La sede de gobierno se convierte en polvorín a punto de estallar durante las primeras horas del domingo 10 de noviembre de 2019, llegando la crisis político-electoral a su cúspide tras la determinante posición asumida por el presidente de la OEA, Luis Almagro, quién en la madrugada de ese día, desahucia los resultados de las elecciones presidenciales del 20 de octubre.
Sectores movilizados a favor y en contra del gobierno, sólo esperan conocer la posición del poder militar, factor de equilibrio en momentos de máxima tensión política para preservar el orden constitucional o bien inclinar una acción de fuerza llevando agua a su molino. La crisis, aparentemente, no avizora una salida pacífica, aunque algunos importantes funcionarios del gobierno todavía confían en la fidelidad de las FF.AA.
Cerca de las 15.00 horas, se despeja la confusa situación cuando aparece en la sala de conferencias del Estado Mayor, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas del Estado Plurinacional de Bolivia, Gral. Williams Kalimán Romero, rodeado del su Alto Mando portando en la mano hojas de papel. Antes de dirigirse a los periodistas se retira del recinto sin ninguna explicación demorando su ausencia varios minutos antes de reaparecer.
Algunos jefes militares comprometidos con la revuelta dudan de la posición personal del Gral. Kaliman por una supuesta lealtad con el Presidente tras ser visible su presencia en manifestaciones públicas de apoyo luciendo ropa civil. El Gral. Kalimán, refleja adhesión al proceso de cambio para disgusto de jefes militares contrarios al régimen. Creen muy difícil un acto de insubordinación del Comandante en Jefe y desconfían de las nuevas promociones de militares mestizos, muchos de ellos con mando en unidades, hijos de campesinos con formación política en la Escuela Militar Anti-imperialista asentada en Santa Cruz.
Horas previas al momento definitorio, exigen al Gral. Kalimán impartir una orden urgente para la salida de tropas militares y controlar posibles actos de violencia de organizaciones sociales de El Alto descendiendo en multitudinaria marcha por la autopista hacia Plaza Murillo gritando en voz alta la consigna:
“¡¡Ahora sí, guerra civil!!”.
El Alto Mando Militar delibera en absoluta reserva ante la ausencia de una clara respuesta del gobierno frente a la crisis política y el posible desenlace de violentos enfrentamientos de consecuencias imprevisibles. En ese crucial momento circula la versión sobre la existencia de un grupo secreto de coroneles dispuestos a tomar como rehenes a los comandantes de las tres fuerzas, en especial, al general Kalimán, si acaso no toma la decisión correcta y esperada: militarizar las calles y las carreteras para evitar derramamiento de sangre. La presión desde diferentes flancos, obliga al Gral. Williams Kalimán, rodeado del Alto Mando Militar, a fijar la posición de las FF.AA:
“…Ante la escalada de conflicto que atraviesa el país, velando por la vida y la seguridad de la población, sugerimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato presidencial permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia…”, dice el jefe militar.
Las FF.AA. sugieren la renuncia del Presidente Constitucional del Estado Plurinacional, en nombre de la “pacificación” y “estabilidad”. En la historia de los golpes de Estado en Bolivia, los militares nunca han sugerido públicamente la dimisión de un presidente por ser institución de carácter vertical y no deliberativo cuyo mando superior recae en su Capitán General, el Presidente en funciones.
El Alto Mando Militar ipso facto desconoce la jerarquía suprema del presidente Evo Morales y toma decisiones más allá de sus facultades constitucionales disponiendo la salida de sus tropas en carros de asalto sólo a conminatoria de la senadora Jeanine Añez Chávez. El día 11 de noviembre, ella, se autoproclama presidenta del Senado Nacional y desde ese cargo, en carta pública dirigida al comandante de las FF.AA. (Gral. Kalimán), advierte que él será responsable de registrarse posibles nuevos enfrentamientos por incumplimiento de deberes. Es una orden de acatamiento y cumplimiento obligatorio sin atenuantes ni agravantes. Ya no importa las consecuencias posteriores.
La “sugerencia” busca la caída del Presidente sin un arañazo.
Las FF.AA. no emplazan tanques artillados frente a Palacio de Gobierno, tampoco es visible la figura de ningún jefe militar encabezando una “aventura golpista”. El poder militar sólo sugiere la renuncia aparentando seriedad, responsabilidad y compromiso con la Patria. La casta militar dominante hasta 1981 del siglo pasado, siempre tuvo militancia ideológica enconada en cuatro paredes de sus cuarteles entre ultraconservadores y progresistas decantando preferencias y antagonismos en reserva. Su hegemonía ancestral al final conserva su esencia militarista cuando su misión debe ser anticomunista.
En noviembre de 2019, se evapora la supuesta fidelidad pública de los militares a su Capitán General ante el saludo presidencial… ¡¡Patria o muerte!!…y la rotunda respuesta en coro general… ¡¡Venceremos!! No se evidencia inquietud o pronunciamiento de alguna unidad castrense dispuesta a defender al régimen ante la renuncia del Presidente y se admite como cruel realidad la fatua existencia de la Escuela Militar Antiimperialista.
La posición institucional de las FF.AA. inclina la balanza en favor de la oposición política y cívica acelerando como necesidad histórica la búsqueda del mecanismo legal más idóneo de la futura transición pos-Evo en el marco de la Constitución. La estrategia de los conspiradores deja sin oxigeno al Presidente al no permitirle renunciar con dignidad obedeciendo el pedido de sus bases representado, en este caso, por la COB, pidiendo la renuncia de Evo a media mañana del día 10. La oposición quiere mostrar a un presidente humillado y derrotado por la presión ciudadana y desconfianza de los mandos armados.
Como afiliado de la COB y militante del proceso de cambio, Evo, quizá debe renunciar obedeciendo al pueblo siendo consecuente con su consigna “gobernar obedeciendo al pueblo”. Al ser parte de los movimientos sociales, su liderazgo emerge de ese poder popular, pero, las circunstancias adversas originadas en la falta de cálculo político o excesiva confianza no le permiten una salida más honrosa. (Un capítulo más del libro REBATO, en revisión)
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