paz Estenssoro con el Plan de Relocalización impuesto por DS 21060. De nuevo la Iglesia colisionaba con el poder político de turno, porqué reclamó justicia y derecho al trabajo. La crisis política de 1989 generada por el impase entre Hugo Banzer, Jaime Paz Zamora y Gonzalo Sánchez de Lozada, también fue resuelta con mediación de la Iglesia Católica.
El arzobispo de Cochabamba, Mons. Tito Solari, fue un eficaz mediador en “La Guerra del Agua” el año 2000. Veinte años después otro arzobispo, Mons. Oscar Aparicio, en nombre de la Iglesia Católica también cumplía misión de paz en Cochabamba durante el bloqueo nacional de carreteras ordenado por la COB-CSUSTB y Bartolinas contra el gobierno de Jeanine Añez en plena cuarentena por el C19 en agosto de 2020.
Esa Iglesia, reconocida por su capacidad mediadora en tiempos de convulsión política aceptó la invitación del gobierno para buscar de nuevo la pacificación del país en los violentos días de octubre y noviembre de 2019 facilitando con seriedad y responsabilidad el diálogo constructivo entre oficialismo y oposición tras las renuncias del Presidente y del Vicepresidente que habían provocado una crisis de Estado sin paralelo.
Esta vez fueron mediadores Mons. Aurelio Pesoa, Mons. Eugenio Scarpellini y Mons. Giovanni Arana y estuvieron presentes en las reuniones de la UCB los días 10, 11 y 12 de noviembre de 2019 en nombre de la Iglesia Católica y adoptaron una posición institucional. Mediar entre fuerzas políticas antagónicas sin tomar partido como lo hicieron en el pasado otros prelados en circunstancias de emergencia nacional. Mons. Scarpellini, Obispo de la Diócesis de El Alto, falleció 14 de julio de 2020 por C19. “Era misionero en Bolivia desde el año 1988, un Pastor de la Iglesia que se destacó por su entrega a los más pobres y su lucha incansable por la justicia”, afirma Patricia Ynestroza desde Ciudad del Vaticano.
La Iglesia Católica, hoy es la institución más creíble. Goza del respeto y confianza de la población y es previsible que en esa dimensión seguirá cumpliendo en el futuro su misión pastoral de mediación por el bien y la paz de Bolivia sin que importe, entonces, la ideología del sistema político imperante.
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