En los últimos 40 años, la democracia boliviana registró episodios sangrientos por el control del poder; “Guerra del Agua” (2000) “Guerra del Gas” (2003), renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada y la crisis de 2019, cuando las plataformas ciudadanas hostiles al presidente Evo Morales lograron alejarlo del poder con apoyo de un motín policial y pronunciamiento de las FF.AA. acusándole de totalitario.
En octubre de 2020, el MAS volvió al poder con Luis Arce y David Choquehuanca, desde entonces sus estrategas perfilan un proyecto de convertir al MAS en partido hegemónico para retener el poder después de 2025 ante la ausencia de un amplio frente político de oposición.
Un bloque anti MAS autodefinido poder ciudadano en las calles por la experiencia de 2019 podría resurgir para defender la democracia representativa y participativa frente a la expansión del partido de gobierno, expresó Nicolás Rojas, ex dirigente de las plataformas.
“En la mayoría de naciones democráticas incluyendo algunas con gobiernos socialistas, rige un sistema político pluralista de autocontrol para evitar derivas autoritarias y totalitarismo”, afirmó como hipótesis el politólogo Carlos Sotomayor, del Grupo Análisis y Opinión, GAO.
Ante esa realidad, sugiere preservar y fortalecer la actual democracia con sus profundas divergencias ideológicas hacia una interrelación respetuosa y tolerante entre partidos políticos de izquierda y derecha mejor organizados.
El 31 de diciembre de 2021 expiró el plazo para adecuar estatutos de los partidos a la Ley 1096 y hasta el próximo 7 de marzo deben presentar listas de sus militantes respetando el mínimo de 1.5% del actual Padrón Electoral y de no hacerlo perderían su personería jurídica. El MAS sobrepasó ese porcentaje y su estatuto fue aceptado en la etapa preliminar. Los estatutos de una mayoría de los partidos políticos fueron observados por no cumplir lineamientos sobre despatriarcalización.
Las fricciones internas en el MAS, Sotomayor las calificó de fenómeno pasajero reiterado en otros partidos grandes en el pasado. El peligro de escisión no existe porque la unidad partidaria es superior al desgaste de imagen por errores propios, como la exigencia desmedida de excluir ministros “técnicos” y reemplazarlos por “políticos” en medio de una fuerte campaña antigubernamental por las detenciones de dirigentes civiles y militares acusados por los sucesos de octubre y noviembre. Una posible división conlleva consecuencias irreversibles para el proceso de cambio y para la continuidad del Estado Plurinacional. “En el MAS nadie acepta ese riesgo”, puntualizó.
El 12 de abril de 2017, se formó el “Grupo de los Seis”, con los ex presidentes Carlos Mesa y Jorge Quiroga, junto con Víctor Hugo Cárdenas, Rubén Costas, Luis Revilla y Samuel Doria Medina. Firmaron una declaración conjunta en defensa de la Democracia, la Constitución, Justicia y los Derechos Humanos con fuertes críticas al gobierno de Evo Morales, mostrandose como la esperanza de unidad política de la oposición. Del llamado “G-6”, hoy no existe nada, sólo Mesa sigue en carrera.
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