El 26 de septiembre de 1969, un día como hoy, hace 52 años, llega al poder por un golpe de Estado el Gral. Alfredo Ovando Candia, deponiendo al presidente democrático, Luis Adolfo Siles Salinas, proclamando la instauración de la “Segunda República” con un “Mandato Revolucionario de las Fuerzas Armadas”, incorporando en su primer gabinete a destacados intelectuales y periodistas con clara vocación nacionalista y defensores de los recursos naturales.
Ovando, fue sucedido, también por golpe de Estado, por el Gral. Juan José Torres Gonzales después de vencer al triunvirato militar que duró horas en el gobierno encabezado por el Gral. Rogelio Miranda Valdivia. Se impuso la tendencia progresista en las FF.AA. con fuerte apoyo popular y la Central Obrera Boliviana.
Los presidentes Ovando y Torres, autodefinidos como seguidores de los presidentes militares David Toro (1936-1937) Germán Busch (1937-1939) y Gualberto Villarroel (1943-1946) lograron adhesión comprometida de las organizaciones sindicales de la prensa. Aunque parezca una paradoja, fueron en estos gobiernos donde se aprobaron decretos favorables a los periodistas. Busch decretó el 10 de mayo de 1939 la creación de la Caja de Jubilaciones y Pensiones de los Periodistas.
El gobierno de Toro nacionalizó la empresa estadounidense “Standard Oíl” y creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, YPFB, en tanto que a su turno el gobierno de Busch, fundó el Banco Minero para obligar el pago de divisas a los barones del estaño, Patiño, Hochschild y Aramayo por la exportación de minerales. Villarroel creó la primera refinería de petróleo en Valle Hermoso-Cochabamba, en cuyo honor lleva su nombre al presente.
Todas las medidas en defensa de los recursos naturales y empresas estratégicas del Estado fueron respaldadas en su momento por grupos de periodistas, sin cuyo concurso, los gobiernos militares reformadores no hubieran tenido éxito en sus propósitos. “Había que citar entre ellos a los periodistas Carlos Montenegro, Armando Arce y Augusto Céspedes”, dice el periodista Gonzalo Viscarra Pando. (Prensa y País, editorial e imprenta “Crítica” S.R.L., pág. 17).
El primer secretario ejecutivo del Sindicato de Trabajadores de la Prensa de Cochabamba, en 1963, el periodista y economista René Rocabado Alcocer declaró ser defensor intransigente de los recursos naturales en entrevista con la revista Temas y elogió el aporte intelectual de los periodistas Sergio Almaraz Paz y Marcelo Quiroga Santa Cruz, para la nacionalización de la Gulf Oíl Company en el gobierno de Ovando y la reversión al Estado de Mina Matilde , colas y desmontes de la minería nacionalizada en el régimen de Torres Gonzales.
Con Ovando, los trabajadores de la prensa lograron el DS de 19 de febrero de 1970 conocida como “Columna Sindical”, un derecho jurídico de opinión para los periodistas sindicalizados ordenando a todos los diarios de circulación nacional y regional su publicación con carácter obligatorio. Con Torres, el 7 de octubre de 1970, el Diario de propiedad de la familia Carrasco, fue ocupado por sus trabajadores para convertirla en cooperativa. Por supuesto la vorágine de la ultraizquierda en la prensa ya se había manifestado en el IV congreso del sector, en abril de ese año, propugnando la cooperativización de todos los medios de prensa calificados de antinacionales.
El periodista y abogado José Nogales Nogales, en diálogo con nuestra revista, antes de su sensible fallecimiento, recordó que Ovando contó con cinco periodistas en su gabinete: Marcelo Quiroga Santa Cruz, Alberto Bailey Gutiérrez, Mariano Baptista Gumucio, José Luis Roca y José Ortiz Mercado. Nogales fue presidente del IV Congreso Nacional Ordinario de Trabajadores de la Prensa de Bolivia celebrado en Cochabamba el 17 de abril de 1970 donde se aprobó una tesis política identificándose con el nacionalismo revolucionario alentado por el gobierno y la COB. “Aquella vez el respeto consagrado a la prensa era envidiable. La tesis política fue muy discutida, el borrador fue redactado por Andrés Soliz Rada, reconocido impulsor del nacionalismo revolucionario”, expresó a Temas. Admitió que en ese congreso se tuvo que lamentar “algunas exageraciones” como el pretender convertir a los trabajadores de la prensa en vanguardia del proletariado.
“Los periodistas reunidos en Cochabamba, convencidos de la importancia política que vivía en aquellos momentos Bolivia y Chile, exhortan a forjar la Gran Patria Latinoamericana”. (Viscarra, ibídem, pág., 183)
Con el gobierno de Torres, los periodistas sindicalizados adoptaron posiciones más radicales por la coyuntura política que caracterizó ese período, aprobando una tesis política ultraizquierdista con bases ideológicas socialistas en un Congreso Extraordinario, en La Paz en marzo de 1971 al influjo de la instalación de la Asamblea del Pueblo, de la que formaron parte activa proclamando métodos de lucha como la “insurreccíón popular, la guerra popular y la guerrilla”, según Viscarra.
El sindicato de la Prensa de La Paz dirigido por Andrés Soliz Rada, logra un DS que autoriza la edición y circulación del semanario “Prensa” los días lunes en forma exclusiva, prohibiendo la circulación de otros medios escritos y declarando asueto para los periodistas los domingos.
Si recordamos estos episodios políticos-sindicales, en ningún período político se llegó a extremos ideológicos en los gremios de la prensa. Su posición radical fue antagónica a la política de los propietarios de medios de comunicación.
José Nogales, por ejemplo, recuerda que desde su fundación, el Sindicato de Trabajadores de la Prensa de Cochabamba “cobró el respeto de la ciudadanía y sus instituciones por su defensa de los derechos humanos y esencialmente la libertad de expresión”- Agrega luego: “durante las confrontaciones de organizaciones laborales y estudiantiles con el gobierno, el Sindicato junto con la Iglesia Católica cumplía tareas de mediador para resolver conflictos independientemente de los medios, favoreciendo que los detenidos recobraran su libertad”.
Los periodistas de “ultraizquierda” que gravitaron en el escenario político de ese tiempo buscaron el exilio tras el cruento golpe de Estado del coronel Hugo Banzer Suarez en agosto de 1971 en alianza con el MNR y FSB.
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