RESISTENCIA EN LAS CALLES Y DERECHOS EN DEMOCRACIA
RESISTENCIA EN LAS CALLES Y DERECHOS EN DEMOCRACIA
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La movilización de enero reciente aglutinó a numerosos sectores de la clase media afectados por el CSP que organizados desde sus propias direcciones colegiadas y sindicales marcharon juntos hasta torcer el brazo del gobierno.
Simón Alberto Figueroa Reynaga
9 de febrero de 2018
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RESISTENCIA EN LAS CALLES Y DERECHOS EN DEMOCRACIA

Después de la protesta en las calles para obligar la anulación total del CSP aumentó la tensión, confusión y miedo en torno al 21 de febrero por la anunciada movilización de partidarios del oficialismo para ratificar el derecho de repostulación del presidente Evo y el rechazo que exige respeto a los resultados del Referéndum. En los hechos significa para los actores políticos y la sociedad civil una prueba de responsabilidad histórica con la democracia recuperada con dolor de manos del poder militar hace 35 años.

La movilización de enero reciente aglutinó a numerosos sectores de la clase media afectados por el CSP que organizados desde sus propias direcciones colegiadas y sindicales marcharon juntos hasta torcer el brazo del gobierno. Participación importante en esta confluencia tuvieron los colectivos y plataformas ciudadanas interactuando desde las redes sociales, de pronto cobrando vida como otra fuerza política sin dirección partidaria. Cada ciudadano fue líder y conductor de sus propios actos convirtiendo la resistencia pacífica en respuesta de unidad frente al sistema político fraudulento corresponsable de aprobar leyes fundamentales sin consenso.

Hubo capacidad de auto convocatoria, organización espontánea y serenidad a la hora de protestar. La victoria correspondió a las miles de familias que ocuparon su lugar bloqueando en las puertas de sus casas y esquinas en franca solidaridad entre vecinos, utilizando para ese cometido viejos maderos, ramas de árboles, taburetes, maceteros con helechos, cerrando el paso incluso a ciclistas. Por primera vez se vio a un sacerdote bloqueando con una pequeña mesa donde estaban las imágenes del Cristo Crucificado y la Virgen María, orando por la reconciliación: era el rector de la Catedral Metropolitana de Cochabamba, Marcelo Bazán. Un paro cívico de esas características gravitará en el tiempo y será una lección de dignidad.

La sociedad civil movilizada ahora apuesta convertirse en contrapeso legítimo frente al poder político hegemónico que olvidó fuentes primarias de ética y decencia para gobernar y la menguada oposición a parlamentaria sin fuerza para fiscalizar. La protesta en las calles no es acción directa de masas para instaurar un gobierno obrero-campesino y la dictadura del proletariado como proclaman ortodoxos de la izquierda radical, tampoco un llamado a un golpe militar que desean prohijar políticos de extrema derecha: sólo es desobediencia ante la falta de credibilidad del sistema político que trasciende engaño, burla y cinismo.

Es previsible que el TCP ratifique la resolución 0084 mientras miles de ciudadanos que exigen respeto a los resultados del F21 esperan el pronunciamiento favorable del Tribunal Supremo Electoral declarando vinculante los resultados del Referéndum. Un oficialismo soberbio juega sus mejores cartas para imponer su representante sobre una oposición todavía fragmentada que no define su candidato de consenso. La movilización pacífica, entonces, puede ser un contrapeso ideal para refrenar las ambiciones del oficialismo y obligar mediante la presión social a sellar un acuerdo nacional que garantice la vigencia de la democracia, sobre todo, alejando todo signo de confrontación política de fuerza que provoque una espiral de violencia de funestas consecuencias.

Con 35 años de democracia ininterrumpida, ningún boliviano quiere volver a los regímenes militares, al pasado político tradicional y obsoleto, tampoco acepta un modelo de Estado a nombre de Socialismo Comunitario que violenta sus propias reglas. El anhelo común es profundizar la democracia utilizando sus valores dentro la misma democracia como el mejor sistema de convivencia pacífica, cada vez más inclusiva, participativa y transparente. El imaginario colectivo cree que debe surgir el candidato único de oposición, escuchando el mensaje subyacente de la ciudadanía en las calles; lidiar en los comicios del 2019 y ganar con amplio margen a su adversario que garantice legitimidad frente a cualquier intento de fraude electoral. Definir el destino del país en las urnas es mejor que cualquier experimento aventurero armado.

CONTRAPESO LEGITIMO

Una democracia pluralista se caracteriza por garantizar derechos de pensar, decidir y elegir; de contar con una prensa independiente que propicie constantemente el respeto a las ideas con principios de ética y verdad. Una democracia donde prevalezca el derecho a la información como derecho público tan preciado como el aire y el agua. Más allá de la simple comunicación está la información responsable, veraz y ética con fuente confiable protegida por el secreto de imprenta. Si el periodista es depositario de la fe pública es pertinente que no sea político partidario.

Aún se diga que las redes sociales comienzan a convertirse en Cuarto Poder, el slogan todavía es retórico, dependiendo de las circunstancias también puede llamarse primer poder por su capacidad de movilización y presión social. El desafío inmediato de colectivos y plataformas ciudadanas es generar líderes visibles con mejores propuestas y modelos de Estado. La comunidad digital tiene cuerpo y alma, al convertirse en actores de comunicación y protagonistas para opinar sobre los asuntos de Estado, también necesitan autoregularse para ser más eficaces y creíbles.

Finalmente se debe entender que los medios de comunicación en tiempos de globalización son un verdadero poder ideológico muy peligroso en manos de caudillos políticos o de poderes económicos puramente mercantiles. El poder de los medios de comunicación debe estar orientado a mejorar el sistema de valores de la familia, generar pluralismo de opiniones, promover justicia y seguir construyendo una democracia más humana.

Una democracia fuerte basa sus relaciones de poder en el diálogo, transparencia y concertación. Esa clase de democracia reclama la mayoría de los bolivianos. Cuando se rompe el equilibrio, la protesta y resistencia pacíficaen las callesson derechos constitucionales para exigir respeto al imperio de las leyes.Así se recuperó la democracia en octubre de 1982;este periplo comenzócon una histórica huelga de hambre de cuatro mujeres mineras encabezadas por la recordada Domitila Chungara que puso fin a siete años de gobierno militar de Hugo Banzeren 1978, y abrióuna amnistia irresctricta que posibilitó elecciones democráticas, que aún siendo empantanadas, fueron reconocidas para abrir una nueva era democratica.

Una democracia moderna promueve el Pacto Fiscal, fortalece las autonomías regionales, potencia el aparato productivo nacional estatal y privado y sobre todo efectúa una correcta redistribución del ingreso económico para superar gradualmente la pobreza. Una democracia mayoritaria y de consenso defiende y garantiza el estado de derecho.

En regímenes totalitarios del pasado en diversos países, el estado de derecho fracasó y se canceló las garantías constitucionales en nombre de ideologías políticas, supremacías racista, religiosa o étnica. Se cometió crímenes de lesa humanidad y violaciones sistemáticas a las libertades civiles Felizmente, desde 1948 del pasado siglo, las constituciones en casi todas las naciones del mundo reconocen como inmanentes los derechos humanos fundamentales, principios proclamados en documentos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y la Corte Internacional de Derechos Humanos de NN.UU.

Mi opinión: Bolivia acumuló valiosa experiencia en democracia asumiendo sus errores y aciertos, superó su dramática insurgencia construyendo en las últimas tres décadas un destino más común y horizontal, cerrando poco a poco la brecha de la injusticia. La democracia como sistema político que garantiza las libertades, los derechos civiles y la economía competitiva, sigue siendo mejor que el capitalismo depredador y el socialismo utópico; por ello la responsabilidad histórica del momento es no poner en riesgo esta democracia, mantener diálogo y más dialogo entre Estado y Sociedad para garantizar la paz.

INFORMACION EN DEMOCRACIA

La sociedad civil movilizada ahora apuesta convertirse en contrapeso legítimo frente al poder político hegemónico que olvidó fuentes primarias de ética y decencia para gobernar y la menguada oposición a parlamentaria sin fuerza para fiscalizar. La protesta en las calles no es acción directa de masas para instaurar un gobierno obrero-campesino y la dictadura del proletariado como proclaman ortodoxos de la izquierda radical, tampoco un llamado a un golpe militar que desean prohijar políticos de extrema derecha: sólo es desobediencia ante la falta de credibilidad del sistema político que trasciende engaño, burla y cinismo.

Es previsible que el TCP ratifique la resolución 0084 mientras miles de ciudadanos que exigen respeto a los resultados del F21 esperan el pronunciamiento favorable del Tribunal Supremo Electoral declarando vinculante los resultados del Referéndum. Un oficialismo soberbio juega sus mejores cartas para imponer su representante sobre una oposición todavía fragmentada que no define su candidato de consenso. La movilización pacífica, entonces, puede ser un contrapeso ideal para refrenar las ambiciones del oficialismo y obligar mediante la presión social a sellar un acuerdo nacional que garantice la vigencia de la democracia, sobre todo, alejando todo signo de confrontación política de fuerza que provoque una espiral de violencia de funestas consecuencias.

Con 35 años de democracia ininterrumpida, ningún boliviano quiere volver a los regímenes militares, al pasado político tradicional y obsoleto, tampoco acepta un modelo de Estado a nombre de Socialismo Comunitario que violenta sus propias reglas. El anhelo común es profundizar la democracia utilizando sus valores dentro la misma democracia como el mejor sistema de convivencia pacífica, cada vez más inclusiva, participativa y transparente. El imaginario colectivo cree que debe surgir el candidato único de oposición, escuchando el mensaje subyacente de la ciudadanía en las calles; lidiar en los comicios del 2019 y ganar con amplio margen a su adversario que garantice legitimidad frente a cualquier intento de fraude electoral. Definir el destino del país en las urnas es mejor que cualquier experimento aventurero armado.

Una democracia pluralista se caracteriza por garantizar derechos de pensar, decidir y elegir; de contar con una prensa independiente que propicie constantemente el respeto a las ideas con principios de ética y verdad. Una democracia donde prevalezca el derecho a la información como derecho público tan preciado como el aire y el agua. Más allá de la simple comunicación está la información responsable, veraz y ética con fuente confiable protegida por el secreto de imprenta. Si el periodista es depositario de la fe pública es pertinente que no sea político partidario.

Aún se diga que las redes sociales comienzan a convertirse en Cuarto Poder, el slogan todavía es retórico, dependiendo de las circunstancias también puede llamarse primer poder por su capacidad de movilización y presión social. El desafío inmediato de colectivos y plataformas ciudadanas es generar líderes visibles con mejores propuestas y modelos de Estado. La comunidad digital tiene cuerpo y alma, al convertirse en actores de comunicación y protagonistas para opinar sobre los asuntos de Estado, también necesitan autoregularse para ser más eficaces y creíbles.

Finalmente se debe entender que los medios de comunicación en tiempos de globalización son un verdadero poder ideológico muy peligroso en manos de caudillos políticos o de poderes económicos puramente mercantiles. El poder de los medios de comunicación debe estar orientado a mejorar el sistema de valores de la familia, generar pluralismo de opiniones, promover justicia y seguir construyendo una democracia más humana.

Una democracia fuerte basa sus relaciones de poder en el diálogo, transparencia y concertación. Esa clase de democracia reclama la mayoría de los bolivianos. Cuando se rompe el equilibrio, la protesta y resistencia pacíficaen las callesson derechos constitucionales para exigir respeto al imperio de las leyes.Así se recuperó la democracia en octubre de 1982;este periplo comenzócon una histórica huelga de hambre de cuatro mujeres mineras encabezadas por la recordada Domitila Chungara que puso fin a siete años de gobierno militar de Hugo Banzeren 1978, y abrióuna amnistia irresctricta que posibilitó elecciones democráticas, que aún siendo empantanadas, fueron reconocidas para abrir una nueva era democratica.

Una democracia moderna promueve el Pacto Fiscal, fortalece las autonomías regionales, potencia el aparato productivo nacional estatal y privado y sobre todo efectúa una correcta redistribución del ingreso económico para superar gradualmente la pobreza. Una democracia mayoritaria y de consenso defiende y garantiza el estado de derecho.

En regímenes totalitarios del pasado en diversos países, el estado de derecho fracasó y se canceló las garantías constitucionales en nombre de ideologías políticas, supremacías racista, religiosa o étnica. Se cometió crímenes de lesa humanidad y violaciones sistemáticas a las libertades civiles Felizmente, desde 1948 del pasado siglo, las constituciones en casi todas las naciones del mundo reconocen como inmanentes los derechos humanos fundamentales, principios proclamados en documentos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y la Corte Internacional de Derechos Humanos de NN.UU.

Mi opinión: Bolivia acumuló valiosa experiencia en democracia asumiendo sus errores y aciertos, superó su dramática insurgencia construyendo en las últimas tres décadas un destino más común y horizontal, cerrando poco a poco la brecha de la injusticia. La democracia como sistema político que garantiza las libertades, los derechos civiles y la economía competitiva, sigue siendo mejor que el capitalismo depredador y el socialismo utópico; por ello la responsabilidad histórica del momento es no poner en riesgo esta democracia, mantener diálogo y más dialogo entre Estado y Sociedad para garantizar la paz.

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ESTADO DE DERECHO

La sociedad civil movilizada ahora apuesta convertirse en contrapeso legítimo frente al poder político hegemónico que olvidó fuentes primarias de ética y decencia para gobernar y la menguada oposición a parlamentaria sin fuerza para fiscalizar. La protesta en las calles no es acción directa de masas para instaurar un gobierno obrero-campesino y la dictadura del proletariado como proclaman ortodoxos de la izquierda radical, tampoco un llamado a un golpe militar que desean prohijar políticos de extrema derecha: sólo es desobediencia ante la falta de credibilidad del sistema político que trasciende engaño, burla y cinismo.

Es previsible que el TCP ratifique la resolución 0084 mientras miles de ciudadanos que exigen respeto a los resultados del F21 esperan el pronunciamiento favorable del Tribunal Supremo Electoral declarando vinculante los resultados del Referéndum. Un oficialismo soberbio juega sus mejores cartas para imponer su representante sobre una oposición todavía fragmentada que no define su candidato de consenso. La movilización pacífica, entonces, puede ser un contrapeso ideal para refrenar las ambiciones del oficialismo y obligar mediante la presión social a sellar un acuerdo nacional que garantice la vigencia de la democracia, sobre todo, alejando todo signo de confrontación política de fuerza que provoque una espiral de violencia de funestas consecuencias.

Con 35 años de democracia ininterrumpida, ningún boliviano quiere volver a los regímenes militares, al pasado político tradicional y obsoleto, tampoco acepta un modelo de Estado a nombre de Socialismo Comunitario que violenta sus propias reglas. El anhelo común es profundizar la democracia utilizando sus valores dentro la misma democracia como el mejor sistema de convivencia pacífica, cada vez más inclusiva, participativa y transparente. El imaginario colectivo cree que debe surgir el candidato único de oposición, escuchando el mensaje subyacente de la ciudadanía en las calles; lidiar en los comicios del 2019 y ganar con amplio margen a su adversario que garantice legitimidad frente a cualquier intento de fraude electoral. Definir el destino del país en las urnas es mejor que cualquier experimento aventurero armado.

CONTRAPESO LEGITIMO

Una democracia pluralista se caracteriza por garantizar derechos de pensar, decidir y elegir; de contar con una prensa independiente que propicie constantemente el respeto a las ideas con principios de ética y verdad. Una democracia donde prevalezca el derecho a la información como derecho público tan preciado como el aire y el agua. Más allá de la simple comunicación está la información responsable, veraz y ética con fuente confiable protegida por el secreto de imprenta. Si el periodista es depositario de la fe pública es pertinente que no sea político partidario.

Aún se diga que las redes sociales comienzan a convertirse en Cuarto Poder, el slogan todavía es retórico, dependiendo de las circunstancias también puede llamarse primer poder por su capacidad de movilización y presión social. El desafío inmediato de colectivos y plataformas ciudadanas es generar líderes visibles con mejores propuestas y modelos de Estado. La comunidad digital tiene cuerpo y alma, al convertirse en actores de comunicación y protagonistas para opinar sobre los asuntos de Estado, también necesitan autoregularse para ser más eficaces y creíbles.

Finalmente se debe entender que los medios de comunicación en tiempos de globalización son un verdadero poder ideológico muy peligroso en manos de caudillos políticos o de poderes económicos puramente mercantiles. El poder de los medios de comunicación debe estar orientado a mejorar el sistema de valores de la familia, generar pluralismo de opiniones, promover justicia y seguir construyendo una democracia más humana.

Una democracia fuerte basa sus relaciones de poder en el diálogo, transparencia y concertación. Esa clase de democracia reclama la mayoría de los bolivianos. Cuando se rompe el equilibrio, la protesta y resistencia pacíficaen las callesson derechos constitucionales para exigir respeto al imperio de las leyes.Así se recuperó la democracia en octubre de 1982;este periplo comenzócon una histórica huelga de hambre de cuatro mujeres mineras encabezadas por la recordada Domitila Chungara que puso fin a siete años de gobierno militar de Hugo Banzeren 1978, y abrióuna amnistia irresctricta que posibilitó elecciones democráticas, que aún siendo empantanadas, fueron reconocidas para abrir una nueva era democratica.

Una democracia moderna promueve el Pacto Fiscal, fortalece las autonomías regionales, potencia el aparato productivo nacional estatal y privado y sobre todo efectúa una correcta redistribución del ingreso económico para superar gradualmente la pobreza. Una democracia mayoritaria y de consenso defiende y garantiza el estado de derecho.

En regímenes totalitarios del pasado en diversos países, el estado de derecho fracasó y se canceló las garantías constitucionales en nombre de ideologías políticas, supremacías racista, religiosa o étnica. Se cometió crímenes de lesa humanidad y violaciones sistemáticas a las libertades civiles Felizmente, desde 1948 del pasado siglo, las constituciones en casi todas las naciones del mundo reconocen como inmanentes los derechos humanos fundamentales, principios proclamados en documentos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y la Corte Internacional de Derechos Humanos de NN.UU.

Mi opinión: Bolivia acumuló valiosa experiencia en democracia asumiendo sus errores y aciertos, superó su dramática insurgencia construyendo en las últimas tres décadas un destino más común y horizontal, cerrando poco a poco la brecha de la injusticia. La democracia como sistema político que garantiza las libertades, los derechos civiles y la economía competitiva, sigue siendo mejor que el capitalismo depredador y el socialismo utópico; por ello la responsabilidad histórica del momento es no poner en riesgo esta democracia, mantener diálogo y más dialogo entre Estado y Sociedad para garantizar la paz.

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La sociedad civil movilizada ahora apuesta convertirse en contrapeso legítimo frente al poder político hegemónico que olvidó fuentes primarias de ética y decencia para gobernar y la menguada oposición a parlamentaria sin fuerza para fiscalizar. La protesta en las calles no es acción directa de masas para instaurar un gobierno obrero-campesino y la dictadura del proletariado como proclaman ortodoxos de la izquierda radical, tampoco un llamado a un golpe militar que desean prohijar políticos de extrema derecha: sólo es desobediencia ante la falta de credibilidad del sistema político que trasciende engaño, burla y cinismo.

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Aún se diga que las redes sociales comienzan a convertirse en Cuarto Poder, el slogan todavía es retórico, dependiendo de las circunstancias también puede llamarse primer poder por su capacidad de movilización y presión social. El desafío inmediato de colectivos y plataformas ciudadanas es generar líderes visibles con mejores propuestas y modelos de Estado. La comunidad digital tiene cuerpo y alma, al convertirse en actores de comunicación y protagonistas para opinar sobre los asuntos de Estado, también necesitan autoregularse para ser más eficaces y creíbles.

Finalmente se debe entender que los medios de comunicación en tiempos de globalización son un verdadero poder ideológico muy peligroso en manos de caudillos políticos o de poderes económicos puramente mercantiles. El poder de los medios de comunicación debe estar orientado a mejorar el sistema de valores de la familia, generar pluralismo de opiniones, promover justicia y seguir construyendo una democracia más humana.

ESTADO DE DERECHO

Una democracia fuerte basa sus relaciones de poder en el diálogo, transparencia y concertación. Esa clase de democracia reclama la mayoría de los bolivianos. Cuando se rompe el equilibrio, la protesta y resistencia pacíficaen las callesson derechos constitucionales para exigir respeto al imperio de las leyes.Así se recuperó la democracia en octubre de 1982;este periplo comenzócon una histórica huelga de hambre de cuatro mujeres mineras encabezadas por la recordada Domitila Chungara que puso fin a siete años de gobierno militar de Hugo Banzeren 1978, y abrióuna amnistia irresctricta que posibilitó elecciones democráticas, que aún siendo empantanadas, fueron reconocidas para abrir una nueva era democratica.

Una democracia moderna promueve el Pacto Fiscal, fortalece las autonomías regionales, potencia el aparato productivo nacional estatal y privado y sobre todo efectúa una correcta redistribución del ingreso económico para superar gradualmente la pobreza. Una democracia mayoritaria y de consenso defiende y garantiza el estado de derecho.

En regímenes totalitarios del pasado en diversos países, el estado de derecho fracasó y se canceló las garantías constitucionales en nombre de ideologías políticas, supremacías racista, religiosa o étnica. Se cometió crímenes de lesa humanidad y violaciones sistemáticas a las libertades civiles Felizmente, desde 1948 del pasado siglo, las constituciones en casi todas las naciones del mundo reconocen como inmanentes los derechos humanos fundamentales, principios proclamados en documentos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y la Corte Internacional de Derechos Humanos de NN.UU.

Mi opinión: Bolivia acumuló valiosa experiencia en democracia asumiendo sus errores y aciertos, superó su dramática insurgencia construyendo en las últimas tres décadas un destino más común y horizontal, cerrando poco a poco la brecha de la injusticia. La democracia como sistema político que garantiza las libertades, los derechos civiles y la economía competitiva, sigue siendo mejor que el capitalismo depredador y el socialismo utópico; por ello la responsabilidad histórica del momento es no poner en riesgo esta democracia, mantener diálogo y más dialogo entre Estado y Sociedad para garantizar la paz.

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La sociedad civil movilizada ahora apuesta convertirse en contrapeso legítimo frente al poder político hegemónico que olvidó fuentes primarias de ética y decencia para gobernar y la menguada oposición a parlamentaria sin fuerza para fiscalizar. La protesta en las calles no es acción directa de masas para instaurar un gobierno obrero-campesino y la dictadura del proletariado como proclaman ortodoxos de la izquierda radical, tampoco un llamado a un golpe militar que desean prohijar políticos de extrema derecha: sólo es desobediencia ante la falta de credibilidad del sistema político que trasciende engaño, burla y cinismo.

Es previsible que el TCP ratifique la resolución 0084 mientras miles de ciudadanos que exigen respeto a los resultados del F21 esperan el pronunciamiento favorable del Tribunal Supremo Electoral declarando vinculante los resultados del Referéndum. Un oficialismo soberbio juega sus mejores cartas para imponer su representante sobre una oposición todavía fragmentada que no define su candidato de consenso. La movilización pacífica, entonces, puede ser un contrapeso ideal para refrenar las ambiciones del oficialismo y obligar mediante la presión social a sellar un acuerdo nacional que garantice la vigencia de la democracia, sobre todo, alejando todo signo de confrontación política de fuerza que provoque una espiral de violencia de funestas consecuencias.

Con 35 años de democracia ininterrumpida, ningún boliviano quiere volver a los regímenes militares, al pasado político tradicional y obsoleto, tampoco acepta un modelo de Estado a nombre de Socialismo Comunitario que violenta sus propias reglas. El anhelo común es profundizar la democracia utilizando sus valores dentro la misma democracia como el mejor sistema de convivencia pacífica, cada vez más inclusiva, participativa y transparente. El imaginario colectivo cree que debe surgir el candidato único de oposición, escuchando el mensaje subyacente de la ciudadanía en las calles; lidiar en los comicios del 2019 y ganar con amplio margen a su adversario que garantice legitimidad frente a cualquier intento de fraude electoral. Definir el destino del país en las urnas es mejor que cualquier experimento aventurero armado.

Una democracia pluralista se caracteriza por garantizar derechos de pensar, decidir y elegir; de contar con una prensa independiente que propicie constantemente el respeto a las ideas con principios de ética y verdad. Una democracia donde prevalezca el derecho a la información como derecho público tan preciado como el aire y el agua. Más allá de la simple comunicación está la información responsable, veraz y ética con fuente confiable protegida por el secreto de imprenta. Si el periodista es depositario de la fe pública es pertinente que no sea político partidario.

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Finalmente se debe entender que los medios de comunicación en tiempos de globalización son un verdadero poder ideológico muy peligroso en manos de caudillos políticos o de poderes económicos puramente mercantiles. El poder de los medios de comunicación debe estar orientado a mejorar el sistema de valores de la familia, generar pluralismo de opiniones, promover justicia y seguir construyendo una democracia más humana.

. Redacción:
Simón Alberto Figueroa Reynaga

Periodista, Editor General de TEMAScbba, Miembro de la Sociedad de Editores y Redactores SER Cochabamba

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3 Comentarios

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