ULTIMÁTUM EN NOMBRE DE DIOS
ULTIMÁTUM EN NOMBRE DE DIOS
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Triunfal ingreso del líder cívico de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, al Palacio de Gobierno en la Plaza Murillo después de 21 días de movilización ciudadana en noviembre de 2019.
Desiderio Paredes
22 de junio de 2023
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ULTIMÁTUM EN NOMBRE DE DIOS

Luis Fernando Camacho Vaca, Marco Antonio Pumari y el abogado Eduardo León, ingresan al salón principal del Palacio Quemado en Plaza Murillo a las 17.50 del día 10 de noviembre de 2019. Camacho tiene en sus manos una Biblia y un santo Rosario, inseparables de él durante los 21 días de resistencia ciudadana. Los tres se arrodillan en el piso donde el líder cívico asienta allí la anunciada carta redactada por su persona, mediante cuyo texto simbólico, el Presidente deja constancia de su renuncia.

Dos noches antes, elevando oraciones al cielo, había prometido la renuncia de Morales como un hecho consumado ante la multitud de sus seguidores concentrada a los pies del Cristo Redentor, en Santa Cruz. Camacho anunciaba el ultimátum a Evo en nombre de Dios.

“Morales renunciará a su cargo sin disparar una sola bala”…había dicho.

Luis Fernando Camacho se convierte así en líder indiscutible de una mayoría cruceña dispuesta a seguirle hasta alcanzar su objetivo. Mostrándose muy seguro y envalentonado utiliza pronuncia sistemática retórica, “por la libertad y la democracia contra la dictadura” logrando mantener apoyo incondicional y es visto con poder para forzar la renuncia del Primer Mandatario.

La rotonda del Cristo Redentor, se convierte en lugar emblemático para el líder cívico desde donde por cadena nacional de radio y televisión lanza extrañas consignas al borde del paroxismo histérico y proclama su pronta victoria.

La noche del 17 de noviembre, finalmente, en un arrebato de prognosis ad portas establece 48 horas para la dimisión del Presidente y promete entregarle su misiva de renuncia en mano propia en la sede del poder político.

Los miles de adherentes extasiados de júbilo gritan frenéticos el nombre de su líder, único hombre de cuerpo entero desafiando al poderoso mandatario. Sienten euforia y se abrazan de emoción con desbordante oxitocina difíciles de ocultar en sus rostros. La promesa de voltear al Presidente iba tomando sentido y la figura de Camacho se agigantaba cada instante. Una afrenta pública de semejante magnitud no tenía parangón con ningún episodio político en la historia de Bolivia.

Cadenas de televisión, radio y redes sociales instalan sus mejores equipos humanos y tecnológicos para amplificar sus discursos conminatorios transmitidos en directo para todo el territorio donde en diferentes plazas públicas se organizan cabildos populares y se convierten en direcciones políticas circunstanciales determinantes aprobando medidas de presión e impartiendo órdenes de estrategias de movilización.

Su decantada carta utilizada como factor psicológico y de propaganda no llega al destinatario final por carecer de oportunidad para semejante trasiego, tampoco es depositada en ventanilla única de la Casa Grande del Pueblo como obliga el protocolo. Cunde desconcierto en los quipos de inteligencia y seguridad del gobierno aún sabiendo la postura alharaca del líder cruceño. Pero, la misteriosa misiva acaba en el piso del histórico Palacio Quemado siendo más simbólica, orlado de patriotismo y heroísmo dejándola como ideograma de libertad.

Ese día 10, Luis Fernando, imaginando ser ínclito y férreo opositor al régimen del MAS camina varias cuadras sin aspaviento antes de llegar a la Plaza Murillo acordonada y vigilada por uniformados de la Policía Boliviana; es imposible reconocerlo en medio de otros policías. Todo está organizado y protegido para su ingreso triunfal al hall del viejo Palacio de Gobierno y proclamar luego de su salida, la victoria de la democracia y el fin de la tiranía.

“El 11 de noviembre de 2019, dos cruzados-templarios modernos, Fernando Camacho y Marco Pumari, con biblia en mano, desataron el primer “golpe de Estado híbrido” que haya vivido Bolivia en toda su historia. Ya antes habían predicado a sus huestes sedientas de sangre, del mismo modo como lo hiciera Bernardo de Clarabal con los cruzados medievales: “quien mate infieles será premiado por Dios con la vida eterna”. (Policía y Ejército dijeron también amén a esa prédica) refleja el escritor boliviano Rafael Bautista Segales, en su artículo “Geopolítica del Anticristo” publicado en el portal digital Indymedia, el 18 de noviembre de 2019.

El periodista Carlos García Rawlins, de la agencia de noticias británica Reuters, mediante la plataforma informativa digital France 24, el 10 de noviembre de 2019, publica a propósito de Luis Fernando Camacho: “El líder ultraderechista del Comité pro Santa Cruz adquirió un papel clave en el fin precipitado de la era de Evo Morales, quien lo acusa de ser responsable de un “golpe de Estado”. Algunos pintan a Camacho como el “Bolsonaro boliviano”.

Cuando Camacho llega a La Paz, por segunda vez, el bautizado “Templario” siente todo el poder en sus manos. En su primer viaje, se queda varias horas en la terminal del aeropuerto de El Alto, hostigado por centenares de seguidores del MAS armados con palos dispuestos a no permitir su salida de una de las oficinas de AASANA. El gobierno dispone un avión de la FAB para devolverle a Santa Cruz, como dándole un mensaje de advertencia. “Su misión es imposible. No será tolerada, mucho menos llegar personalmente frente al Presidente para entregarle una supuesta carta de renuncia. Simplemente es una provocación abierta”, sentenció Juan Canaviri, dirigente vecinal de El Alto, presente en ese instante. Otro vuelo camuflado llega después al mismo aeropuerto trasladando desde Santa Cruz y Cochabamba a paramilitares de la Unión Juvenil Cruceñista y de la Resistencia Juvenil K’ochala.

Camacho vuelve un día después a bordo de en un vuelo comercial de la línea aérea estatal, Boliviana de Aviación, BOA, y esta vez es recibido por sus parciales y un inesperado cuerpo de seguridad con chalecos antibalas que inmediatamente lo rodean para custodiarlo hasta el lujoso hotel “Camino Real” en la zona sur de La Paz.

Los principales dirigentes políticos de oposición, Tuto Quiroga y Carlos Mesa, presentes en el hall del aeropuerto para recibirlo, saludarlo y abrazarlo, simplemente son ignorados por el héroe emergente, quien ni voltea la cabeza para mirarlos al momento de abordar una lujosa vagoneta. Quiroga y Camacho sólo pueden verlo a distancia, desde muy de lejos, como si fueran simples rostros comunes en medio de la agitada multitud apretujada en el aeropuerto de El Alto.

Una hora después, desde su hotel, Camacho, se dirige con una pequeña caravana de automóviles al corazón mismo del poder político, la Plaza Murillo, donde sus cuatro esquinas, están cerradas por muros humanos de contención formados por grupos de civiles de las plataformas y partidos políticos de oposición y columnas de policías. Es una zona infranqueable, pero Camacho logra atravesar camuflado con uniforme policial como realizando inspección de rutina acompañado de policías con rango de oficiales.

Ingresar al histórico Palacio Quemado, depositar su carta y una biblia, según él, es devolver la presencia de Dios en el legendario edificio como acto de fe, reverencia y promesa a su pueblo, Santa Cruz de la Sierra.

Minutos después se conocía el mensaje de Carlos Mesa, segundo ganador en las fallidas elecciones de octubre mediante su cuenta de Twitter: "A Bolivia, a su pueblo, a los jóvenes, a las mujeres, al heroísmo de la resistencia pacífica. Nunca olvidaré este día único. El fin de la tiranía. Agradecido por esta lección histórica. Viva Bolivia". Las agencias de noticias AP, AFP, DPA, Reuters y cadenas de televisión planetarias comienzan a narrar el nuevo epílogo político de una historia sin fin.

TEMPLARIO CIVICO

“Tenemos que organizar un gobierno de transición con policías y militares, llamar a elecciones en 60 días con un nuevo Tribunal Supremo Electoral”, les dice Camacho a los periodistas. Pumari, está a su lado y ambos sienten pisar nubes de alfombra al recibir abrazos, apretones de manos y saludos en alto, cuando aparecen y salen del viejo Palacio de Gobierno. Periodistas y camarógrafos tienen poco margen de maniobra desesperados de grabar imagen y audio.

Veinte días antes, Camacho, a las 7:46 p. m. del 22 octubre de 2019, había determinado desde Santa Cruz, el paro cívico nacional indefinido acatado por amplios sectores sociales hostiles al presidente Evo y daba comienzo a la revuelta ciudadana: “Porque cada minuto cuenta para la recuperación de nuestra democracia, iniciamos el paro cívico indefinido a las 10 de la noche del día de hoy a los pies de nuestro Cristo Redentor. Lugar sagrado para los cruceños, donde nos juramos hacer respetar nuestra democracia”, decía el texto de su Twitter, reproducido por las cadenas informativas.

Y convencido de ser escuchado por sus seguidores en todo el país, una vez más, ahora desde el hotel “Camino Real”, donde funciona su cuartel general, a las 19.00 horas del día 10, ordena organizar una cadena nacional de radio y televisión para ser transmitida en forma simultánea a las 23.00 p.m. de esa misma noche e impartir nuevas instrucciones al cabildo reunido en el Cristo Redentor. El mensaje debe llegar al mismo tiempo a otros cabildos populares concentrados en varias plazas públicas de las principales ciudades. A partir de ese momento se apodera tensa calma, incertidumbre y miedo. ¿Qué dirá Camacho?

“¿Quién reemplazará a Evo y Álvaro? ¿Había condiciones para formar un gobierno cívico-militar? ¿Camacho lograría su plan? ¿Qué factores eran importantes para superar la crisis política sin romper el orden constitucional?, se preguntó el abogado constitucionalista Mario Pérez Sandoval destacado miembro de un grupo multidisciplinario de profesionales. Ese equipo seguía y analizaba los acontecimientos en su sala de conferencias en Cochabamba.

La oposición política debía superar el vacío de poder con la mayor prontitud y urgencia para evitar una sorpresiva regresión. Comienza una intensa negociación política entre reconocidos portavoces de las principales fuerzas políticas y del bloque cívico. En la primera reunión en la Universidad Católica Boliviana participan Jorge Tuto Quiroga Ramírez, Ricardo Paz Ballivian en representación de Carlos Mesa, el abogado Jerges Justiniano como delegado de Luis Fernando Camacho y el rector de la UMSA, Waldo Albarracín a nombre del Consejo Nacional de Defensa de la Democracia, CONADE. En posteriores reuniones estuvieron parlamentarias del MAS.

Cerca de las 24 horas del domingo 10 de noviembre, desde el frontis del hotel “Camino Real”, Camacho implora a sus miles de fieles seguidores, quizá en ese momento millones de opositores al régimen, su última instrucción: “les pido un poco de paciencia, 48 horas más de resistencia”. El pedido se entiende como una orden para no levantar todavía los bloqueos y la medida es acatada con la certidumbre de alcanzar una solución final a la crisis política.

El tiempo es perentorio para consultar con los poderosos grupos empresariales de Santa Cruz sobre los factores viables para organizar el futuro gobierno. Camacho, defiende la idea de conformar un gobierno cívico-militar de transición fijando plazo de seis meses para convocar a nuevas elecciones con un nuevo Tribunal Electoral y nuevos actores como candidatos presidenciales. Su innegable poder dominando la voluntad de un movimiento ciudadano en las calles y grupos de choque en proximidades de la Casa Grande del Pueblo le otorgan facultad ilimitada para conseguir su objetivo principal: echar del poder a Evo Morales y proscribir su partido.

Cuando fue electo presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Camacho ya expone entonces su posición anti Evo y sus primeras palabras apenas jura al cargo son: “Este comité reconoce a Juan Guaido como presidente de Venezuela” en alusión a la alianza de Evo con Nicolás Maduro, enfrentado a EE.UU. Sus adherentes celebran el pensamiento ideológico radicalmente anticomunista de su líder, quién asegura: "Bolivia será la esperanza de toda América Latina, terminó el comunismo, tendremos libertad y democracia. Los bolivianos reanudaremos la lucha para restaurar la dignidad de Venezuela, así como a todos los países que han sido humillados".(Página Siete Digital)

Camacho, en sus arengas públicas apela de manera constante a la justicia divina para castigar a los enemigos de Dios y aparece en todo escenario público con un Rosario envuelto en su muñeca derecha en señal de sumisión religiosa, muy idéntico a las apariciones del presidente brasileño, Jair Bolsonaro y su postura invariable: “primero Dios, después Dios…”

Tras consolidarse el gobierno provisional con Jeanine Añez, en un mensaje deTwitter , el líder cívico cruceño se jacta sin pudor de ser protagonista de la recuperación de la democracia y la libertad nombrando a su padre (José Luis Camacho) el haber realizado ciertos arreglos económicos con jefes militares durante la crisis político-electoral.

Un video grabado con celular se difunde en redes sociales mostrando a un Luis Fernando Camacho Vaca, de pie, rodeado de sus más cercanos colaboradores, también todos parados, donde les comunica sobre el acuerdo económico de su padre con jefes militares para mantener a las FF.AA en sus cuarteles: “No salir a las calles contra del pueblo movilizado”. El contubernio padre-hijo respecto a los militares, provoca diversas reacciones entre sus aliados. Exponer a luz pública un pacto probablemente secreto era extremadamente delicado y complejo porque se conocía por informes de RR.SS la existencia de aportes económicos de poderosos empresarios ideológicamente enemigos del gobierno y de financiamiento proveniente del exterior. Camacho, se exponía como principal autor, héroe y adalid político de la hazaña ciudadana de noviembre.

A partir de los acuerdos concertados al calor del triunfo político sobre Evo Morales, los jefes de la oposición tejen un sinfín de estratagemas legales para no transgredir la CPE y lograr una transición ordenada del poder. Pero había sugerencias radicales. Le victoria otorga derechos como para imponer un gobierno de fuerza y liquidar todo vestigio del Estado Plurinacional de Bolivia.

¿GOBIERNO CIVICO MILITAR?

“El 11 de noviembre de 2019, dos cruzados-templarios modernos, Fernando Camacho y Marco Pumari, con biblia en mano, desataron el primer “golpe de Estado híbrido” que haya vivido Bolivia en toda su historia. Ya antes habían predicado a sus huestes sedientas de sangre, del mismo modo como lo hiciera Bernardo de Clarabal con los cruzados medievales: “quien mate infieles será premiado por Dios con la vida eterna”. (Policía y Ejército dijeron también amén a esa prédica) refleja el escritor boliviano Rafael Bautista Segales, en su artículo “Geopolítica del Anticristo” publicado en el portal digital Indymedia, el 18 de noviembre de 2019.

El periodista Carlos García Rawlins, de la agencia de noticias británica Reuters, mediante la plataforma informativa digital France 24, el 10 de noviembre de 2019, publica a propósito de Luis Fernando Camacho: “El líder ultraderechista del Comité pro Santa Cruz adquirió un papel clave en el fin precipitado de la era de Evo Morales, quien lo acusa de ser responsable de un “golpe de Estado”. Algunos pintan a Camacho como el “Bolsonaro boliviano”.

Cuando Camacho llega a La Paz, por segunda vez, el bautizado “Templario” siente todo el poder en sus manos. En su primer viaje, se queda varias horas en la terminal del aeropuerto de El Alto, hostigado por centenares de seguidores del MAS armados con palos dispuestos a no permitir su salida de una de las oficinas de AASANA. El gobierno dispone un avión de la FAB para devolverle a Santa Cruz, como dándole un mensaje de advertencia. “Su misión es imposible. No será tolerada, mucho menos llegar personalmente frente al Presidente para entregarle una supuesta carta de renuncia. Simplemente es una provocación abierta”, sentenció Juan Canaviri, dirigente vecinal de El Alto, presente en ese instante. Otro vuelo camuflado llega después al mismo aeropuerto trasladando desde Santa Cruz y Cochabamba a paramilitares de la Unión Juvenil Cruceñista y de la Resistencia Juvenil K’ochala.

Camacho vuelve un día después a bordo de en un vuelo comercial de la línea aérea estatal, Boliviana de Aviación, BOA, y esta vez es recibido por sus parciales y un inesperado cuerpo de seguridad con chalecos antibalas que inmediatamente lo rodean para custodiarlo hasta el lujoso hotel “Camino Real” en la zona sur de La Paz.

Los principales dirigentes políticos de oposición, Tuto Quiroga y Carlos Mesa, presentes en el hall del aeropuerto para recibirlo, saludarlo y abrazarlo, simplemente son ignorados por el héroe emergente, quien ni voltea la cabeza para mirarlos al momento de abordar una lujosa vagoneta. Quiroga y Camacho sólo pueden verlo a distancia, desde muy de lejos, como si fueran simples rostros comunes en medio de la agitada multitud apretujada en el aeropuerto de El Alto.

Una hora después, desde su hotel, Camacho, se dirige con una pequeña caravana de automóviles al corazón mismo del poder político, la Plaza Murillo, donde sus cuatro esquinas, están cerradas por muros humanos de contención formados por grupos de civiles de las plataformas y partidos políticos de oposición y columnas de policías. Es una zona infranqueable, pero Camacho logra atravesar camuflado con uniforme policial como realizando inspección de rutina acompañado de policías con rango de oficiales.

Ingresar al histórico Palacio Quemado, depositar su carta y una biblia, según él, es devolver la presencia de Dios en el legendario edificio como acto de fe, reverencia y promesa a su pueblo, Santa Cruz de la Sierra.

Minutos después se conocía el mensaje de Carlos Mesa, segundo ganador en las fallidas elecciones de octubre mediante su cuenta de Twitter: "A Bolivia, a su pueblo, a los jóvenes, a las mujeres, al heroísmo de la resistencia pacífica. Nunca olvidaré este día único. El fin de la tiranía. Agradecido por esta lección histórica. Viva Bolivia". Las agencias de noticias AP, AFP, DPA, Reuters y cadenas de televisión planetarias comienzan a narrar el nuevo epílogo político de una historia sin fin.

“Tenemos que organizar un gobierno de transición con policías y militares, llamar a elecciones en 60 días con un nuevo Tribunal Supremo Electoral”, les dice Camacho a los periodistas. Pumari, está a su lado y ambos sienten pisar nubes de alfombra al recibir abrazos, apretones de manos y saludos en alto, cuando aparecen y salen del viejo Palacio de Gobierno. Periodistas y camarógrafos tienen poco margen de maniobra desesperados de grabar imagen y audio.

Veinte días antes, Camacho, a las 7:46 p. m. del 22 octubre de 2019, había determinado desde Santa Cruz, el paro cívico nacional indefinido acatado por amplios sectores sociales hostiles al presidente Evo y daba comienzo a la revuelta ciudadana: “Porque cada minuto cuenta para la recuperación de nuestra democracia, iniciamos el paro cívico indefinido a las 10 de la noche del día de hoy a los pies de nuestro Cristo Redentor. Lugar sagrado para los cruceños, donde nos juramos hacer respetar nuestra democracia”, decía el texto de su Twitter, reproducido por las cadenas informativas.

Y convencido de ser escuchado por sus seguidores en todo el país, una vez más, ahora desde el hotel “Camino Real”, donde funciona su cuartel general, a las 19.00 horas del día 10, ordena organizar una cadena nacional de radio y televisión para ser transmitida en forma simultánea a las 23.00 p.m. de esa misma noche e impartir nuevas instrucciones al cabildo reunido en el Cristo Redentor. El mensaje debe llegar al mismo tiempo a otros cabildos populares concentrados en varias plazas públicas de las principales ciudades. A partir de ese momento se apodera tensa calma, incertidumbre y miedo. ¿Qué dirá Camacho?

“¿Quién reemplazará a Evo y Álvaro? ¿Había condiciones para formar un gobierno cívico-militar? ¿Camacho lograría su plan? ¿Qué factores eran importantes para superar la crisis política sin romper el orden constitucional?, se preguntó el abogado constitucionalista Mario Pérez Sandoval destacado miembro de un grupo multidisciplinario de profesionales. Ese equipo seguía y analizaba los acontecimientos en su sala de conferencias en Cochabamba.

La oposición política debía superar el vacío de poder con la mayor prontitud y urgencia para evitar una sorpresiva regresión. Comienza una intensa negociación política entre reconocidos portavoces de las principales fuerzas políticas y del bloque cívico. En la primera reunión en la Universidad Católica Boliviana participan Jorge Tuto Quiroga Ramírez, Ricardo Paz Ballivian en representación de Carlos Mesa, el abogado Jerges Justiniano como delegado de Luis Fernando Camacho y el rector de la UMSA, Waldo Albarracín a nombre del Consejo Nacional de Defensa de la Democracia, CONADE. En posteriores reuniones estuvieron parlamentarias del MAS.

Cerca de las 24 horas del domingo 10 de noviembre, desde el frontis del hotel “Camino Real”, Camacho implora a sus miles de fieles seguidores, quizá en ese momento millones de opositores al régimen, su última instrucción: “les pido un poco de paciencia, 48 horas más de resistencia”. El pedido se entiende como una orden para no levantar todavía los bloqueos y la medida es acatada con la certidumbre de alcanzar una solución final a la crisis política.

El tiempo es perentorio para consultar con los poderosos grupos empresariales de Santa Cruz sobre los factores viables para organizar el futuro gobierno. Camacho, defiende la idea de conformar un gobierno cívico-militar de transición fijando plazo de seis meses para convocar a nuevas elecciones con un nuevo Tribunal Electoral y nuevos actores como candidatos presidenciales. Su innegable poder dominando la voluntad de un movimiento ciudadano en las calles y grupos de choque en proximidades de la Casa Grande del Pueblo le otorgan facultad ilimitada para conseguir su objetivo principal: echar del poder a Evo Morales y proscribir su partido.

Cuando fue electo presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Camacho ya expone entonces su posición anti Evo y sus primeras palabras apenas jura al cargo son: “Este comité reconoce a Juan Guaido como presidente de Venezuela” en alusión a la alianza de Evo con Nicolás Maduro, enfrentado a EE.UU. Sus adherentes celebran el pensamiento ideológico radicalmente anticomunista de su líder, quién asegura: "Bolivia será la esperanza de toda América Latina, terminó el comunismo, tendremos libertad y democracia. Los bolivianos reanudaremos la lucha para restaurar la dignidad de Venezuela, así como a todos los países que han sido humillados".(Página Siete Digital)

Camacho, en sus arengas públicas apela de manera constante a la justicia divina para castigar a los enemigos de Dios y aparece en todo escenario público con un Rosario envuelto en su muñeca derecha en señal de sumisión religiosa, muy idéntico a las apariciones del presidente brasileño, Jair Bolsonaro y su postura invariable: “primero Dios, después Dios…”

Tras consolidarse el gobierno provisional con Jeanine Añez, en un mensaje deTwitter , el líder cívico cruceño se jacta sin pudor de ser protagonista de la recuperación de la democracia y la libertad nombrando a su padre (José Luis Camacho) el haber realizado ciertos arreglos económicos con jefes militares durante la crisis político-electoral.

Un video grabado con celular se difunde en redes sociales mostrando a un Luis Fernando Camacho Vaca, de pie, rodeado de sus más cercanos colaboradores, también todos parados, donde les comunica sobre el acuerdo económico de su padre con jefes militares para mantener a las FF.AA en sus cuarteles: “No salir a las calles contra del pueblo movilizado”. El contubernio padre-hijo respecto a los militares, provoca diversas reacciones entre sus aliados. Exponer a luz pública un pacto probablemente secreto era extremadamente delicado y complejo porque se conocía por informes de RR.SS la existencia de aportes económicos de poderosos empresarios ideológicamente enemigos del gobierno y de financiamiento proveniente del exterior. Camacho, se exponía como principal autor, héroe y adalid político de la hazaña ciudadana de noviembre.

A partir de los acuerdos concertados al calor del triunfo político sobre Evo Morales, los jefes de la oposición tejen un sinfín de estratagemas legales para no transgredir la CPE y lograr una transición ordenada del poder. Pero había sugerencias radicales. Le victoria otorga derechos como para imponer un gobierno de fuerza y liquidar todo vestigio del Estado Plurinacional de Bolivia.

TEMPLARIO CIVICO
¿GOBIERNO CIVICO MILITAR?
¿POR QUÉ 48 HORAS MÁS?

“El 11 de noviembre de 2019, dos cruzados-templarios modernos, Fernando Camacho y Marco Pumari, con biblia en mano, desataron el primer “golpe de Estado híbrido” que haya vivido Bolivia en toda su historia. Ya antes habían predicado a sus huestes sedientas de sangre, del mismo modo como lo hiciera Bernardo de Clarabal con los cruzados medievales: “quien mate infieles será premiado por Dios con la vida eterna”. (Policía y Ejército dijeron también amén a esa prédica) refleja el escritor boliviano Rafael Bautista Segales, en su artículo “Geopolítica del Anticristo” publicado en el portal digital Indymedia, el 18 de noviembre de 2019.

El periodista Carlos García Rawlins, de la agencia de noticias británica Reuters, mediante la plataforma informativa digital France 24, el 10 de noviembre de 2019, publica a propósito de Luis Fernando Camacho: “El líder ultraderechista del Comité pro Santa Cruz adquirió un papel clave en el fin precipitado de la era de Evo Morales, quien lo acusa de ser responsable de un “golpe de Estado”. Algunos pintan a Camacho como el “Bolsonaro boliviano”.

Cuando Camacho llega a La Paz, por segunda vez, el bautizado “Templario” siente todo el poder en sus manos. En su primer viaje, se queda varias horas en la terminal del aeropuerto de El Alto, hostigado por centenares de seguidores del MAS armados con palos dispuestos a no permitir su salida de una de las oficinas de AASANA. El gobierno dispone un avión de la FAB para devolverle a Santa Cruz, como dándole un mensaje de advertencia. “Su misión es imposible. No será tolerada, mucho menos llegar personalmente frente al Presidente para entregarle una supuesta carta de renuncia. Simplemente es una provocación abierta”, sentenció Juan Canaviri, dirigente vecinal de El Alto, presente en ese instante. Otro vuelo camuflado llega después al mismo aeropuerto trasladando desde Santa Cruz y Cochabamba a paramilitares de la Unión Juvenil Cruceñista y de la Resistencia Juvenil K’ochala.

Camacho vuelve un día después a bordo de en un vuelo comercial de la línea aérea estatal, Boliviana de Aviación, BOA, y esta vez es recibido por sus parciales y un inesperado cuerpo de seguridad con chalecos antibalas que inmediatamente lo rodean para custodiarlo hasta el lujoso hotel “Camino Real” en la zona sur de La Paz.

Los principales dirigentes políticos de oposición, Tuto Quiroga y Carlos Mesa, presentes en el hall del aeropuerto para recibirlo, saludarlo y abrazarlo, simplemente son ignorados por el héroe emergente, quien ni voltea la cabeza para mirarlos al momento de abordar una lujosa vagoneta. Quiroga y Camacho sólo pueden verlo a distancia, desde muy de lejos, como si fueran simples rostros comunes en medio de la agitada multitud apretujada en el aeropuerto de El Alto.

Una hora después, desde su hotel, Camacho, se dirige con una pequeña caravana de automóviles al corazón mismo del poder político, la Plaza Murillo, donde sus cuatro esquinas, están cerradas por muros humanos de contención formados por grupos de civiles de las plataformas y partidos políticos de oposición y columnas de policías. Es una zona infranqueable, pero Camacho logra atravesar camuflado con uniforme policial como realizando inspección de rutina acompañado de policías con rango de oficiales.

Ingresar al histórico Palacio Quemado, depositar su carta y una biblia, según él, es devolver la presencia de Dios en el legendario edificio como acto de fe, reverencia y promesa a su pueblo, Santa Cruz de la Sierra.

Minutos después se conocía el mensaje de Carlos Mesa, segundo ganador en las fallidas elecciones de octubre mediante su cuenta de Twitter: "A Bolivia, a su pueblo, a los jóvenes, a las mujeres, al heroísmo de la resistencia pacífica. Nunca olvidaré este día único. El fin de la tiranía. Agradecido por esta lección histórica. Viva Bolivia". Las agencias de noticias AP, AFP, DPA, Reuters y cadenas de televisión planetarias comienzan a narrar el nuevo epílogo político de una historia sin fin.

TEMPLARIO CIVICO

“Tenemos que organizar un gobierno de transición con policías y militares, llamar a elecciones en 60 días con un nuevo Tribunal Supremo Electoral”, les dice Camacho a los periodistas. Pumari, está a su lado y ambos sienten pisar nubes de alfombra al recibir abrazos, apretones de manos y saludos en alto, cuando aparecen y salen del viejo Palacio de Gobierno. Periodistas y camarógrafos tienen poco margen de maniobra desesperados de grabar imagen y audio.

Veinte días antes, Camacho, a las 7:46 p. m. del 22 octubre de 2019, había determinado desde Santa Cruz, el paro cívico nacional indefinido acatado por amplios sectores sociales hostiles al presidente Evo y daba comienzo a la revuelta ciudadana: “Porque cada minuto cuenta para la recuperación de nuestra democracia, iniciamos el paro cívico indefinido a las 10 de la noche del día de hoy a los pies de nuestro Cristo Redentor. Lugar sagrado para los cruceños, donde nos juramos hacer respetar nuestra democracia”, decía el texto de su Twitter, reproducido por las cadenas informativas.

Y convencido de ser escuchado por sus seguidores en todo el país, una vez más, ahora desde el hotel “Camino Real”, donde funciona su cuartel general, a las 19.00 horas del día 10, ordena organizar una cadena nacional de radio y televisión para ser transmitida en forma simultánea a las 23.00 p.m. de esa misma noche e impartir nuevas instrucciones al cabildo reunido en el Cristo Redentor. El mensaje debe llegar al mismo tiempo a otros cabildos populares concentrados en varias plazas públicas de las principales ciudades. A partir de ese momento se apodera tensa calma, incertidumbre y miedo. ¿Qué dirá Camacho?

“¿Quién reemplazará a Evo y Álvaro? ¿Había condiciones para formar un gobierno cívico-militar? ¿Camacho lograría su plan? ¿Qué factores eran importantes para superar la crisis política sin romper el orden constitucional?, se preguntó el abogado constitucionalista Mario Pérez Sandoval destacado miembro de un grupo multidisciplinario de profesionales. Ese equipo seguía y analizaba los acontecimientos en su sala de conferencias en Cochabamba.

La oposición política debía superar el vacío de poder con la mayor prontitud y urgencia para evitar una sorpresiva regresión. Comienza una intensa negociación política entre reconocidos portavoces de las principales fuerzas políticas y del bloque cívico. En la primera reunión en la Universidad Católica Boliviana participan Jorge Tuto Quiroga Ramírez, Ricardo Paz Ballivian en representación de Carlos Mesa, el abogado Jerges Justiniano como delegado de Luis Fernando Camacho y el rector de la UMSA, Waldo Albarracín a nombre del Consejo Nacional de Defensa de la Democracia, CONADE. En posteriores reuniones estuvieron parlamentarias del MAS.

Cerca de las 24 horas del domingo 10 de noviembre, desde el frontis del hotel “Camino Real”, Camacho implora a sus miles de fieles seguidores, quizá en ese momento millones de opositores al régimen, su última instrucción: “les pido un poco de paciencia, 48 horas más de resistencia”. El pedido se entiende como una orden para no levantar todavía los bloqueos y la medida es acatada con la certidumbre de alcanzar una solución final a la crisis política.

El tiempo es perentorio para consultar con los poderosos grupos empresariales de Santa Cruz sobre los factores viables para organizar el futuro gobierno. Camacho, defiende la idea de conformar un gobierno cívico-militar de transición fijando plazo de seis meses para convocar a nuevas elecciones con un nuevo Tribunal Electoral y nuevos actores como candidatos presidenciales. Su innegable poder dominando la voluntad de un movimiento ciudadano en las calles y grupos de choque en proximidades de la Casa Grande del Pueblo le otorgan facultad ilimitada para conseguir su objetivo principal: echar del poder a Evo Morales y proscribir su partido.

Cuando fue electo presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Camacho ya expone entonces su posición anti Evo y sus primeras palabras apenas jura al cargo son: “Este comité reconoce a Juan Guaido como presidente de Venezuela” en alusión a la alianza de Evo con Nicolás Maduro, enfrentado a EE.UU. Sus adherentes celebran el pensamiento ideológico radicalmente anticomunista de su líder, quién asegura: "Bolivia será la esperanza de toda América Latina, terminó el comunismo, tendremos libertad y democracia. Los bolivianos reanudaremos la lucha para restaurar la dignidad de Venezuela, así como a todos los países que han sido humillados".(Página Siete Digital)

Camacho, en sus arengas públicas apela de manera constante a la justicia divina para castigar a los enemigos de Dios y aparece en todo escenario público con un Rosario envuelto en su muñeca derecha en señal de sumisión religiosa, muy idéntico a las apariciones del presidente brasileño, Jair Bolsonaro y su postura invariable: “primero Dios, después Dios…”

Tras consolidarse el gobierno provisional con Jeanine Añez, en un mensaje deTwitter , el líder cívico cruceño se jacta sin pudor de ser protagonista de la recuperación de la democracia y la libertad nombrando a su padre (José Luis Camacho) el haber realizado ciertos arreglos económicos con jefes militares durante la crisis político-electoral.

Un video grabado con celular se difunde en redes sociales mostrando a un Luis Fernando Camacho Vaca, de pie, rodeado de sus más cercanos colaboradores, también todos parados, donde les comunica sobre el acuerdo económico de su padre con jefes militares para mantener a las FF.AA en sus cuarteles: “No salir a las calles contra del pueblo movilizado”. El contubernio padre-hijo respecto a los militares, provoca diversas reacciones entre sus aliados. Exponer a luz pública un pacto probablemente secreto era extremadamente delicado y complejo porque se conocía por informes de RR.SS la existencia de aportes económicos de poderosos empresarios ideológicamente enemigos del gobierno y de financiamiento proveniente del exterior. Camacho, se exponía como principal autor, héroe y adalid político de la hazaña ciudadana de noviembre.

A partir de los acuerdos concertados al calor del triunfo político sobre Evo Morales, los jefes de la oposición tejen un sinfín de estratagemas legales para no transgredir la CPE y lograr una transición ordenada del poder. Pero había sugerencias radicales. Le victoria otorga derechos como para imponer un gobierno de fuerza y liquidar todo vestigio del Estado Plurinacional de Bolivia.

¿GOBIERNO CIVICO MILITAR?
TEMPLARIO CIVICO

“El 11 de noviembre de 2019, dos cruzados-templarios modernos, Fernando Camacho y Marco Pumari, con biblia en mano, desataron el primer “golpe de Estado híbrido” que haya vivido Bolivia en toda su historia. Ya antes habían predicado a sus huestes sedientas de sangre, del mismo modo como lo hiciera Bernardo de Clarabal con los cruzados medievales: “quien mate infieles será premiado por Dios con la vida eterna”. (Policía y Ejército dijeron también amén a esa prédica) refleja el escritor boliviano Rafael Bautista Segales, en su artículo “Geopolítica del Anticristo” publicado en el portal digital Indymedia, el 18 de noviembre de 2019.

El periodista Carlos García Rawlins, de la agencia de noticias británica Reuters, mediante la plataforma informativa digital France 24, el 10 de noviembre de 2019, publica a propósito de Luis Fernando Camacho: “El líder ultraderechista del Comité pro Santa Cruz adquirió un papel clave en el fin precipitado de la era de Evo Morales, quien lo acusa de ser responsable de un “golpe de Estado”. Algunos pintan a Camacho como el “Bolsonaro boliviano”.

Cuando Camacho llega a La Paz, por segunda vez, el bautizado “Templario” siente todo el poder en sus manos. En su primer viaje, se queda varias horas en la terminal del aeropuerto de El Alto, hostigado por centenares de seguidores del MAS armados con palos dispuestos a no permitir su salida de una de las oficinas de AASANA. El gobierno dispone un avión de la FAB para devolverle a Santa Cruz, como dándole un mensaje de advertencia. “Su misión es imposible. No será tolerada, mucho menos llegar personalmente frente al Presidente para entregarle una supuesta carta de renuncia. Simplemente es una provocación abierta”, sentenció Juan Canaviri, dirigente vecinal de El Alto, presente en ese instante. Otro vuelo camuflado llega después al mismo aeropuerto trasladando desde Santa Cruz y Cochabamba a paramilitares de la Unión Juvenil Cruceñista y de la Resistencia Juvenil K’ochala.

Camacho vuelve un día después a bordo de en un vuelo comercial de la línea aérea estatal, Boliviana de Aviación, BOA, y esta vez es recibido por sus parciales y un inesperado cuerpo de seguridad con chalecos antibalas que inmediatamente lo rodean para custodiarlo hasta el lujoso hotel “Camino Real” en la zona sur de La Paz.

Los principales dirigentes políticos de oposición, Tuto Quiroga y Carlos Mesa, presentes en el hall del aeropuerto para recibirlo, saludarlo y abrazarlo, simplemente son ignorados por el héroe emergente, quien ni voltea la cabeza para mirarlos al momento de abordar una lujosa vagoneta. Quiroga y Camacho sólo pueden verlo a distancia, desde muy de lejos, como si fueran simples rostros comunes en medio de la agitada multitud apretujada en el aeropuerto de El Alto.

Una hora después, desde su hotel, Camacho, se dirige con una pequeña caravana de automóviles al corazón mismo del poder político, la Plaza Murillo, donde sus cuatro esquinas, están cerradas por muros humanos de contención formados por grupos de civiles de las plataformas y partidos políticos de oposición y columnas de policías. Es una zona infranqueable, pero Camacho logra atravesar camuflado con uniforme policial como realizando inspección de rutina acompañado de policías con rango de oficiales.

Ingresar al histórico Palacio Quemado, depositar su carta y una biblia, según él, es devolver la presencia de Dios en el legendario edificio como acto de fe, reverencia y promesa a su pueblo, Santa Cruz de la Sierra.

Minutos después se conocía el mensaje de Carlos Mesa, segundo ganador en las fallidas elecciones de octubre mediante su cuenta de Twitter: "A Bolivia, a su pueblo, a los jóvenes, a las mujeres, al heroísmo de la resistencia pacífica. Nunca olvidaré este día único. El fin de la tiranía. Agradecido por esta lección histórica. Viva Bolivia". Las agencias de noticias AP, AFP, DPA, Reuters y cadenas de televisión planetarias comienzan a narrar el nuevo epílogo político de una historia sin fin.

¿GOBIERNO CIVICO MILITAR?

“Tenemos que organizar un gobierno de transición con policías y militares, llamar a elecciones en 60 días con un nuevo Tribunal Supremo Electoral”, les dice Camacho a los periodistas. Pumari, está a su lado y ambos sienten pisar nubes de alfombra al recibir abrazos, apretones de manos y saludos en alto, cuando aparecen y salen del viejo Palacio de Gobierno. Periodistas y camarógrafos tienen poco margen de maniobra desesperados de grabar imagen y audio.

Veinte días antes, Camacho, a las 7:46 p. m. del 22 octubre de 2019, había determinado desde Santa Cruz, el paro cívico nacional indefinido acatado por amplios sectores sociales hostiles al presidente Evo y daba comienzo a la revuelta ciudadana: “Porque cada minuto cuenta para la recuperación de nuestra democracia, iniciamos el paro cívico indefinido a las 10 de la noche del día de hoy a los pies de nuestro Cristo Redentor. Lugar sagrado para los cruceños, donde nos juramos hacer respetar nuestra democracia”, decía el texto de su Twitter, reproducido por las cadenas informativas.

Y convencido de ser escuchado por sus seguidores en todo el país, una vez más, ahora desde el hotel “Camino Real”, donde funciona su cuartel general, a las 19.00 horas del día 10, ordena organizar una cadena nacional de radio y televisión para ser transmitida en forma simultánea a las 23.00 p.m. de esa misma noche e impartir nuevas instrucciones al cabildo reunido en el Cristo Redentor. El mensaje debe llegar al mismo tiempo a otros cabildos populares concentrados en varias plazas públicas de las principales ciudades. A partir de ese momento se apodera tensa calma, incertidumbre y miedo. ¿Qué dirá Camacho?

“¿Quién reemplazará a Evo y Álvaro? ¿Había condiciones para formar un gobierno cívico-militar? ¿Camacho lograría su plan? ¿Qué factores eran importantes para superar la crisis política sin romper el orden constitucional?, se preguntó el abogado constitucionalista Mario Pérez Sandoval destacado miembro de un grupo multidisciplinario de profesionales. Ese equipo seguía y analizaba los acontecimientos en su sala de conferencias en Cochabamba.

La oposición política debía superar el vacío de poder con la mayor prontitud y urgencia para evitar una sorpresiva regresión. Comienza una intensa negociación política entre reconocidos portavoces de las principales fuerzas políticas y del bloque cívico. En la primera reunión en la Universidad Católica Boliviana participan Jorge Tuto Quiroga Ramírez, Ricardo Paz Ballivian en representación de Carlos Mesa, el abogado Jerges Justiniano como delegado de Luis Fernando Camacho y el rector de la UMSA, Waldo Albarracín a nombre del Consejo Nacional de Defensa de la Democracia, CONADE. En posteriores reuniones estuvieron parlamentarias del MAS.

Cerca de las 24 horas del domingo 10 de noviembre, desde el frontis del hotel “Camino Real”, Camacho implora a sus miles de fieles seguidores, quizá en ese momento millones de opositores al régimen, su última instrucción: “les pido un poco de paciencia, 48 horas más de resistencia”. El pedido se entiende como una orden para no levantar todavía los bloqueos y la medida es acatada con la certidumbre de alcanzar una solución final a la crisis política.

¿POR QUÉ 48 HORAS MÁS?

El tiempo es perentorio para consultar con los poderosos grupos empresariales de Santa Cruz sobre los factores viables para organizar el futuro gobierno. Camacho, defiende la idea de conformar un gobierno cívico-militar de transición fijando plazo de seis meses para convocar a nuevas elecciones con un nuevo Tribunal Electoral y nuevos actores como candidatos presidenciales. Su innegable poder dominando la voluntad de un movimiento ciudadano en las calles y grupos de choque en proximidades de la Casa Grande del Pueblo le otorgan facultad ilimitada para conseguir su objetivo principal: echar del poder a Evo Morales y proscribir su partido.

Cuando fue electo presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Camacho ya expone entonces su posición anti Evo y sus primeras palabras apenas jura al cargo son: “Este comité reconoce a Juan Guaido como presidente de Venezuela” en alusión a la alianza de Evo con Nicolás Maduro, enfrentado a EE.UU. Sus adherentes celebran el pensamiento ideológico radicalmente anticomunista de su líder, quién asegura: "Bolivia será la esperanza de toda América Latina, terminó el comunismo, tendremos libertad y democracia. Los bolivianos reanudaremos la lucha para restaurar la dignidad de Venezuela, así como a todos los países que han sido humillados".(Página Siete Digital)

Camacho, en sus arengas públicas apela de manera constante a la justicia divina para castigar a los enemigos de Dios y aparece en todo escenario público con un Rosario envuelto en su muñeca derecha en señal de sumisión religiosa, muy idéntico a las apariciones del presidente brasileño, Jair Bolsonaro y su postura invariable: “primero Dios, después Dios…”

Tras consolidarse el gobierno provisional con Jeanine Añez, en un mensaje deTwitter , el líder cívico cruceño se jacta sin pudor de ser protagonista de la recuperación de la democracia y la libertad nombrando a su padre (José Luis Camacho) el haber realizado ciertos arreglos económicos con jefes militares durante la crisis político-electoral.

Un video grabado con celular se difunde en redes sociales mostrando a un Luis Fernando Camacho Vaca, de pie, rodeado de sus más cercanos colaboradores, también todos parados, donde les comunica sobre el acuerdo económico de su padre con jefes militares para mantener a las FF.AA en sus cuarteles: “No salir a las calles contra del pueblo movilizado”. El contubernio padre-hijo respecto a los militares, provoca diversas reacciones entre sus aliados. Exponer a luz pública un pacto probablemente secreto era extremadamente delicado y complejo porque se conocía por informes de RR.SS la existencia de aportes económicos de poderosos empresarios ideológicamente enemigos del gobierno y de financiamiento proveniente del exterior. Camacho, se exponía como principal autor, héroe y adalid político de la hazaña ciudadana de noviembre.

A partir de los acuerdos concertados al calor del triunfo político sobre Evo Morales, los jefes de la oposición tejen un sinfín de estratagemas legales para no transgredir la CPE y lograr una transición ordenada del poder. Pero había sugerencias radicales. Le victoria otorga derechos como para imponer un gobierno de fuerza y liquidar todo vestigio del Estado Plurinacional de Bolivia.

TEMPLARIO CIVICO

“El 11 de noviembre de 2019, dos cruzados-templarios modernos, Fernando Camacho y Marco Pumari, con biblia en mano, desataron el primer “golpe de Estado híbrido” que haya vivido Bolivia en toda su historia. Ya antes habían predicado a sus huestes sedientas de sangre, del mismo modo como lo hiciera Bernardo de Clarabal con los cruzados medievales: “quien mate infieles será premiado por Dios con la vida eterna”. (Policía y Ejército dijeron también amén a esa prédica) refleja el escritor boliviano Rafael Bautista Segales, en su artículo “Geopolítica del Anticristo” publicado en el portal digital Indymedia, el 18 de noviembre de 2019.

El periodista Carlos García Rawlins, de la agencia de noticias británica Reuters, mediante la plataforma informativa digital France 24, el 10 de noviembre de 2019, publica a propósito de Luis Fernando Camacho: “El líder ultraderechista del Comité pro Santa Cruz adquirió un papel clave en el fin precipitado de la era de Evo Morales, quien lo acusa de ser responsable de un “golpe de Estado”. Algunos pintan a Camacho como el “Bolsonaro boliviano”.

Cuando Camacho llega a La Paz, por segunda vez, el bautizado “Templario” siente todo el poder en sus manos. En su primer viaje, se queda varias horas en la terminal del aeropuerto de El Alto, hostigado por centenares de seguidores del MAS armados con palos dispuestos a no permitir su salida de una de las oficinas de AASANA. El gobierno dispone un avión de la FAB para devolverle a Santa Cruz, como dándole un mensaje de advertencia. “Su misión es imposible. No será tolerada, mucho menos llegar personalmente frente al Presidente para entregarle una supuesta carta de renuncia. Simplemente es una provocación abierta”, sentenció Juan Canaviri, dirigente vecinal de El Alto, presente en ese instante. Otro vuelo camuflado llega después al mismo aeropuerto trasladando desde Santa Cruz y Cochabamba a paramilitares de la Unión Juvenil Cruceñista y de la Resistencia Juvenil K’ochala.

Camacho vuelve un día después a bordo de en un vuelo comercial de la línea aérea estatal, Boliviana de Aviación, BOA, y esta vez es recibido por sus parciales y un inesperado cuerpo de seguridad con chalecos antibalas que inmediatamente lo rodean para custodiarlo hasta el lujoso hotel “Camino Real” en la zona sur de La Paz.

Los principales dirigentes políticos de oposición, Tuto Quiroga y Carlos Mesa, presentes en el hall del aeropuerto para recibirlo, saludarlo y abrazarlo, simplemente son ignorados por el héroe emergente, quien ni voltea la cabeza para mirarlos al momento de abordar una lujosa vagoneta. Quiroga y Camacho sólo pueden verlo a distancia, desde muy de lejos, como si fueran simples rostros comunes en medio de la agitada multitud apretujada en el aeropuerto de El Alto.

Una hora después, desde su hotel, Camacho, se dirige con una pequeña caravana de automóviles al corazón mismo del poder político, la Plaza Murillo, donde sus cuatro esquinas, están cerradas por muros humanos de contención formados por grupos de civiles de las plataformas y partidos políticos de oposición y columnas de policías. Es una zona infranqueable, pero Camacho logra atravesar camuflado con uniforme policial como realizando inspección de rutina acompañado de policías con rango de oficiales.

Ingresar al histórico Palacio Quemado, depositar su carta y una biblia, según él, es devolver la presencia de Dios en el legendario edificio como acto de fe, reverencia y promesa a su pueblo, Santa Cruz de la Sierra.

Minutos después se conocía el mensaje de Carlos Mesa, segundo ganador en las fallidas elecciones de octubre mediante su cuenta de Twitter: "A Bolivia, a su pueblo, a los jóvenes, a las mujeres, al heroísmo de la resistencia pacífica. Nunca olvidaré este día único. El fin de la tiranía. Agradecido por esta lección histórica. Viva Bolivia". Las agencias de noticias AP, AFP, DPA, Reuters y cadenas de televisión planetarias comienzan a narrar el nuevo epílogo político de una historia sin fin.

“Tenemos que organizar un gobierno de transición con policías y militares, llamar a elecciones en 60 días con un nuevo Tribunal Supremo Electoral”, les dice Camacho a los periodistas. Pumari, está a su lado y ambos sienten pisar nubes de alfombra al recibir abrazos, apretones de manos y saludos en alto, cuando aparecen y salen del viejo Palacio de Gobierno. Periodistas y camarógrafos tienen poco margen de maniobra desesperados de grabar imagen y audio.

Veinte días antes, Camacho, a las 7:46 p. m. del 22 octubre de 2019, había determinado desde Santa Cruz, el paro cívico nacional indefinido acatado por amplios sectores sociales hostiles al presidente Evo y daba comienzo a la revuelta ciudadana: “Porque cada minuto cuenta para la recuperación de nuestra democracia, iniciamos el paro cívico indefinido a las 10 de la noche del día de hoy a los pies de nuestro Cristo Redentor. Lugar sagrado para los cruceños, donde nos juramos hacer respetar nuestra democracia”, decía el texto de su Twitter, reproducido por las cadenas informativas.

Y convencido de ser escuchado por sus seguidores en todo el país, una vez más, ahora desde el hotel “Camino Real”, donde funciona su cuartel general, a las 19.00 horas del día 10, ordena organizar una cadena nacional de radio y televisión para ser transmitida en forma simultánea a las 23.00 p.m. de esa misma noche e impartir nuevas instrucciones al cabildo reunido en el Cristo Redentor. El mensaje debe llegar al mismo tiempo a otros cabildos populares concentrados en varias plazas públicas de las principales ciudades. A partir de ese momento se apodera tensa calma, incertidumbre y miedo. ¿Qué dirá Camacho?

“¿Quién reemplazará a Evo y Álvaro? ¿Había condiciones para formar un gobierno cívico-militar? ¿Camacho lograría su plan? ¿Qué factores eran importantes para superar la crisis política sin romper el orden constitucional?, se preguntó el abogado constitucionalista Mario Pérez Sandoval destacado miembro de un grupo multidisciplinario de profesionales. Ese equipo seguía y analizaba los acontecimientos en su sala de conferencias en Cochabamba.

La oposición política debía superar el vacío de poder con la mayor prontitud y urgencia para evitar una sorpresiva regresión. Comienza una intensa negociación política entre reconocidos portavoces de las principales fuerzas políticas y del bloque cívico. En la primera reunión en la Universidad Católica Boliviana participan Jorge Tuto Quiroga Ramírez, Ricardo Paz Ballivian en representación de Carlos Mesa, el abogado Jerges Justiniano como delegado de Luis Fernando Camacho y el rector de la UMSA, Waldo Albarracín a nombre del Consejo Nacional de Defensa de la Democracia, CONADE. En posteriores reuniones estuvieron parlamentarias del MAS.

Cerca de las 24 horas del domingo 10 de noviembre, desde el frontis del hotel “Camino Real”, Camacho implora a sus miles de fieles seguidores, quizá en ese momento millones de opositores al régimen, su última instrucción: “les pido un poco de paciencia, 48 horas más de resistencia”. El pedido se entiende como una orden para no levantar todavía los bloqueos y la medida es acatada con la certidumbre de alcanzar una solución final a la crisis política.

. Redacción:
Desiderio Paredes

Sociólogo, miembro de la Sociedad de Editores y Redactores SER Cochabamba

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