El civismo boliviano ocupó en los últimos 15 años el mismo espacio de lucha con los partidos políticos de oposición reivindicando las autonomías contra el centralismo y la burocracia estatal, 2008, y respeto al Referendo, 2016, en abierta confrontación al gobierno de Evo Morales. Las dos movilizaciones nacionales epilogaron en fracaso por la sutil estratagema utilizada por el régimen.
En 2008 el gobierno derrotó a sus adversarios con la consigna “separatismo” y “golpe de estado cívico-prefectural” sin aclarar fehacientemente en 10 años los sucesos del Hotel “Las Américas” en Santa Cruz de cuyo caso siguen detenidos varios ciudadanos sin sentencia y otros prófugos como sospechosos. En 2016 postergó las aspiraciones de las plataformas ciudadanas que buscaban frenar el prorroguismo de Morales. La esperanza de renovar el escenario político con un solo bloque de oposición con liderazgo joven fue aplazada indefinidamente con la aprobación de la Ley de Organizaciones Políticas (LOP) que devolvió su estatus a los tradicionales partidos políticos.
A seis meses de las elecciones presidenciales (20 de octubre) la cohesión de las plataformas ciudadanas es inexistente. Algunas fueron coaptadas por los partidos opositores donde sus líderes se acomodaron como fichas de ajedrez en espacios subalternos para ser candidatos a la Asamblea Legislativa eclipsando el horizonte de impulsar una candidatura joven.
Otras aisladas plataformas persisten en el respeto al 21F a la espera de un pronunciamiento de la CIDH mediante cartas de solicitud de apoyo a los presidentes de Brasil y Colombia para evitar la candidatura de Morales que según encuestas y sondeos de opinión se encuentra en primer lugar de la intención de voto.
Morales aparece más fortalecido y el estigma de la “media luna” (Pando, Beni y Santa Cruz) ya no existe mientras la floreciente Santa Cruz se convierte en su “hija predilecta” tras el fuerte compromiso con la poderosa empresa privada agropecuaria del oriente para impulsar la industria del etanol abriendo más la frontera agrícola en desmedro de los derechos de la Madre Tierra y la noble causa de lucha contra el calentamiento global. El influyente sector podría ser un aliado a la hora de las decisiones.
El nuevo tejido político-electoral hacia octubre –en perspectiva- está definido con una COB-CSUTCB-Bartolinas que integran CONALCAM, Consejo Nacional por el Cambio, como sustento del Presidente. Históricos ex dirigentes cobistas justificaron su alianza argumentando que Evo es su afiliado en el poder, por tanto, legítimo conductor del “proceso de cambio”
El movimiento cívico nacional con capacidad de movilización y que en los últimos 15 años estuvo indirectamente supeditado a los partidos políticos no articula un ideal común de unidad para fiscalizar al poder público. Algunos de sus representantes, más bien, ejercen partidismo encubierto.
El civismo es concomitante con la política, su dinámica es la defensa de los derechos civiles de la ciudadanía frente a los poderes públicos, en extremos, realizando paros y bloqueos hasta el desacato civil amparados por la misma Constitución. La sociedad organizada, entonces, siempre estará representada por un civismo con elevada percepción política que no es igual a la táctica sectaria partidaria. La nueva dinámica de la dirigencia cívica precisa renovar su conciencia cívica y política para convertirse en legítima representación de la ciudadanía sin partido. El apartidismo le daría confianza y respeto, entonces, sería más efectivo luchar por los derechos del ciudadano y cumplir un escrupuloso escrutinio sobre el manejo de los recursos económicos que pertenecen al pueblo.
El poder (político, legislativo, judicial y mediático) tiene obligación de rendir cuentas con transparencia y honestidad a la gente que también tiene derecho de exigir sanciones penales para los que incurren en ilícitos contrarios a la Ley. La democracia es el sistema que mejores resultados tiene en todas las naciones, no obstante que algunos estados se proclamen comunistas o socialistas por el control que tienen sobre los medios de producción y la industria estratégica. En Bolivia, por ejemplo, prevalece el sistema democrático, así el gobierno sea de izquierda. Su política social tiene corte socialista por el control estatal los recursos naturales y las empresas estratégicas aunque su modelo económico siga sujeto a la economía capitalista mundial con fuerte presencia de compañías multinacionales que exploran y explotan la riqueza nacional.
En democracia la lucha de contrarios que genera el antagonismo de clases continúa en constante, pero, al mismo tiempo, la democracia se fortalece así las masas desorganizadas intenten destruirla. Si la democracia es y seguirá siendo el mejor sistema, el civismo tiene que ser un contrapeso frente al poder establecido y el accionar de los partidos políticos. El civismo nunca tendría que estar supeditado al maridaje de los poderes políticos, económicos, religiosos y mediáticos.
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