Un dulce jardín escondido en una ladera norte de la serranía de San Pedro, donde se percibe la libertad del viento y la reverberación de trinos de las aves nativas en medio de una naturaleza abierta con un paisaje místico de cálidos ambientes, está “Jardines del Cerro”, el Hotel Boutique que desafía valores de la arquitectura y tecnología de última generación.
“Jardines del Cerro”, ubicado en el pasaje Jacaranda de la Urbanización “Irlandés” en Muyurina al este de la ciudad, o mejor, en la ladera norte del cerro a los pies del majestuoso Cristo de la Concordia, combina servicios de restaurante, cafetería y bar para turistas extranjeros que visitan el acogedor lugar. Familias y amigos de la llajta concurren con más frecuencia y saborean exquisita comida y pastelería gourmet, buen vino, exóticos tragos escuchando jazz romántico. Simplemente una grata experiencia digna de encomio.
El diseño y la visión de este hermoso entorno fueron proyectados por el arquitecto cochabambino Mario Moscoso y su familia, proponiendo un singular emprendimiento entre sus integrantes: un hotel boutique como empresa S.R.L. Recordemos que Mario Javier Moscoso Villanueva fue director y constructor del proyecto “Cristo de la Concordia”, majestuosa imagen emplazada con los brazos abiertos en la cumbre de la serranía de San Pedro a finales de los ’80.
¿Cómo surge la idea de “Jardines del Cerro?, preguntan dos periodistas de la Revista Temascbba.com
“El proyecto nace por circunstancias de la vida dentro la familia. El hogar primero está integrado por dos personas, los esposos, luego vienen los niños. Ellos se convierten en jóvenes y luego se profesionalizan y tienen aspiraciones, sus propios sueños de superación. Entonces hay que ayudarles a planificar su futuro”.
Mario, como amigablemente le llamamos, nos explica el concepto de fortaleza y unidad de familia, asumir desafíos y aceptar responsabilidades propias.
“La casa en ese momento era de todos. Nos preguntamos si valía la pena venderla o dividirla para satisfacer el ideal de cada integrante de la familia. Mis hijos ya eran profesionales. Había que encontrar una solución razonable como familia para fortalecernos más”.
La idea de vender la casa fue rechazada -nos dice- mostrando una suave sonrisa de satisfacción. La familia había crecido allí, la construcción tenía su propia historia de sacrificio y amor. Era una casa ubicada en lugar privilegiado para él, en una ladera al pie del Cerro San Pedro que había logrado ser “Premio Municipal” dentro la urbanización planificada por el propio arquitecto Moscoso, quien incluso había recibido la oferta de elegir un mejor lugar, en un sitio más plano, idea que la rechazó.
“Entonces en lugar de venderla o dividirla, el papá, la mamá y los tres hijos deciden dividir en partes iguales los espacios de la casa y convertirla en una sola unidad como proyecto de vida”.
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