Jesús Lara nació en Muela, hoy Villa Rivero el 1º de enero de 1898, en un pueblito tradicional del Valle Alto Cochabambino ubicado a 8 kilómetros de Punata donde vivió su infancia con una serie de dificultades incluso para acceder a la escuela. Sus libros relatan con mucha sensibilidad social la producción agrícola, las fiestas y tradiciones, las ferias, el abuso sexual, la discriminación, las chicherías, las chozas, pero sobre todo el pongueaje y la servidumbre de los indígenas, temas en los que se inspira para reflejar la vida de los campesinos.
Jesús Lara en su tiempo fue un escritor muy conocido y reconocido por reivindicar al indio de las comunidades campesinas que servían de pongos en las haciendas de los terratenientes.
Jesús Lara, el escritor del pueblo
Murió a los 82 años, un 6 de septiembre de 1980, justo en la época de la dictadura de Luís García Meza. Su entierro pasó desapercibido por ser militante del Partido Comunista de Bolivia, al extremo que ni los medios de comunicación social hicieron referencia a su muerte, salvo una breve columna publicada en el Semanario AQUÍ dirigido en ese tiempo por el periodista Antonio Peredo.
Asume un compromiso político
Jesús Lara el escritor del pueblo, es más conocido en el extranjero por la traducción de sus obras literarias al checo, ruso, alemán. Sus escritos recogen, con visión política, los avatares que sufrieron los campesinos del Valle Alto antes de la Reforma Agraria, pero también antes y durante la Guerra del Chaco, donde tuvo el acierto de estar en el frente de batalla, escribir sus notas que las enviaba a su esposa, para tener sus apuntes que contribuyan a redactar los sabores y sinsabores de esa contienda bélica.
Según Bernardo Edelman (1962) en la contratapa del libro Sinchikay (Sé fuerte) señala que Lara fue “estudioso de la cultura y la literatura de los quechuas, conocedor de las costumbres, de las necesidades y de las vibraciones del pueblo indígena sometido hasta no hace mucho a un régimen de servidumbre”.
Para el profesor Adolfo Cáceres Romero, “la investigación de Jesús Lara en el campo de la cultura quechua constituye un valioso aporte para el conocimiento y la valoración de nuestro pasado precolombino. Gracias al dominio del quechua pudo penetrar en lo más recóndito del alma vernacular, recopilando versos, narraciones, leyendas y tradiciones incaicas siendo autor”.
Yawarninchij constituye la primera parte de la trilogía de Jesús Lara, en la que encarna las condiciones infrahumanas de vida de las indígenas del Valle Alto antes y durante la reforma Agraria (1952). Continúa con Sinchikay y se completa con Llalliypacha el año 1959.
Surumi, su primera novela expresa las ansias de liberación del campesino quechua que busca reencontrar la condición humana y ser respetado por los terratenientes que se aprovechaban de la fuerza de trabajo para la producción agrícola, trabajando en tierras que les fueron arrebatadas a lo largo de la historia.
En Yanakuna, Lara recoge en sus páginas el dolor de los indios que son discriminados y tratados como esclavos y abusados sexualmente por los patrones, pero además refleja la altivez de los pobladores que buscan defender sus derechos y su dignidad de personas.
En Yawarninchij (Nuestra Sangre) se refiere a la reforma Agraria cuyo inicio se dio en el año 1953 donde el indígena quiere ser el protagonista que busca romper el régimen de servidumbre, para enarbolar la lucha por la defensa de la tierra, pero también asumir la defensa de sus derechos como personas.
Murió a los 82 años, un 6 de septiembre de 1980, justo en la época de la dictadura de Luís García Meza. Su entierro pasó desapercibido por ser militante del Partido Comunista de Bolivia, al extremo que ni los medios de comunicación social hicieron referencia a su muerte, salvo una breve columna publicada en el Semanario AQUÍ dirigido en ese tiempo por el periodista Antonio Peredo.
Asume un compromiso político
Jesús Lara el escritor del pueblo, es más conocido en el extranjero por la traducción de sus obras literarias al checo, ruso, alemán. Sus escritos recogen, con visión política, los avatares que sufrieron los campesinos del Valle Alto antes de la Reforma Agraria, pero también antes y durante la Guerra del Chaco, donde tuvo el acierto de estar en el frente de batalla, escribir sus notas que las enviaba a su esposa, para tener sus apuntes que contribuyan a redactar los sabores y sinsabores de esa contienda bélica.
Según Bernardo Edelman (1962) en la contratapa del libro Sinchikay (Sé fuerte) señala que Lara fue “estudioso de la cultura y la literatura de los quechuas, conocedor de las costumbres, de las necesidades y de las vibraciones del pueblo indígena sometido hasta no hace mucho a un régimen de servidumbre”.
Para el profesor Adolfo Cáceres Romero, “la investigación de Jesús Lara en el campo de la cultura quechua constituye un valioso aporte para el conocimiento y la valoración de nuestro pasado precolombino. Gracias al dominio del quechua pudo penetrar en lo más recóndito del alma vernacular, recopilando versos, narraciones, leyendas y tradiciones incaicas siendo autor”.
Yawarninchij constituye la primera parte de la trilogía de Jesús Lara, en la que encarna las condiciones infrahumanas de vida de las indígenas del Valle Alto antes y durante la reforma Agraria (1952). Continúa con Sinchikay y se completa con Llalliypacha el año 1959.
Surumi, su primera novela expresa las ansias de liberación del campesino quechua que busca reencontrar la condición humana y ser respetado por los terratenientes que se aprovechaban de la fuerza de trabajo para la producción agrícola, trabajando en tierras que les fueron arrebatadas a lo largo de la historia.
En Yanakuna, Lara recoge en sus páginas el dolor de los indios que son discriminados y tratados como esclavos y abusados sexualmente por los patrones, pero además refleja la altivez de los pobladores que buscan defender sus derechos y su dignidad de personas.
En Yawarninchij (Nuestra Sangre) se refiere a la reforma Agraria cuyo inicio se dio en el año 1953 donde el indígena quiere ser el protagonista que busca romper el régimen de servidumbre, para enarbolar la lucha por la defensa de la tierra, pero también asumir la defensa de sus derechos como personas.
En Sinchikay, Jesús Lara refleja los hechos políticos y sociales que se han desarrollado en el país en la década de los años 30 al 50 en la que relata las aspiraciones humanas de la defensa de la tierra que los conquistadores les quitaron y que había que recuperarlos sobre la base de la organización.
Jesús Lara es un Escritor del Pueblo, ahora olvidado y marginado de la lectura en los colegios secundarios del país. Si Lara viviera estaría a favor de erradicar las injusticia, la marginación, el racismo, la discriminación, temas sobre los cuales se basan sus novelas, dedicadas a los indígenas del país que fueron considerados como ciudadanos de segunda clase.
Jesús Lara tuvo el privilegio de vivir y de conocer la tragedia que vivían los campesinos en las haciendas de los terratenientes, reflejada en sus libros con una habilidad narrativa, en la que sus personajes nos dan fiel testimonio del pongueaje y la servidumbre a la que fueron sometidos por varias décadas.
Jesús Lara, el Escritor del Pueblo, es un digno ejemplo de su aporte a la Literatura Boliviana, que se ocupó de escribir y relatar la vida de los indígenas desde la Guerra del Chaco hasta después de la Reforma Agraria, desde una posición política de reivindicar las condiciones de vida y la defensa de la dignidad de las personas.
Las novelas de Jesús Lara, no deberían quedar en el olvido, -en tiempos de cambio que vive el país- las referencias históricas de sus libros podrían servir para mirar el pasado y desde el presente vislumbrar un futuro promisorio para los indígenas que aun siguen sufriendo el desatino de los gobiernos, que bajo la lógica del mercado neoliberal prefieren dar cabida en el sistema educativo a libros extranjeros para la formación de la identidad nacional. Nada más contradictorio. +
<Constantino Rojas, además de ser un lector consumado, es un apasionado de la cultura de los pueblos. En Villa Rivero, también su pueblo natal, hoy esta erigido un monumento a la grandeza literaria de Jesús Lara…El escritor del pueblo>
Murió a los 82 años, un 6 de septiembre de 1980, justo en la época de la dictadura de Luís García Meza. Su entierro pasó desapercibido por ser militante del Partido Comunista de Bolivia, al extremo que ni los medios de comunicación social hicieron referencia a su muerte, salvo una breve columna publicada en el Semanario AQUÍ dirigido en ese tiempo por el periodista Antonio Peredo.
Asume un compromiso político
Jesús Lara el escritor del pueblo, es más conocido en el extranjero por la traducción de sus obras literarias al checo, ruso, alemán. Sus escritos recogen, con visión política, los avatares que sufrieron los campesinos del Valle Alto antes de la Reforma Agraria, pero también antes y durante la Guerra del Chaco, donde tuvo el acierto de estar en el frente de batalla, escribir sus notas que las enviaba a su esposa, para tener sus apuntes que contribuyan a redactar los sabores y sinsabores de esa contienda bélica.
Según Bernardo Edelman (1962) en la contratapa del libro Sinchikay (Sé fuerte) señala que Lara fue “estudioso de la cultura y la literatura de los quechuas, conocedor de las costumbres, de las necesidades y de las vibraciones del pueblo indígena sometido hasta no hace mucho a un régimen de servidumbre”.
Para el profesor Adolfo Cáceres Romero, “la investigación de Jesús Lara en el campo de la cultura quechua constituye un valioso aporte para el conocimiento y la valoración de nuestro pasado precolombino. Gracias al dominio del quechua pudo penetrar en lo más recóndito del alma vernacular, recopilando versos, narraciones, leyendas y tradiciones incaicas siendo autor”.
Yawarninchij constituye la primera parte de la trilogía de Jesús Lara, en la que encarna las condiciones infrahumanas de vida de las indígenas del Valle Alto antes y durante la reforma Agraria (1952). Continúa con Sinchikay y se completa con Llalliypacha el año 1959.
Surumi, su primera novela expresa las ansias de liberación del campesino quechua que busca reencontrar la condición humana y ser respetado por los terratenientes que se aprovechaban de la fuerza de trabajo para la producción agrícola, trabajando en tierras que les fueron arrebatadas a lo largo de la historia.
En Yanakuna, Lara recoge en sus páginas el dolor de los indios que son discriminados y tratados como esclavos y abusados sexualmente por los patrones, pero además refleja la altivez de los pobladores que buscan defender sus derechos y su dignidad de personas.
En Yawarninchij (Nuestra Sangre) se refiere a la reforma Agraria cuyo inicio se dio en el año 1953 donde el indígena quiere ser el protagonista que busca romper el régimen de servidumbre, para enarbolar la lucha por la defensa de la tierra, pero también asumir la defensa de sus derechos como personas.
En Sinchikay, Jesús Lara refleja los hechos políticos y sociales que se han desarrollado en el país en la década de los años 30 al 50 en la que relata las aspiraciones humanas de la defensa de la tierra que los conquistadores les quitaron y que había que recuperarlos sobre la base de la organización.
Jesús Lara es un Escritor del Pueblo, ahora olvidado y marginado de la lectura en los colegios secundarios del país. Si Lara viviera estaría a favor de erradicar las injusticia, la marginación, el racismo, la discriminación, temas sobre los cuales se basan sus novelas, dedicadas a los indígenas del país que fueron considerados como ciudadanos de segunda clase.
Murió a los 82 años, un 6 de septiembre de 1980, justo en la época de la dictadura de Luís García Meza. Su entierro pasó desapercibido por ser militante del Partido Comunista de Bolivia, al extremo que ni los medios de comunicación social hicieron referencia a su muerte, salvo una breve columna publicada en el Semanario AQUÍ dirigido en ese tiempo por el periodista Antonio Peredo.
Asume un compromiso político
Jesús Lara el escritor del pueblo, es más conocido en el extranjero por la traducción de sus obras literarias al checo, ruso, alemán. Sus escritos recogen, con visión política, los avatares que sufrieron los campesinos del Valle Alto antes de la Reforma Agraria, pero también antes y durante la Guerra del Chaco, donde tuvo el acierto de estar en el frente de batalla, escribir sus notas que las enviaba a su esposa, para tener sus apuntes que contribuyan a redactar los sabores y sinsabores de esa contienda bélica.
Según Bernardo Edelman (1962) en la contratapa del libro Sinchikay (Sé fuerte) señala que Lara fue “estudioso de la cultura y la literatura de los quechuas, conocedor de las costumbres, de las necesidades y de las vibraciones del pueblo indígena sometido hasta no hace mucho a un régimen de servidumbre”.
Para el profesor Adolfo Cáceres Romero, “la investigación de Jesús Lara en el campo de la cultura quechua constituye un valioso aporte para el conocimiento y la valoración de nuestro pasado precolombino. Gracias al dominio del quechua pudo penetrar en lo más recóndito del alma vernacular, recopilando versos, narraciones, leyendas y tradiciones incaicas siendo autor”.
Yawarninchij constituye la primera parte de la trilogía de Jesús Lara, en la que encarna las condiciones infrahumanas de vida de las indígenas del Valle Alto antes y durante la reforma Agraria (1952). Continúa con Sinchikay y se completa con Llalliypacha el año 1959.
Murió a los 82 años, un 6 de septiembre de 1980, justo en la época de la dictadura de Luís García Meza. Su entierro pasó desapercibido por ser militante del Partido Comunista de Bolivia, al extremo que ni los medios de comunicación social hicieron referencia a su muerte, salvo una breve columna publicada en el Semanario AQUÍ dirigido en ese tiempo por el periodista Antonio Peredo.
Asume un compromiso político
Jesús Lara el escritor del pueblo, es más conocido en el extranjero por la traducción de sus obras literarias al checo, ruso, alemán. Sus escritos recogen, con visión política, los avatares que sufrieron los campesinos del Valle Alto antes de la Reforma Agraria, pero también antes y durante la Guerra del Chaco, donde tuvo el acierto de estar en el frente de batalla, escribir sus notas que las enviaba a su esposa, para tener sus apuntes que contribuyan a redactar los sabores y sinsabores de esa contienda bélica.
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