RAMIRO ORTEGA, PASION POR EL HUMOR
RAMIRO ORTEGA, PASION POR EL HUMOR
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Sus conocimientos son un aporte invalorable al proceso de enseñanza y aprendizaje en favor de la niñez considerada una veta inexplorada y que siempre requiere desde temprana edad el adecuado material para potenciar su creatividad.
Constantino Rojas Burgos
20 de septiembre de 2024
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RAMIRO ORTEGA: Ilustrador de cuentos y libros infantiles

Es dibujante, ilustrador de libros, cuentos infantiles y escolares, incursionó en el comic, la historieta y la caricatura. Trabajó en el periódico Los Tiempos por espacio de 12 años como productor independiente siendo dibujante publicista.

Posteriormente, se incorporó al periódico Opinión para producir la revista de los viernes de humor político denominado Escrúpulos con tres años de vigencia, 1988 al ’90, teniendo como personajes a Hugo Banzer Suarez, Jaime Paz Zamora, Gonzalo Sánchez de Lozada, con el propósito de hacer reír y apuntar a la crítica, con ironía y la picardía que caracteriza a un caricaturista.

Ramiro Ortega nació en Mizque, en el Cono Sur del departamento de Cochabamba el año 1950, recuerda que sus abuelos tenían tierras y que después de la revolución nacional del año 1952 tuvieron que radicar en la ciudad de Cochabamba por la calle Esteban Arce, en la casa de propiedad de sus abuelos, que además estaban alquilados a palestinos, turcos, y judíos que habían escapado de la Segunda Guerra Mundial.

DIALOGO ABIERTO

Trae a los recuerdos a José Issa, Salvador Asbun, entre otros, que eran inquilinos de sus abuelos.

“Tuve una niñez sana, linda, de mucha creatividad e imaginación”, asegura Ortega, a tiempo recordar que entre los 4 a 10 años, las calles Esteban Arce, Ladislao Cabrera y Calama tenían una “pandilla” y unas ideas locas, que después le permitirían desarrollar el arte del dibujo.

 Su mamá, —de pollera—, y lo dice con mucho orgullo, ha sido la fuente de inspiración para sacar a flote sus habilidades y destrezas que se irían plasmando en un oficio que le permitió vivir del arte y de su disciplina para el trabajo.

La primaria estudió en la Escuela Juan Crisóstomo Carrillo de la que guarda malos recuerdos. Expulsado en varias ocasiones porque el director le pedía un segundo apellido, asegura que en aquel tiempo pudo conocer el acoso escolar que sufría de la autoridad educativa, ahora conocida como bullying. Se cambió de escuela a la Facundo Quiroga y trae a la memoria a su compañero de curso del Dr. Gonzalo Montero Lara con quien publicaron un libro de corte humorístico titulado “De plumas y escalpelos” y también “Punto G. Amor con humor… se paga”.

Dice ser uno de los alumnos fundadores del Colegio Mejillones en Ciclo Secundario, por la circunstancia económica se cambió al Colegio Nocturno el José Antonio Arce, de manera que trabajaba de día y estudiaba de noche.

GRATOS RECUERDOS

Luego se inscribió a la Academia de Artes Plásticas Raúl G. Prada y después de aprobar un año no pudo dar continuidad a sus estudios que reconoce, fueron una buena base teórica, pero su vocación de artista se fue desarrollando de manera autodidacta hasta lograr trabajos de acuarela, óleo, escultura y dibujos en general, además ahora de utilizar las bondades de las tecnologías para el dibujo digital.

Los textos que Ramiro Ortega logra ilustrar son cuentos infantiles, textos de apoyo educativo para la enseñanza escolar como “Beto, el Alfabeto”, “Fle y Fla ¿Y si no fuera cuento?”, “Un dragón de Sipe Sipe”, Cumpa Conejo” entre otros, de autores como las escritoras y profesoras Velia Calvimontes, Aida Soria Galvarro, Norma Mayorga, María Luisa Caero, —entre otras— que le encomiendan ilustrar libros y permitir una retrospectiva para sentirse niño y expresar a través de los dibujos , sentimientos, emociones, movimiento, de manera que las ilustraciones permitan captar mejor la lectura de los textos en un proceso de aprendizaje donde debe prevalecer la imagen.

Ramiro Ortega se siente satisfecho por el aporte de material educativo en el proceso de enseñanza y aprendizaje que los niños requieren desde temprana edad y que el Kindergarten, es una veta inexplorada a la que quiere llegar en el futuro con producción propia. “Esto ahora es parte de mi vida y tiene que continuar”, señala el artista.

Trae a los recuerdos a José Issa, Salvador Asbun, entre otros, que eran inquilinos de sus abuelos.

“Tuve una niñez sana, linda, de mucha creatividad e imaginación”, asegura Ortega, a tiempo recordar que entre los 4 a 10 años, las calles Esteban Arce, Ladislao Cabrera y Calama tenían una “pandilla” y unas ideas locas, que después le permitirían desarrollar el arte del dibujo.

 Su mamá, —de pollera—, y lo dice con mucho orgullo, ha sido la fuente de inspiración para sacar a flote sus habilidades y destrezas que se irían plasmando en un oficio que le permitió vivir del arte y de su disciplina para el trabajo.

La primaria estudió en la Escuela Juan Crisóstomo Carrillo de la que guarda malos recuerdos. Expulsado en varias ocasiones porque el director le pedía un segundo apellido, asegura que en aquel tiempo pudo conocer el acoso escolar que sufría de la autoridad educativa, ahora conocida como bullying. Se cambió de escuela a la Facundo Quiroga y trae a la memoria a su compañero de curso del Dr. Gonzalo Montero Lara con quien publicaron un libro de corte humorístico titulado “De plumas y escalpelos” y también “Punto G. Amor con humor… se paga”.

Dice ser uno de los alumnos fundadores del Colegio Mejillones en Ciclo Secundario, por la circunstancia económica se cambió al Colegio Nocturno el José Antonio Arce, de manera que trabajaba de día y estudiaba de noche.

Luego se inscribió a la Academia de Artes Plásticas Raúl G. Prada y después de aprobar un año no pudo dar continuidad a sus estudios que reconoce, fueron una buena base teórica, pero su vocación de artista se fue desarrollando de manera autodidacta hasta lograr trabajos de acuarela, óleo, escultura y dibujos en general, además ahora de utilizar las bondades de las tecnologías para el dibujo digital.

Los textos que Ramiro Ortega logra ilustrar son cuentos infantiles, textos de apoyo educativo para la enseñanza escolar como “Beto, el Alfabeto”, “Fle y Fla ¿Y si no fuera cuento?”, “Un dragón de Sipe Sipe”, Cumpa Conejo” entre otros, de autores como las escritoras y profesoras Velia Calvimontes, Aida Soria Galvarro, Norma Mayorga, María Luisa Caero, —entre otras— que le encomiendan ilustrar libros y permitir una retrospectiva para sentirse niño y expresar a través de los dibujos , sentimientos, emociones, movimiento, de manera que las ilustraciones permitan captar mejor la lectura de los textos en un proceso de aprendizaje donde debe prevalecer la imagen.

Ramiro Ortega se siente satisfecho por el aporte de material educativo en el proceso de enseñanza y aprendizaje que los niños requieren desde temprana edad y que el Kindergarten, es una veta inexplorada a la que quiere llegar en el futuro con producción propia. “Esto ahora es parte de mi vida y tiene que continuar”, señala el artista.

GRATOS RECUERDOS
DIALOGO ABIERTO

Trae a los recuerdos a José Issa, Salvador Asbun, entre otros, que eran inquilinos de sus abuelos.

“Tuve una niñez sana, linda, de mucha creatividad e imaginación”, asegura Ortega, a tiempo recordar que entre los 4 a 10 años, las calles Esteban Arce, Ladislao Cabrera y Calama tenían una “pandilla” y unas ideas locas, que después le permitirían desarrollar el arte del dibujo.

 Su mamá, —de pollera—, y lo dice con mucho orgullo, ha sido la fuente de inspiración para sacar a flote sus habilidades y destrezas que se irían plasmando en un oficio que le permitió vivir del arte y de su disciplina para el trabajo.

La primaria estudió en la Escuela Juan Crisóstomo Carrillo de la que guarda malos recuerdos. Expulsado en varias ocasiones porque el director le pedía un segundo apellido, asegura que en aquel tiempo pudo conocer el acoso escolar que sufría de la autoridad educativa, ahora conocida como bullying. Se cambió de escuela a la Facundo Quiroga y trae a la memoria a su compañero de curso del Dr. Gonzalo Montero Lara con quien publicaron un libro de corte humorístico titulado “De plumas y escalpelos” y también “Punto G. Amor con humor… se paga”.

Dice ser uno de los alumnos fundadores del Colegio Mejillones en Ciclo Secundario, por la circunstancia económica se cambió al Colegio Nocturno el José Antonio Arce, de manera que trabajaba de día y estudiaba de noche.

GRATOS RECUERDOS
DIALOGO ABIERTO

Luego se inscribió a la Academia de Artes Plásticas Raúl G. Prada y después de aprobar un año no pudo dar continuidad a sus estudios que reconoce, fueron una buena base teórica, pero su vocación de artista se fue desarrollando de manera autodidacta hasta lograr trabajos de acuarela, óleo, escultura y dibujos en general, además ahora de utilizar las bondades de las tecnologías para el dibujo digital.

Los textos que Ramiro Ortega logra ilustrar son cuentos infantiles, textos de apoyo educativo para la enseñanza escolar como “Beto, el Alfabeto”, “Fle y Fla ¿Y si no fuera cuento?”, “Un dragón de Sipe Sipe”, Cumpa Conejo” entre otros, de autores como las escritoras y profesoras Velia Calvimontes, Aida Soria Galvarro, Norma Mayorga, María Luisa Caero, —entre otras— que le encomiendan ilustrar libros y permitir una retrospectiva para sentirse niño y expresar a través de los dibujos , sentimientos, emociones, movimiento, de manera que las ilustraciones permitan captar mejor la lectura de los textos en un proceso de aprendizaje donde debe prevalecer la imagen.

Ramiro Ortega se siente satisfecho por el aporte de material educativo en el proceso de enseñanza y aprendizaje que los niños requieren desde temprana edad y que el Kindergarten, es una veta inexplorada a la que quiere llegar en el futuro con producción propia. “Esto ahora es parte de mi vida y tiene que continuar”, señala el artista.

DIALOGO ABIERTO
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Trae a los recuerdos a José Issa, Salvador Asbun, entre otros, que eran inquilinos de sus abuelos.

“Tuve una niñez sana, linda, de mucha creatividad e imaginación”, asegura Ortega, a tiempo recordar que entre los 4 a 10 años, las calles Esteban Arce, Ladislao Cabrera y Calama tenían una “pandilla” y unas ideas locas, que después le permitirían desarrollar el arte del dibujo.

 Su mamá, —de pollera—, y lo dice con mucho orgullo, ha sido la fuente de inspiración para sacar a flote sus habilidades y destrezas que se irían plasmando en un oficio que le permitió vivir del arte y de su disciplina para el trabajo.

La primaria estudió en la Escuela Juan Crisóstomo Carrillo de la que guarda malos recuerdos. Expulsado en varias ocasiones porque el director le pedía un segundo apellido, asegura que en aquel tiempo pudo conocer el acoso escolar que sufría de la autoridad educativa, ahora conocida como bullying. Se cambió de escuela a la Facundo Quiroga y trae a la memoria a su compañero de curso del Dr. Gonzalo Montero Lara con quien publicaron un libro de corte humorístico titulado “De plumas y escalpelos” y también “Punto G. Amor con humor… se paga”.

Dice ser uno de los alumnos fundadores del Colegio Mejillones en Ciclo Secundario, por la circunstancia económica se cambió al Colegio Nocturno el José Antonio Arce, de manera que trabajaba de día y estudiaba de noche.

Luego se inscribió a la Academia de Artes Plásticas Raúl G. Prada y después de aprobar un año no pudo dar continuidad a sus estudios que reconoce, fueron una buena base teórica, pero su vocación de artista se fue desarrollando de manera autodidacta hasta lograr trabajos de acuarela, óleo, escultura y dibujos en general, además ahora de utilizar las bondades de las tecnologías para el dibujo digital.

Los textos que Ramiro Ortega logra ilustrar son cuentos infantiles, textos de apoyo educativo para la enseñanza escolar como “Beto, el Alfabeto”, “Fle y Fla ¿Y si no fuera cuento?”, “Un dragón de Sipe Sipe”, Cumpa Conejo” entre otros, de autores como las escritoras y profesoras Velia Calvimontes, Aida Soria Galvarro, Norma Mayorga, María Luisa Caero, —entre otras— que le encomiendan ilustrar libros y permitir una retrospectiva para sentirse niño y expresar a través de los dibujos , sentimientos, emociones, movimiento, de manera que las ilustraciones permitan captar mejor la lectura de los textos en un proceso de aprendizaje donde debe prevalecer la imagen.

Ramiro Ortega se siente satisfecho por el aporte de material educativo en el proceso de enseñanza y aprendizaje que los niños requieren desde temprana edad y que el Kindergarten, es una veta inexplorada a la que quiere llegar en el futuro con producción propia. “Esto ahora es parte de mi vida y tiene que continuar”, señala el artista.

DIALOGO ABIERTO
GRATOS RECUERDOS
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Trae a los recuerdos a José Issa, Salvador Asbun, entre otros, que eran inquilinos de sus abuelos.

“Tuve una niñez sana, linda, de mucha creatividad e imaginación”, asegura Ortega, a tiempo recordar que entre los 4 a 10 años, las calles Esteban Arce, Ladislao Cabrera y Calama tenían una “pandilla” y unas ideas locas, que después le permitirían desarrollar el arte del dibujo.

 Su mamá, —de pollera—, y lo dice con mucho orgullo, ha sido la fuente de inspiración para sacar a flote sus habilidades y destrezas que se irían plasmando en un oficio que le permitió vivir del arte y de su disciplina para el trabajo.

La primaria estudió en la Escuela Juan Crisóstomo Carrillo de la que guarda malos recuerdos. Expulsado en varias ocasiones porque el director le pedía un segundo apellido, asegura que en aquel tiempo pudo conocer el acoso escolar que sufría de la autoridad educativa, ahora conocida como bullying. Se cambió de escuela a la Facundo Quiroga y trae a la memoria a su compañero de curso del Dr. Gonzalo Montero Lara con quien publicaron un libro de corte humorístico titulado “De plumas y escalpelos” y también “Punto G. Amor con humor… se paga”.

Dice ser uno de los alumnos fundadores del Colegio Mejillones en Ciclo Secundario, por la circunstancia económica se cambió al Colegio Nocturno el José Antonio Arce, de manera que trabajaba de día y estudiaba de noche.

Luego se inscribió a la Academia de Artes Plásticas Raúl G. Prada y después de aprobar un año no pudo dar continuidad a sus estudios que reconoce, fueron una buena base teórica, pero su vocación de artista se fue desarrollando de manera autodidacta hasta lograr trabajos de acuarela, óleo, escultura y dibujos en general, además ahora de utilizar las bondades de las tecnologías para el dibujo digital.

Los textos que Ramiro Ortega logra ilustrar son cuentos infantiles, textos de apoyo educativo para la enseñanza escolar como “Beto, el Alfabeto”, “Fle y Fla ¿Y si no fuera cuento?”, “Un dragón de Sipe Sipe”, Cumpa Conejo” entre otros, de autores como las escritoras y profesoras Velia Calvimontes, Aida Soria Galvarro, Norma Mayorga, María Luisa Caero, —entre otras— que le encomiendan ilustrar libros y permitir una retrospectiva para sentirse niño y expresar a través de los dibujos , sentimientos, emociones, movimiento, de manera que las ilustraciones permitan captar mejor la lectura de los textos en un proceso de aprendizaje donde debe prevalecer la imagen.

Ramiro Ortega se siente satisfecho por el aporte de material educativo en el proceso de enseñanza y aprendizaje que los niños requieren desde temprana edad y que el Kindergarten, es una veta inexplorada a la que quiere llegar en el futuro con producción propia. “Esto ahora es parte de mi vida y tiene que continuar”, señala el artista.

. Redacción:
Constantino Rojas Burgos

Periodista, Investigador y Docente Universitario, miembro de la Sociedad de Editores y Redactores l SER Cochabamba

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