Durante la dictadura militar del Gral. Hugo Banzer, 1976, “desde los barrios marginales de la zona sud de Cochabamba se lanzó por primera vez la idea política de organizar el poder vecinal”, me dijo Flaviano Unzueta Arispe, a quien admiro por su lealtad y consecuencia con sus ideas de servicio a la causa de la justicia y un amor sin límites por su familia.
Flavio, como yo le llamo, se destacó desde muy joven: fue presidente de la FES, estando en secundaria e igual cargo ocupó siendo estudiante de Derecho en la UMSS. Un 20 de agosto de 1971, a pocos días de titularse como abogado, ingresó en la clandestinidad, después estuvo en Argentina como exiliado tras el cruento golpe de Estado de Banzer. Tras retornar a Cochabamba en l976, “fichado como rojo” fue obligado a firmar semanalmente un “acta de buena conducta” bajo la condición de no inmiscuirse en actividades políticas en oficinas de la DIC (Dirección de Investigación Criminal) integrada por militantes de FSB y MNR, partidos del Frente Popular Nacionalista que sustentaban al régimen.
“Luchar contra el abandono y la indiferencia para conseguir a fuerza de permanente presión y movilización, solución a los agudos problemas de sobrevivencia de las familias por la carencia de agua potable, falta de infraestructura sanitaria, pésima salud y educación en los barrios marginales fue mi compromiso de siempre”, recordó. Así tomó contacto con sus antiguas bases en los barrios del sur de la capital. Durante los años de la dictadura las fejuves estaban controladas por FSB. En Cochabamba su presidente era el falangista Fernando Rodas que fue obligado a convocar a elecciones de FEJUVE, bajo amenaza de un bloqueo total en el sud y el norte.
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