En la Cumbre de Leticia (Colombia) Iván Duque hizo hincapié en la necesidad de que “esta sea la ocasión para unirnos en el propósito común de enfrentar las amenazas a nuestra biodiversidad”, estableciendo así “la coordinación entre los presidentes de Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia, Surinam y Guyana para proteger nuestra Amazonía” y así “enfrentar muchas de las causas de la deforestación, como la minería ilegal, el narcotráfico, la extensión ilegal de la frontera agrícola”, reflejó en un reportaje, Cristina Crespo Garay de National Geographic.
La tragedia une a los presidentes por encima de sus ideologías políticas y les compromete a buscar soluciones de corto y largo plazo como la Creación de una Red Amazónica de Cooperación en la Cumbre Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se realizará el 23 de este mes en Nueva York. “El Presidente brasileño insistió en la necesidad de preservar la soberanía de cada país sobre su territorio amazónico, reiterando que las críticas que se hacen a la gestión de la emergencia ambiental responden a la intención de otras potencias de apropiarse de las riquezas de la Amazonía”. (La Razón 9-9-19)
Está claro que Bolsonaro aludió al presidente de Francia Emanuel Macrón que planteó internacionalizar la Amazonía siendo “principal pulmón del planeta”. La intención de Macrón no es mala. La gran Amazonía necesita del concurso de todos los países para establecer políticas de Estado compatibles para su protección frente a incendios fortuitos o provocados y procedimientos técnico-científicos para enriquecer la flora y la fauna silvestre de carácter permanente. Internacionalizar tendría que entenderse como deber ineludible de cooperación mundial frente al calentamiento global y no precisamente de apropiación o invasión de soberanía.
NN.UU. declaró en 2009, que cada 22 de abril se recuerde el Día Internacional de la Madre Tierra como iniciativa para generar políticas de Estado en cada nación a fin de preservar el medio ambiente y el ecosistema de la naturaleza amenazada por la contaminación de efecto invernadero. Recientemente el Papa Francisco invitó a dialogar sobre el modo “en que estamos construyendo el futuro del planeta” consciente de que cada cambio requiere un camino educativo que haga madurar una nueva solidaridad y una sociedad más acogedora”
Desafortunadamente, el mega incendio en la Chiquitanía se registra en medio de un clima electoral en Bolivia, donde una radical oposición intenta culpar por todos los medios al presidente Evo Morales por permitir mediante instrumentos legales el asentamiento de pobladores indígenas del altiplano en bosques de la selva chiquitana y abrir la frontera agrícola para la ganadería y agricultura de caña de azúcar y soya destinada a producir biodiesel y etanol.
Los efectos del gigante siniestro, ciertamente, son contrarios al gobierno, no obstante que el Presidente en persona apoyó a las brigadas de bomberos y organizó un gabinete de emergencia en Roboré para coordinar la logística, después de evidenciar que el fuego se convertía en devastador. Además, declaró pausa ambiental. El ex ministro Reymi Ferreira, defendió al Presidente afirmando que el Decreto Supremo 3973 de 2019 que aprueba la quema y el chaqueo en zonas del Departamento de Beni. En cambio el DS 26075 del año 2001 firmado en la gestión de Hugo Banzer es el que autoriza la quema y el desmonte en Santa Cruz. Ferreira dice que “la Chiquitanía está en su integridad en el departamento de Santa Cruz, no en Beni”. (La Razón 4-9-19)
La oposición política y los movimientos ambientalistas piden “declaratoria de desastre nacional” que el gobierno considera todavía innecesario. Con la declaratoria de “emergencia nacional”, según el ministro de Defensa Javier Zavaleta, llegó apoyo económico, insumos y voluntarios de la cooperación internacional. Bomberos, soldados, voluntarios y expertos internacionales trabajan para apagar los incendios. Bolivia logró más de dos millones de dólares y una flota de aviones y helicópteros dotados de supertanques de EE.UU. Rusia, China, Francia, y Canadá, gigantes aparatos que por primera vez fueron vistos en el país.
La generación de energía, de calor, más las altas temperaturas, la baja humedad y los fuertes vientos, a los que se suma la gran cantidad de material combustible, están provocando la propagación simultánea de una especie de bolas de fuego las que son cortadas de las columnas de calor, las cuales pueden saltar de una zona a otra distante, reiniciando otro incendio, explicó Enrique Bruno, director del Centro de Operaciones de Emergencia Departamental (COED), según publicó el diario cruceño El Deber ( 11-9-19)
Tres expertos internacionales que examinaron las características del desastre calificaron como “incendio de sexta generación”. El fuego supera una velocidad de 4.000 hectáreas por hora y la masa de combustible es tan grande que el fuego modifica las condiciones meteorológicas creando remolinos y tormentas de fuego. El dato aterrador es que un “incendio de sexta generación” puede llegar a quemar 400.000 hectáreas en dos días. Además, queman con una intensidad de 100.000 kilovatios por metro (kw/m). Más allá de los 10.000 kw/m el bombero sufre quemaduras de piel. Por esa razón plantean utilizar tractores de gran capacidad para abrir sendas en medio del bosque seco para evitar la propagación del fuego.
En tanto, sigue la proeza del Supertanker fabricado en EE.UU. alquilado a una empresa canadiense, de los helicópteros Chinook provenientes de China y del avión tanque Ilyushin que llegó de Rusia, descargando millones de litros de agua cada día para apagar el fuego. Bélgica también llegó con importante ayuda y su embajadora dijo que tienen obligación de apoyar a Bolivia porque Bélgica tiene personal que trabaja en la selva de la Chiquitanía muchos años ayudando a la gente a generar agricultura sostenible.
Bolivia está en la mira del mundo, pero en forma positiva porque se entiende que la Chiquitanía y la Amazonía son pulmones naturales del planeta y es deber de todos contribuir para su preservación. Los presidentes amazónicos, tienen ahora la mejor oportunidad para proponer un solo plan en la próxima Cumbre Sobre Cambio Climático de NN.UU.
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