GUILLERMO LORA, AUTOR INTELECTUAL DE LA TESIS DE PULACAYO
GUILLERMO LORA, AUTOR INTELECTUAL DE LA TESIS DE PULACAYO
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La movilización permanente de las masas populares en Bolivia prueba la madurez política alcanzada en las últimos cuatro décadas por los campesinos, hoy aliados naturales de los mineros, obreros y estudiantes como conductores del cambio. Esta realidad también demuestra que el pensamiento de Guillermo Lora sigue vigente.
Simón Alberto Figueroa Reynaga
20 de marzo de 2024
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CON GUILLERMO LORA

 ─Este gobierno aunque se pinte de revolucionario no garantiza  ninguna conquista de la clase obrera─ nos dijo Guillermo Lora, una noche de octubre, en 1968, mientras íbamos caminando  juntos, un tramo hacia la casa de sus familiares, en Llallagua. Lo escuchamos en silencio, sin preguntar nada cuando nos habló del reciente proceso político del país.

El jefe del POR, realizaba una corta visita a Siglo XX para evaluar con dirigentes mineros trotskistas el sorpresivo giro político de las FF.AA. hacia posiciones de centro izquierda tras el golpe de estado encabezado por su  comandante en jefe, Gral. Alfredo Ovando Candia,  contra el presidente  constitucional, Luis Adolfo Siles Salinas, el 26 de septiembre de 1968.

─Ustedes─ apremió Lora, mirándonos de un costado ─tienen responsabilidad de profundizar la conducta revolucionaria de los combativos mineros.

El Gral. Ovando justificó el cambio de gobierno proclamando un nuevo imperativo político, social y económico para el país conocido como “Mandato Revolucionario de las FF. AA.”. Sorprendió cuando presentó su gabinete civil-militar con renombrados periodistas e intelectuales reconocidos  por su lucha en  defensa de los recursos naturales y la soberanía nacional, destacando la figura de Marcelo Quiroga Santa Cruz.

─La verdadera revolución ─ reiteró, Lora,  con énfasis ─debe estar encabezada por los obreros hasta implantar la dictadura del proletariado y el socialismo.

Junto con Ramón Troncoso,  fuimos encargados de presentarle el saludo de los jóvenes estudiantes y obreros de la Escuela de Cuadros del Partido Obrero Revolucionario, en la precaria terminal de buses de Llallagua.  Guillermo Lora, llegaba de La Paz.

Vestía chamarra de cuero café, pantalón gris y zapatos marrón caña alta, cuando bajó de una diminuta vagoneta Chevrolet de transporte ligero, conocido popularmente como “El rapidito”.

Su férrea convicción sobre la combatividad de los mineros bolivianos no tenía límites y de nuevo nos recordó ─los mineros constituyen la clase revolucionaria por excelencia y son la vanguardia  del proletariado─ reflexionó incisivo y lúcido al momento de despedirse.

 ─¡¡Y no se olviden!! …los mineros…¡¡siempre!!

SIMÓN REYES, VÍCTOR ARIAS, FILEMÓN ESCOBAR Y JUAN LECHÍN (ASAMBLEA POPULAR)

Sentíamos profunda  admiración y respeto por el jefe del partido, un excepcional revolucionario marxista-leninista y trotskista. Luchador intransigente desde su juventud universitaria. Nunca claudicó en sus convicciones ideológicas hasta su muerte, en 2009, cuando Bolivia ya era desde 2006, el primer Estado Plurinacional de América Latina, liderado por el primer presidente indígena emergente de los sindicatos cocaleros.

Autor intelectual de la famosa Tesis de Pulacayo, aprobada en el Congreso Extraordinario de la FSTMB realizado entre el 6 al 12 de noviembre de 1946 en el distrito minero de Pulacayo, Lora fue desde entonces el máximo teórico de la revolución proletaria, polemista mordaz y cáustico crítico en su permanente enfrentamiento ideológico contra el superestado minero feudal (Patiño-Hodchild-Aramayo) y las dictaduras militares.

Lora, todavía presenció el ascenso al poder de Evo Morales, acaudillando masas populares, paradójicamente, también a sus “combativos mineros” como aliados de los campesinos y no como “conductores de la revolución”.

La historia mostraba, en ese momento, el lado cruel de la teoría trotskista, la antítesis de la famosa Tesis de Pulacayo, el reconocido documento político de trascendencia nacional e internacional redactado precisamente por Guillermo Lora, vigente desde 1946.

La Tesis de Pulacayo orientó la lucha de los obreros y clases medias bajo dirección de los mineros como  vanguardia revolucionaria para la conquista del poder vía insurrección armada hasta implantar la dictadura del proletariado y el socialismo. Pero no ocurrió así. Las masas llegaron al poder en 2005 a través de las urnas, sin protagonizar ninguna  revolución armada.

Evo y el MAS, habían cambiado el curso de la historia a partir de 2006,  inspirando en la mayoría del pueblo boliviano una pacífica “revolución democrática y cultural” cuya base de corte socialista era el desarrollo económico, social, productivo y comunitario con fuerte presencia del Estado y una avanzada Constitución aprobada en referendo popular enterrando resabios del modelo republicano donde el neoliberalismo, capitalizó y privatizó estratégicas empresas estatales y despojó con felonía los recursos naturales durante 40 años con breves interregnos.

El Estado Plurinacional avanzaba con crecimiento económico, baja inflación y estabilidad financiera reconocida, así, por organismos financieros internacionales. Se había logrado evidente inclusión social y revalorización cultural. Mostraba contundentes resultados en sus metas y nada hacía presagiar su desmoronamiento. Pero sucedió, sus cimientos fueron removidos al extremo de amenazar con extinguir el modelo socialista.

CONTRA GOLPE AL ESTADO PLURINACIONAL

 Un 12 de noviembre de 2019, Bolivia experimentaba el golpe de Estado número 168 en su larga y trágica insurgencia política. Día fatídico para los ideólogos del populismo de izquierda, esa fecha marcaba el ascenso al poder de una mujer beniana de clase media, Jeanine Añez Chávez, senadora del partido ultraconservador, MSD (Movimiento Social Demócrata) tras autoproclamarse presidenta constitucional de Bolivia, arropada por militares y policías reaccionarios; conocidos políticos oportunistas, cívicos emergentes de extrema derecha y congregaciones evangélicas  y católicas fundamentalistas.

Dos días antes, el 10 de noviembre de 2019, cerca de las 18.00 horas, presentaba su forzada renuncia el presidente Evo Morales desde una sede sindical de productores de coca en el trópico de Cochabamba mediante cadena de radio y televisión. Media hora después, desde el mismo lugar también renunciaba su vicepresidente Álvaro García Linera, dejando profundo vacío de poder en un país sitiado por miles de bloqueadores.

¿Había caído el histórico Estado Plurinacional de Bolivia? ¿Fracasó el pacífico experimento socialista?

¿Sucumbió la tesis de la acción directa de las masas y la insurrección popular? ¿La Tesis de Pulacayo todavía era referente?

Los golpistas de noviembre, impusieron un régimen de fuerza y al amparo del DS 4078 aprobado por el gabinete de Áñez, las FF.AA. perpetraron las masacres de Senkata y Sacaba sin lograr pacificar el país. La presidenta  Áñez que proclamó a los cuatro vientos la victoria de la “Revolución de las pititas” y su retorno al delo neoliberal no pudo desmontar la estructura del Estado Plurinacional y sus acciones desde el Poder Ejecutivo fueron supeditadas a la Asamblea Legislativa controlada en su mayoría por parlamentarios del MAS, el partido del presidente derrocado.

Las fuerzas populares de izquierda mantenían su vigor en las calles y carreteras, donde el Consejo Nacional  por el Cambio, CONALCAM, se abría paso en busca de recuperar su  hegemonía acaudillada por las organizaciones campesinas emergentes logrando mantener el Pacto de Unidad con la histórica COB.

El ascenso de Morales, en 2005, y su permanencia en el poder había permitido una activa participación y maduración política de sectores campesinos incorporándolos mediante sus organizaciones naturales al Pacto de Unidad fortalecido, además,  con la presencia sindical de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas y Originarias “Bartolina Sisa”.

INFLUENCIA DEL TROTKISMO

En 1947 Guillermo Lora, siendo asesor de los mineros de Siglo XX, fue elegido diputado nacional por la provincia Bustillos, norte de Potosí, integrando  el Bloque Minero Parlamentario. Lora, orientó a la clase obrera boliviana hacia su independencia política.

En el III Congreso Nacional de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, en Catavi, fueron militantes trotskistas encabezados por  Guillermo Lora quienes infligieron mayor derrota política a representantes del gobierno de Gualberto Villarroel. “El ministro de Trabajo, (Germán) Monroy Block fue derrotado en la polémica por Guillermo Lora, joven militante del POR, quien fue sacado en hombros por los representantes obreros del Congreso” (“Bolivia: La Revolución Derrotada”, Liborio Justo (Quebracho) Editorial  Serrano Hnos. Ltda., Cochabamba-Bolivia 1967, Pág. 122).

Lora, fue toda una leyenda como pensador de izquierda en las luchas obreras, inspirando  educación política y disciplina revolucionaria con preferencia en los cuadros mineros.

La clase revolucionaria por excelencia, los combativos mineros,  como nos enseñó Guillermo Lora, debía conducir al proletariado boliviana la toma del poder político. Esa vanguardia revolucionaria, evidente,  fue conductora de la rebelión proletaria, en varios momentos históricos, pero siempre fue relegada y hasta traicionada por sus propios líderes circunstanciales.

Desde su fundación, la Federación  Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, histórica y gloriosa organización, cabeza permanente de la Central Obrera Boliviana, COB, fue aliada fundamental de otras fuerzas políticas y de militares progresistas organizados para la toma del poder y conformar gobiernos  de izquierda inspirados en el ideal socialista después de la guerra del Chaco.

 Los mineros fueron el  factor determinante para el triunfo de la Revolución del 52 y la llegada al poder de Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Suazo. Esa clase revolucionaria sólo favoreció el triunfo de otros protagonistas y relegados los  líderes del proletariado a segundo plano. Con razón, el periodista y escritor argentino Liborio Justo (Quebracho) calificó la epopeya del 52, como “revolución derrotada” en un formidable ensayó donde destaca la raíz, proceso y autopsia de la primera revolución proletaria en América Latina.

LEGADO DE GUILLERMO

Guillermo Lora, un respetado líder político, intelectual de izquierda radical y escritor de jerarquía,  reflejó la lucha de los combativos mineros del país contra las dictaduras militares en numerosos libros, folletos y panfletos siendo su mayor aporte la colección de cinco tomos de la “Historia del Movimiento Obrero Boliviano”, impreso por editorial “Los Amigos del Libro”.

Dejó testimonio personal sobre el lugar histórico de los trabajadores del subsuelo como vanguardia revolucionaria del proletariado nacional en numerosas publicaciones. Director y principal redactor de artículos publicados en “Masas”, el periódico del partido, Lora fue inclaudicable crítico del militarismo reaccionario aliado al imperialismo norteamericano a cuyo segmento solía calificar “gorilismo” fascista.

Su hermano Cesar Lora, destacado dirigente de interior mina de Siglo XX, fue asesinado por paramilitares del gobierno del Gral. René Barrientos Ortuño, en San Pedro de Buena Vista, una localidad en el norte de Potosí, tras ser perseguido furiosamente después de la intervención militar a las minas en 1965. En el homenaje que presidió el jefe del POR en memoria de Cesar Lora en el cementerio general de LLallagua, sorprendió a los presentes terminando sus palabras: “¡¡Viva Cesar Lora!! y  todos respondimos ¡¡Viva Cesar Lora!!

El “Fiero” Lora  como lo conocíamos con respeto y admiración en los círculos más íntimos del partido, siempre fue consecuente con su pensamiento y su línea ideológica sobre “La Revolución Permanente”, inspirado y proclamado por León Trotski.

Ingresó al Partido Obrero Revolucionario (POR) muy joven, casi adolescente, estando viviendo en Cochabamba. Los fundadores del partido,  José Aguirre Gainsborg y Tristán Marof  (Gustavo Navarro) visionaron en l935 un nuevo estatus para el movimiento revolucionario boliviano y continental después de la Guerra del Chaco, de donde también surgían frustrados líderes militares con mentalidad socialista ansias de derrocar el poder oligárquico afianzados en la plutocracia de los barones del estado  (Patiño-Hodchild-Aramayo) y los grandes latifundistas. Los más visibles, eran los coroneles David Toro, Germán Busch y Gualberto Villarroel.

A la muerte de Aguirre Gainsborg, Lora se convirtió con merecimiento pleno en el principal dirigente del POR y dirigió su mayor capacidad a educar políticamente a los mineros como vanguardia del proletariado del Altiplano. Fue crítico del “foquismo” cuando apareció en Bolivia el foco guerrillero de Ernesto Che Guevara. Entonces el POR sufrió una primera escisión, cuando una facción porista intento seguir al Che y Lora se quedó con el grupo que después sería conocido como el POR-Masas.

LOS MINEROS EN PIE DE LUCHA
ASAMBLEA DEL PUEBLO

Entre 1970-1971, durante el gobierno del general Torres, la orientación de Lora fue determinante para fundar y constituir la primera Asamblea del Pueblo a la cabeza de la COB y ésta máxima organización timoneada por la Federación de Mineros. Lora fue también impulsor de la Revolución Universitaria para reformar la cátedra ortodoxa en enseñanza liberadora comenzando su experimento en la UMSA con los universitarios Víctor Coronel y Jorge Lazarte como principales conductores.

Su mayor victoria como teórico de la revolución proletaria, fue precisamente la Asamblea del Pueblo, un poder popular donde tenían representación orgánica desde los núcleos intelectuales de izquierda más avanzados  hasta los sindicatos de lustrabotas. En ese período la palabra socialista era venerada y se esperaba que este poder dual en Bolivia impulse el proceso revolucionario hasta culminar en la instauración del socialismo.

En la madrugada del 21 de agosto de 1971, el intenso fragor ideológico para enfrentar y frenar el golpe de estado en ciernes contra el presidente Torres, también se apagaba. Lora denunciaba la traición del gobierno al no disponer oportunamente armas solicitadas por la Asamblea Popular para defender las conquistas populares.

A las 22.00 horas del  día 21 de agosto de 1971, ingresaba triunfante al Palacio Quemado, el coronel Hugo Banzer Suárez, tumbando de raíz todas las conquistas populares e instaurando un gobierno nacionalista anticomunista con el lema orden, paz y trabajo. Banzer y se quedó siete años en el poder, tres junto a sus aliados, el MNR de Paz Estenssoro y FSB de Mario Gutiérrez, de quienes se desprendió tras un autogolpe en l974, conformando un gobierno estrictamente militar que aguantó hasta l978.

Sentíamos profunda  admiración y respeto por el jefe del partido, un excepcional revolucionario marxista-leninista y trotskista. Luchador intransigente desde su juventud universitaria. Nunca claudicó en sus convicciones ideológicas hasta su muerte, en 2009, cuando Bolivia ya era desde 2006, el primer Estado Plurinacional de América Latina, liderado por el primer presidente indígena emergente de los sindicatos cocaleros.

Autor intelectual de la famosa Tesis de Pulacayo, aprobada en el Congreso Extraordinario de la FSTMB realizado entre el 6 al 12 de noviembre de 1946 en el distrito minero de Pulacayo, Lora fue desde entonces el máximo teórico de la revolución proletaria, polemista mordaz y cáustico crítico en su permanente enfrentamiento ideológico contra el superestado minero feudal (Patiño-Hodchild-Aramayo) y las dictaduras militares.

Lora, todavía presenció el ascenso al poder de Evo Morales, acaudillando masas populares, paradójicamente, también a sus “combativos mineros” como aliados de los campesinos y no como “conductores de la revolución”.

La historia mostraba, en ese momento, el lado cruel de la teoría trotskista, la antítesis de la famosa Tesis de Pulacayo, el reconocido documento político de trascendencia nacional e internacional redactado precisamente por Guillermo Lora, vigente desde 1946.

La Tesis de Pulacayo orientó la lucha de los obreros y clases medias bajo dirección de los mineros como  vanguardia revolucionaria para la conquista del poder vía insurrección armada hasta implantar la dictadura del proletariado y el socialismo. Pero no ocurrió así. Las masas llegaron al poder en 2005 a través de las urnas, sin protagonizar ninguna  revolución armada.

Evo y el MAS, habían cambiado el curso de la historia a partir de 2006,  inspirando en la mayoría del pueblo boliviano una pacífica “revolución democrática y cultural” cuya base de corte socialista era el desarrollo económico, social, productivo y comunitario con fuerte presencia del Estado y una avanzada Constitución aprobada en referendo popular enterrando resabios del modelo republicano donde el neoliberalismo, capitalizó y privatizó estratégicas empresas estatales y despojó con felonía los recursos naturales durante 40 años con breves interregnos.

El Estado Plurinacional avanzaba con crecimiento económico, baja inflación y estabilidad financiera reconocida, así, por organismos financieros internacionales. Se había logrado evidente inclusión social y revalorización cultural. Mostraba contundentes resultados en sus metas y nada hacía presagiar su desmoronamiento. Pero sucedió, sus cimientos fueron removidos al extremo de amenazar con extinguir el modelo socialista.

 Un 12 de noviembre de 2019, Bolivia experimentaba el golpe de Estado número 168 en su larga y trágica insurgencia política. Día fatídico para los ideólogos del populismo de izquierda, esa fecha marcaba el ascenso al poder de una mujer beniana de clase media, Jeanine Añez Chávez, senadora del partido ultraconservador, MSD (Movimiento Social Demócrata) tras autoproclamarse presidenta constitucional de Bolivia, arropada por militares y policías reaccionarios; conocidos políticos oportunistas, cívicos emergentes de extrema derecha y congregaciones evangélicas  y católicas fundamentalistas.

Dos días antes, el 10 de noviembre de 2019, cerca de las 18.00 horas, presentaba su forzada renuncia el presidente Evo Morales desde una sede sindical de productores de coca en el trópico de Cochabamba mediante cadena de radio y televisión. Media hora después, desde el mismo lugar también renunciaba su vicepresidente Álvaro García Linera, dejando profundo vacío de poder en un país sitiado por miles de bloqueadores.

¿Había caído el histórico Estado Plurinacional de Bolivia? ¿Fracasó el pacífico experimento socialista?

¿Sucumbió la tesis de la acción directa de las masas y la insurrección popular? ¿La Tesis de Pulacayo todavía era referente?

Los golpistas de noviembre, impusieron un régimen de fuerza y al amparo del DS 4078 aprobado por el gabinete de Áñez, las FF.AA. perpetraron las masacres de Senkata y Sacaba sin lograr pacificar el país. La presidenta  Áñez que proclamó a los cuatro vientos la victoria de la “Revolución de las pititas” y su retorno al delo neoliberal no pudo desmontar la estructura del Estado Plurinacional y sus acciones desde el Poder Ejecutivo fueron supeditadas a la Asamblea Legislativa controlada en su mayoría por parlamentarios del MAS, el partido del presidente derrocado.

Las fuerzas populares de izquierda mantenían su vigor en las calles y carreteras, donde el Consejo Nacional  por el Cambio, CONALCAM, se abría paso en busca de recuperar su  hegemonía acaudillada por las organizaciones campesinas emergentes logrando mantener el Pacto de Unidad con la histórica COB.

El ascenso de Morales, en 2005, y su permanencia en el poder había permitido una activa participación y maduración política de sectores campesinos incorporándolos mediante sus organizaciones naturales al Pacto de Unidad fortalecido, además,  con la presencia sindical de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas y Originarias “Bartolina Sisa”.

INFLUENCIA DEL TROTKISMO

En 1947 Guillermo Lora, siendo asesor de los mineros de Siglo XX, fue elegido diputado nacional por la provincia Bustillos, norte de Potosí, integrando  el Bloque Minero Parlamentario. Lora, orientó a la clase obrera boliviana hacia su independencia política.

En el III Congreso Nacional de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, en Catavi, fueron militantes trotskistas encabezados por  Guillermo Lora quienes infligieron mayor derrota política a representantes del gobierno de Gualberto Villarroel. “El ministro de Trabajo, (Germán) Monroy Block fue derrotado en la polémica por Guillermo Lora, joven militante del POR, quien fue sacado en hombros por los representantes obreros del Congreso” (“Bolivia: La Revolución Derrotada”, Liborio Justo (Quebracho) Editorial  Serrano Hnos. Ltda., Cochabamba-Bolivia 1967, Pág. 122).

Lora, fue toda una leyenda como pensador de izquierda en las luchas obreras, inspirando  educación política y disciplina revolucionaria con preferencia en los cuadros mineros.

La clase revolucionaria por excelencia, los combativos mineros,  como nos enseñó Guillermo Lora, debía conducir al proletariado boliviana la toma del poder político. Esa vanguardia revolucionaria, evidente,  fue conductora de la rebelión proletaria, en varios momentos históricos, pero siempre fue relegada y hasta traicionada por sus propios líderes circunstanciales.

Desde su fundación, la Federación  Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, histórica y gloriosa organización, cabeza permanente de la Central Obrera Boliviana, COB, fue aliada fundamental de otras fuerzas políticas y de militares progresistas organizados para la toma del poder y conformar gobiernos  de izquierda inspirados en el ideal socialista después de la guerra del Chaco.

 Los mineros fueron el  factor determinante para el triunfo de la Revolución del 52 y la llegada al poder de Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Suazo. Esa clase revolucionaria sólo favoreció el triunfo de otros protagonistas y relegados los  líderes del proletariado a segundo plano. Con razón, el periodista y escritor argentino Liborio Justo (Quebracho) calificó la epopeya del 52, como “revolución derrotada” en un formidable ensayó donde destaca la raíz, proceso y autopsia de la primera revolución proletaria en América Latina.

CONTRA GOLPE AL ESTADO PLURINACIONAL

LEGADO DE GUILLERMO

Guillermo Lora, un respetado líder político, intelectual de izquierda radical y escritor de jerarquía,  reflejó la lucha de los combativos mineros del país contra las dictaduras militares en numerosos libros, folletos y panfletos siendo su mayor aporte la colección de cinco tomos de la “Historia del Movimiento Obrero Boliviano”, impreso por editorial “Los Amigos del Libro”.

Dejó testimonio personal sobre el lugar histórico de los trabajadores del subsuelo como vanguardia revolucionaria del proletariado nacional en numerosas publicaciones. Director y principal redactor de artículos publicados en “Masas”, el periódico del partido, Lora fue inclaudicable crítico del militarismo reaccionario aliado al imperialismo norteamericano a cuyo segmento solía calificar “gorilismo” fascista.

Su hermano Cesar Lora, destacado dirigente de interior mina de Siglo XX, fue asesinado por paramilitares del gobierno del Gral. René Barrientos Ortuño, en San Pedro de Buena Vista, una localidad en el norte de Potosí, tras ser perseguido furiosamente después de la intervención militar a las minas en 1965. En el homenaje que presidió el jefe del POR en memoria de Cesar Lora en el cementerio general de LLallagua, sorprendió a los presentes terminando sus palabras: “¡¡Viva Cesar Lora!! y  todos respondimos ¡¡Viva Cesar Lora!!

El “Fiero” Lora  como lo conocíamos con respeto y admiración en los círculos más íntimos del partido, siempre fue consecuente con su pensamiento y su línea ideológica sobre “La Revolución Permanente”, inspirado y proclamado por León Trotski.

Ingresó al Partido Obrero Revolucionario (POR) muy joven, casi adolescente, estando viviendo en Cochabamba. Los fundadores del partido,  José Aguirre Gainsborg y Tristán Marof  (Gustavo Navarro) visionaron en l935 un nuevo estatus para el movimiento revolucionario boliviano y continental después de la Guerra del Chaco, de donde también surgían frustrados líderes militares con mentalidad socialista ansias de derrocar el poder oligárquico afianzados en la plutocracia de los barones del estado  (Patiño-Hodchild-Aramayo) y los grandes latifundistas. Los más visibles, eran los coroneles David Toro, Germán Busch y Gualberto Villarroel.

A la muerte de Aguirre Gainsborg, Lora se convirtió con merecimiento pleno en el principal dirigente del POR y dirigió su mayor capacidad a educar políticamente a los mineros como vanguardia del proletariado del Altiplano. Fue crítico del “foquismo” cuando apareció en Bolivia el foco guerrillero de Ernesto Che Guevara. Entonces el POR sufrió una primera escisión, cuando una facción porista intento seguir al Che y Lora se quedó con el grupo que después sería conocido como el POR-Masas.

Entre 1970-1971, durante el gobierno del general Torres, la orientación de Lora fue determinante para fundar y constituir la primera Asamblea del Pueblo a la cabeza de la COB y ésta máxima organización timoneada por la Federación de Mineros. Lora fue también impulsor de la Revolución Universitaria para reformar la cátedra ortodoxa en enseñanza liberadora comenzando su experimento en la UMSA con los universitarios Víctor Coronel y Jorge Lazarte como principales conductores.

Su mayor victoria como teórico de la revolución proletaria, fue precisamente la Asamblea del Pueblo, un poder popular donde tenían representación orgánica desde los núcleos intelectuales de izquierda más avanzados  hasta los sindicatos de lustrabotas. En ese período la palabra socialista era venerada y se esperaba que este poder dual en Bolivia impulse el proceso revolucionario hasta culminar en la instauración del socialismo.

En la madrugada del 21 de agosto de 1971, el intenso fragor ideológico para enfrentar y frenar el golpe de estado en ciernes contra el presidente Torres, también se apagaba. Lora denunciaba la traición del gobierno al no disponer oportunamente armas solicitadas por la Asamblea Popular para defender las conquistas populares.

A las 22.00 horas del  día 21 de agosto de 1971, ingresaba triunfante al Palacio Quemado, el coronel Hugo Banzer Suárez, tumbando de raíz todas las conquistas populares e instaurando un gobierno nacionalista anticomunista con el lema orden, paz y trabajo. Banzer y se quedó siete años en el poder, tres junto a sus aliados, el MNR de Paz Estenssoro y FSB de Mario Gutiérrez, de quienes se desprendió tras un autogolpe en l974, conformando un gobierno estrictamente militar que aguantó hasta l978.

SIMÓN REYES, VÍCTOR ARIAS, FILEMÓN ESCOBAR Y JUAN LECHÍN (ASAMBLEA POPULAR)
ASAMBLEA DEL PUEBLO
LOS MINEROS EN PIE DE LUCHA

Sentíamos profunda  admiración y respeto por el jefe del partido, un excepcional revolucionario marxista-leninista y trotskista. Luchador intransigente desde su juventud universitaria. Nunca claudicó en sus convicciones ideológicas hasta su muerte, en 2009, cuando Bolivia ya era desde 2006, el primer Estado Plurinacional de América Latina, liderado por el primer presidente indígena emergente de los sindicatos cocaleros.

Autor intelectual de la famosa Tesis de Pulacayo, aprobada en el Congreso Extraordinario de la FSTMB realizado entre el 6 al 12 de noviembre de 1946 en el distrito minero de Pulacayo, Lora fue desde entonces el máximo teórico de la revolución proletaria, polemista mordaz y cáustico crítico en su permanente enfrentamiento ideológico contra el superestado minero feudal (Patiño-Hodchild-Aramayo) y las dictaduras militares.

Lora, todavía presenció el ascenso al poder de Evo Morales, acaudillando masas populares, paradójicamente, también a sus “combativos mineros” como aliados de los campesinos y no como “conductores de la revolución”.

La historia mostraba, en ese momento, el lado cruel de la teoría trotskista, la antítesis de la famosa Tesis de Pulacayo, el reconocido documento político de trascendencia nacional e internacional redactado precisamente por Guillermo Lora, vigente desde 1946.

La Tesis de Pulacayo orientó la lucha de los obreros y clases medias bajo dirección de los mineros como  vanguardia revolucionaria para la conquista del poder vía insurrección armada hasta implantar la dictadura del proletariado y el socialismo. Pero no ocurrió así. Las masas llegaron al poder en 2005 a través de las urnas, sin protagonizar ninguna  revolución armada.

Evo y el MAS, habían cambiado el curso de la historia a partir de 2006,  inspirando en la mayoría del pueblo boliviano una pacífica “revolución democrática y cultural” cuya base de corte socialista era el desarrollo económico, social, productivo y comunitario con fuerte presencia del Estado y una avanzada Constitución aprobada en referendo popular enterrando resabios del modelo republicano donde el neoliberalismo, capitalizó y privatizó estratégicas empresas estatales y despojó con felonía los recursos naturales durante 40 años con breves interregnos.

El Estado Plurinacional avanzaba con crecimiento económico, baja inflación y estabilidad financiera reconocida, así, por organismos financieros internacionales. Se había logrado evidente inclusión social y revalorización cultural. Mostraba contundentes resultados en sus metas y nada hacía presagiar su desmoronamiento. Pero sucedió, sus cimientos fueron removidos al extremo de amenazar con extinguir el modelo socialista.

CONTRA GOLPE AL ESTADO PLURINACIONAL
SIMÓN REYES, VÍCTOR ARIAS, FILEMÓN ESCOBAR Y JUAN LECHÍN (ASAMBLEA POPULAR)

 Un 12 de noviembre de 2019, Bolivia experimentaba el golpe de Estado número 168 en su larga y trágica insurgencia política. Día fatídico para los ideólogos del populismo de izquierda, esa fecha marcaba el ascenso al poder de una mujer beniana de clase media, Jeanine Añez Chávez, senadora del partido ultraconservador, MSD (Movimiento Social Demócrata) tras autoproclamarse presidenta constitucional de Bolivia, arropada por militares y policías reaccionarios; conocidos políticos oportunistas, cívicos emergentes de extrema derecha y congregaciones evangélicas  y católicas fundamentalistas.

Dos días antes, el 10 de noviembre de 2019, cerca de las 18.00 horas, presentaba su forzada renuncia el presidente Evo Morales desde una sede sindical de productores de coca en el trópico de Cochabamba mediante cadena de radio y televisión. Media hora después, desde el mismo lugar también renunciaba su vicepresidente Álvaro García Linera, dejando profundo vacío de poder en un país sitiado por miles de bloqueadores.

¿Había caído el histórico Estado Plurinacional de Bolivia? ¿Fracasó el pacífico experimento socialista?

¿Sucumbió la tesis de la acción directa de las masas y la insurrección popular? ¿La Tesis de Pulacayo todavía era referente?

Los golpistas de noviembre, impusieron un régimen de fuerza y al amparo del DS 4078 aprobado por el gabinete de Áñez, las FF.AA. perpetraron las masacres de Senkata y Sacaba sin lograr pacificar el país. La presidenta  Áñez que proclamó a los cuatro vientos la victoria de la “Revolución de las pititas” y su retorno al delo neoliberal no pudo desmontar la estructura del Estado Plurinacional y sus acciones desde el Poder Ejecutivo fueron supeditadas a la Asamblea Legislativa controlada en su mayoría por parlamentarios del MAS, el partido del presidente derrocado.

Las fuerzas populares de izquierda mantenían su vigor en las calles y carreteras, donde el Consejo Nacional  por el Cambio, CONALCAM, se abría paso en busca de recuperar su  hegemonía acaudillada por las organizaciones campesinas emergentes logrando mantener el Pacto de Unidad con la histórica COB.

El ascenso de Morales, en 2005, y su permanencia en el poder había permitido una activa participación y maduración política de sectores campesinos incorporándolos mediante sus organizaciones naturales al Pacto de Unidad fortalecido, además,  con la presencia sindical de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas y Originarias “Bartolina Sisa”.

INFLUENCIA DEL TROTKISMO

En 1947 Guillermo Lora, siendo asesor de los mineros de Siglo XX, fue elegido diputado nacional por la provincia Bustillos, norte de Potosí, integrando  el Bloque Minero Parlamentario. Lora, orientó a la clase obrera boliviana hacia su independencia política.

En el III Congreso Nacional de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, en Catavi, fueron militantes trotskistas encabezados por  Guillermo Lora quienes infligieron mayor derrota política a representantes del gobierno de Gualberto Villarroel. “El ministro de Trabajo, (Germán) Monroy Block fue derrotado en la polémica por Guillermo Lora, joven militante del POR, quien fue sacado en hombros por los representantes obreros del Congreso” (“Bolivia: La Revolución Derrotada”, Liborio Justo (Quebracho) Editorial  Serrano Hnos. Ltda., Cochabamba-Bolivia 1967, Pág. 122).

Lora, fue toda una leyenda como pensador de izquierda en las luchas obreras, inspirando  educación política y disciplina revolucionaria con preferencia en los cuadros mineros.

La clase revolucionaria por excelencia, los combativos mineros,  como nos enseñó Guillermo Lora, debía conducir al proletariado boliviana la toma del poder político. Esa vanguardia revolucionaria, evidente,  fue conductora de la rebelión proletaria, en varios momentos históricos, pero siempre fue relegada y hasta traicionada por sus propios líderes circunstanciales.

Desde su fundación, la Federación  Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, histórica y gloriosa organización, cabeza permanente de la Central Obrera Boliviana, COB, fue aliada fundamental de otras fuerzas políticas y de militares progresistas organizados para la toma del poder y conformar gobiernos  de izquierda inspirados en el ideal socialista después de la guerra del Chaco.

 Los mineros fueron el  factor determinante para el triunfo de la Revolución del 52 y la llegada al poder de Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Suazo. Esa clase revolucionaria sólo favoreció el triunfo de otros protagonistas y relegados los  líderes del proletariado a segundo plano. Con razón, el periodista y escritor argentino Liborio Justo (Quebracho) calificó la epopeya del 52, como “revolución derrotada” en un formidable ensayó donde destaca la raíz, proceso y autopsia de la primera revolución proletaria en América Latina.

LEGADO DE GUILLERMO

Guillermo Lora, un respetado líder político, intelectual de izquierda radical y escritor de jerarquía,  reflejó la lucha de los combativos mineros del país contra las dictaduras militares en numerosos libros, folletos y panfletos siendo su mayor aporte la colección de cinco tomos de la “Historia del Movimiento Obrero Boliviano”, impreso por editorial “Los Amigos del Libro”.

Dejó testimonio personal sobre el lugar histórico de los trabajadores del subsuelo como vanguardia revolucionaria del proletariado nacional en numerosas publicaciones. Director y principal redactor de artículos publicados en “Masas”, el periódico del partido, Lora fue inclaudicable crítico del militarismo reaccionario aliado al imperialismo norteamericano a cuyo segmento solía calificar “gorilismo” fascista.

Su hermano Cesar Lora, destacado dirigente de interior mina de Siglo XX, fue asesinado por paramilitares del gobierno del Gral. René Barrientos Ortuño, en San Pedro de Buena Vista, una localidad en el norte de Potosí, tras ser perseguido furiosamente después de la intervención militar a las minas en 1965. En el homenaje que presidió el jefe del POR en memoria de Cesar Lora en el cementerio general de LLallagua, sorprendió a los presentes terminando sus palabras: “¡¡Viva Cesar Lora!! y  todos respondimos ¡¡Viva Cesar Lora!!

El “Fiero” Lora  como lo conocíamos con respeto y admiración en los círculos más íntimos del partido, siempre fue consecuente con su pensamiento y su línea ideológica sobre “La Revolución Permanente”, inspirado y proclamado por León Trotski.

Ingresó al Partido Obrero Revolucionario (POR) muy joven, casi adolescente, estando viviendo en Cochabamba. Los fundadores del partido,  José Aguirre Gainsborg y Tristán Marof  (Gustavo Navarro) visionaron en l935 un nuevo estatus para el movimiento revolucionario boliviano y continental después de la Guerra del Chaco, de donde también surgían frustrados líderes militares con mentalidad socialista ansias de derrocar el poder oligárquico afianzados en la plutocracia de los barones del estado  (Patiño-Hodchild-Aramayo) y los grandes latifundistas. Los más visibles, eran los coroneles David Toro, Germán Busch y Gualberto Villarroel.

A la muerte de Aguirre Gainsborg, Lora se convirtió con merecimiento pleno en el principal dirigente del POR y dirigió su mayor capacidad a educar políticamente a los mineros como vanguardia del proletariado del Altiplano. Fue crítico del “foquismo” cuando apareció en Bolivia el foco guerrillero de Ernesto Che Guevara. Entonces el POR sufrió una primera escisión, cuando una facción porista intento seguir al Che y Lora se quedó con el grupo que después sería conocido como el POR-Masas.

Entre 1970-1971, durante el gobierno del general Torres, la orientación de Lora fue determinante para fundar y constituir la primera Asamblea del Pueblo a la cabeza de la COB y ésta máxima organización timoneada por la Federación de Mineros. Lora fue también impulsor de la Revolución Universitaria para reformar la cátedra ortodoxa en enseñanza liberadora comenzando su experimento en la UMSA con los universitarios Víctor Coronel y Jorge Lazarte como principales conductores.

Su mayor victoria como teórico de la revolución proletaria, fue precisamente la Asamblea del Pueblo, un poder popular donde tenían representación orgánica desde los núcleos intelectuales de izquierda más avanzados  hasta los sindicatos de lustrabotas. En ese período la palabra socialista era venerada y se esperaba que este poder dual en Bolivia impulse el proceso revolucionario hasta culminar en la instauración del socialismo.

En la madrugada del 21 de agosto de 1971, el intenso fragor ideológico para enfrentar y frenar el golpe de estado en ciernes contra el presidente Torres, también se apagaba. Lora denunciaba la traición del gobierno al no disponer oportunamente armas solicitadas por la Asamblea Popular para defender las conquistas populares.

A las 22.00 horas del  día 21 de agosto de 1971, ingresaba triunfante al Palacio Quemado, el coronel Hugo Banzer Suárez, tumbando de raíz todas las conquistas populares e instaurando un gobierno nacionalista anticomunista con el lema orden, paz y trabajo. Banzer y se quedó siete años en el poder, tres junto a sus aliados, el MNR de Paz Estenssoro y FSB de Mario Gutiérrez, de quienes se desprendió tras un autogolpe en l974, conformando un gobierno estrictamente militar que aguantó hasta l978.

ASAMBLEA DEL PUEBLO
LOS MINEROS EN PIE DE LUCHA
SIMÓN REYES, VÍCTOR ARIAS, FILEMÓN ESCOBAR Y JUAN LECHÍN (ASAMBLEA POPULAR)
CONTRA GOLPE AL ESTADO PLURINACIONAL

Sentíamos profunda  admiración y respeto por el jefe del partido, un excepcional revolucionario marxista-leninista y trotskista. Luchador intransigente desde su juventud universitaria. Nunca claudicó en sus convicciones ideológicas hasta su muerte, en 2009, cuando Bolivia ya era desde 2006, el primer Estado Plurinacional de América Latina, liderado por el primer presidente indígena emergente de los sindicatos cocaleros.

Autor intelectual de la famosa Tesis de Pulacayo, aprobada en el Congreso Extraordinario de la FSTMB realizado entre el 6 al 12 de noviembre de 1946 en el distrito minero de Pulacayo, Lora fue desde entonces el máximo teórico de la revolución proletaria, polemista mordaz y cáustico crítico en su permanente enfrentamiento ideológico contra el superestado minero feudal (Patiño-Hodchild-Aramayo) y las dictaduras militares.

Lora, todavía presenció el ascenso al poder de Evo Morales, acaudillando masas populares, paradójicamente, también a sus “combativos mineros” como aliados de los campesinos y no como “conductores de la revolución”.

La historia mostraba, en ese momento, el lado cruel de la teoría trotskista, la antítesis de la famosa Tesis de Pulacayo, el reconocido documento político de trascendencia nacional e internacional redactado precisamente por Guillermo Lora, vigente desde 1946.

La Tesis de Pulacayo orientó la lucha de los obreros y clases medias bajo dirección de los mineros como  vanguardia revolucionaria para la conquista del poder vía insurrección armada hasta implantar la dictadura del proletariado y el socialismo. Pero no ocurrió así. Las masas llegaron al poder en 2005 a través de las urnas, sin protagonizar ninguna  revolución armada.

Evo y el MAS, habían cambiado el curso de la historia a partir de 2006,  inspirando en la mayoría del pueblo boliviano una pacífica “revolución democrática y cultural” cuya base de corte socialista era el desarrollo económico, social, productivo y comunitario con fuerte presencia del Estado y una avanzada Constitución aprobada en referendo popular enterrando resabios del modelo republicano donde el neoliberalismo, capitalizó y privatizó estratégicas empresas estatales y despojó con felonía los recursos naturales durante 40 años con breves interregnos.

El Estado Plurinacional avanzaba con crecimiento económico, baja inflación y estabilidad financiera reconocida, así, por organismos financieros internacionales. Se había logrado evidente inclusión social y revalorización cultural. Mostraba contundentes resultados en sus metas y nada hacía presagiar su desmoronamiento. Pero sucedió, sus cimientos fueron removidos al extremo de amenazar con extinguir el modelo socialista.

ASAMBLEA DEL PUEBLO
LOS MINEROS EN PIE DE LUCHA

 Un 12 de noviembre de 2019, Bolivia experimentaba el golpe de Estado número 168 en su larga y trágica insurgencia política. Día fatídico para los ideólogos del populismo de izquierda, esa fecha marcaba el ascenso al poder de una mujer beniana de clase media, Jeanine Añez Chávez, senadora del partido ultraconservador, MSD (Movimiento Social Demócrata) tras autoproclamarse presidenta constitucional de Bolivia, arropada por militares y policías reaccionarios; conocidos políticos oportunistas, cívicos emergentes de extrema derecha y congregaciones evangélicas  y católicas fundamentalistas.

Dos días antes, el 10 de noviembre de 2019, cerca de las 18.00 horas, presentaba su forzada renuncia el presidente Evo Morales desde una sede sindical de productores de coca en el trópico de Cochabamba mediante cadena de radio y televisión. Media hora después, desde el mismo lugar también renunciaba su vicepresidente Álvaro García Linera, dejando profundo vacío de poder en un país sitiado por miles de bloqueadores.

¿Había caído el histórico Estado Plurinacional de Bolivia? ¿Fracasó el pacífico experimento socialista?

¿Sucumbió la tesis de la acción directa de las masas y la insurrección popular? ¿La Tesis de Pulacayo todavía era referente?

Los golpistas de noviembre, impusieron un régimen de fuerza y al amparo del DS 4078 aprobado por el gabinete de Áñez, las FF.AA. perpetraron las masacres de Senkata y Sacaba sin lograr pacificar el país. La presidenta  Áñez que proclamó a los cuatro vientos la victoria de la “Revolución de las pititas” y su retorno al delo neoliberal no pudo desmontar la estructura del Estado Plurinacional y sus acciones desde el Poder Ejecutivo fueron supeditadas a la Asamblea Legislativa controlada en su mayoría por parlamentarios del MAS, el partido del presidente derrocado.

Las fuerzas populares de izquierda mantenían su vigor en las calles y carreteras, donde el Consejo Nacional  por el Cambio, CONALCAM, se abría paso en busca de recuperar su  hegemonía acaudillada por las organizaciones campesinas emergentes logrando mantener el Pacto de Unidad con la histórica COB.

El ascenso de Morales, en 2005, y su permanencia en el poder había permitido una activa participación y maduración política de sectores campesinos incorporándolos mediante sus organizaciones naturales al Pacto de Unidad fortalecido, además,  con la presencia sindical de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas y Originarias “Bartolina Sisa”.

INFLUENCIA DEL TROTKISMO

En 1947 Guillermo Lora, siendo asesor de los mineros de Siglo XX, fue elegido diputado nacional por la provincia Bustillos, norte de Potosí, integrando  el Bloque Minero Parlamentario. Lora, orientó a la clase obrera boliviana hacia su independencia política.

En el III Congreso Nacional de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, en Catavi, fueron militantes trotskistas encabezados por  Guillermo Lora quienes infligieron mayor derrota política a representantes del gobierno de Gualberto Villarroel. “El ministro de Trabajo, (Germán) Monroy Block fue derrotado en la polémica por Guillermo Lora, joven militante del POR, quien fue sacado en hombros por los representantes obreros del Congreso” (“Bolivia: La Revolución Derrotada”, Liborio Justo (Quebracho) Editorial  Serrano Hnos. Ltda., Cochabamba-Bolivia 1967, Pág. 122).

Lora, fue toda una leyenda como pensador de izquierda en las luchas obreras, inspirando  educación política y disciplina revolucionaria con preferencia en los cuadros mineros.

La clase revolucionaria por excelencia, los combativos mineros,  como nos enseñó Guillermo Lora, debía conducir al proletariado boliviana la toma del poder político. Esa vanguardia revolucionaria, evidente,  fue conductora de la rebelión proletaria, en varios momentos históricos, pero siempre fue relegada y hasta traicionada por sus propios líderes circunstanciales.

Desde su fundación, la Federación  Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, histórica y gloriosa organización, cabeza permanente de la Central Obrera Boliviana, COB, fue aliada fundamental de otras fuerzas políticas y de militares progresistas organizados para la toma del poder y conformar gobiernos  de izquierda inspirados en el ideal socialista después de la guerra del Chaco.

 Los mineros fueron el  factor determinante para el triunfo de la Revolución del 52 y la llegada al poder de Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Suazo. Esa clase revolucionaria sólo favoreció el triunfo de otros protagonistas y relegados los  líderes del proletariado a segundo plano. Con razón, el periodista y escritor argentino Liborio Justo (Quebracho) calificó la epopeya del 52, como “revolución derrotada” en un formidable ensayó donde destaca la raíz, proceso y autopsia de la primera revolución proletaria en América Latina.

SIMÓN REYES, VÍCTOR ARIAS, FILEMÓN ESCOBAR Y JUAN LECHÍN (ASAMBLEA POPULAR)
LOS MINEROS EN PIE DE LUCHA
CONTRA GOLPE AL ESTADO PLURINACIONAL
SIMÓN REYES, VÍCTOR ARIAS, FILEMÓN ESCOBAR Y JUAN LECHÍN (ASAMBLEA POPULAR)

Sentíamos profunda  admiración y respeto por el jefe del partido, un excepcional revolucionario marxista-leninista y trotskista. Luchador intransigente desde su juventud universitaria. Nunca claudicó en sus convicciones ideológicas hasta su muerte, en 2009, cuando Bolivia ya era desde 2006, el primer Estado Plurinacional de América Latina, liderado por el primer presidente indígena emergente de los sindicatos cocaleros.

Autor intelectual de la famosa Tesis de Pulacayo, aprobada en el Congreso Extraordinario de la FSTMB realizado entre el 6 al 12 de noviembre de 1946 en el distrito minero de Pulacayo, Lora fue desde entonces el máximo teórico de la revolución proletaria, polemista mordaz y cáustico crítico en su permanente enfrentamiento ideológico contra el superestado minero feudal (Patiño-Hodchild-Aramayo) y las dictaduras militares.

Lora, todavía presenció el ascenso al poder de Evo Morales, acaudillando masas populares, paradójicamente, también a sus “combativos mineros” como aliados de los campesinos y no como “conductores de la revolución”.

La historia mostraba, en ese momento, el lado cruel de la teoría trotskista, la antítesis de la famosa Tesis de Pulacayo, el reconocido documento político de trascendencia nacional e internacional redactado precisamente por Guillermo Lora, vigente desde 1946.

La Tesis de Pulacayo orientó la lucha de los obreros y clases medias bajo dirección de los mineros como  vanguardia revolucionaria para la conquista del poder vía insurrección armada hasta implantar la dictadura del proletariado y el socialismo. Pero no ocurrió así. Las masas llegaron al poder en 2005 a través de las urnas, sin protagonizar ninguna  revolución armada.

Evo y el MAS, habían cambiado el curso de la historia a partir de 2006,  inspirando en la mayoría del pueblo boliviano una pacífica “revolución democrática y cultural” cuya base de corte socialista era el desarrollo económico, social, productivo y comunitario con fuerte presencia del Estado y una avanzada Constitución aprobada en referendo popular enterrando resabios del modelo republicano donde el neoliberalismo, capitalizó y privatizó estratégicas empresas estatales y despojó con felonía los recursos naturales durante 40 años con breves interregnos.

El Estado Plurinacional avanzaba con crecimiento económico, baja inflación y estabilidad financiera reconocida, así, por organismos financieros internacionales. Se había logrado evidente inclusión social y revalorización cultural. Mostraba contundentes resultados en sus metas y nada hacía presagiar su desmoronamiento. Pero sucedió, sus cimientos fueron removidos al extremo de amenazar con extinguir el modelo socialista.

 Un 12 de noviembre de 2019, Bolivia experimentaba el golpe de Estado número 168 en su larga y trágica insurgencia política. Día fatídico para los ideólogos del populismo de izquierda, esa fecha marcaba el ascenso al poder de una mujer beniana de clase media, Jeanine Añez Chávez, senadora del partido ultraconservador, MSD (Movimiento Social Demócrata) tras autoproclamarse presidenta constitucional de Bolivia, arropada por militares y policías reaccionarios; conocidos políticos oportunistas, cívicos emergentes de extrema derecha y congregaciones evangélicas  y católicas fundamentalistas.

Dos días antes, el 10 de noviembre de 2019, cerca de las 18.00 horas, presentaba su forzada renuncia el presidente Evo Morales desde una sede sindical de productores de coca en el trópico de Cochabamba mediante cadena de radio y televisión. Media hora después, desde el mismo lugar también renunciaba su vicepresidente Álvaro García Linera, dejando profundo vacío de poder en un país sitiado por miles de bloqueadores.

¿Había caído el histórico Estado Plurinacional de Bolivia? ¿Fracasó el pacífico experimento socialista?

¿Sucumbió la tesis de la acción directa de las masas y la insurrección popular? ¿La Tesis de Pulacayo todavía era referente?

Los golpistas de noviembre, impusieron un régimen de fuerza y al amparo del DS 4078 aprobado por el gabinete de Áñez, las FF.AA. perpetraron las masacres de Senkata y Sacaba sin lograr pacificar el país. La presidenta  Áñez que proclamó a los cuatro vientos la victoria de la “Revolución de las pititas” y su retorno al delo neoliberal no pudo desmontar la estructura del Estado Plurinacional y sus acciones desde el Poder Ejecutivo fueron supeditadas a la Asamblea Legislativa controlada en su mayoría por parlamentarios del MAS, el partido del presidente derrocado.

Las fuerzas populares de izquierda mantenían su vigor en las calles y carreteras, donde el Consejo Nacional  por el Cambio, CONALCAM, se abría paso en busca de recuperar su  hegemonía acaudillada por las organizaciones campesinas emergentes logrando mantener el Pacto de Unidad con la histórica COB.

El ascenso de Morales, en 2005, y su permanencia en el poder había permitido una activa participación y maduración política de sectores campesinos incorporándolos mediante sus organizaciones naturales al Pacto de Unidad fortalecido, además,  con la presencia sindical de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas y Originarias “Bartolina Sisa”.

. Redacción:
Simón Alberto Figueroa Reynaga

Periodista, Editor General de TEMAScbba, Miembro de la Sociedad de Editores y Redactores SER Cochabamba

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